Ropa, muebles, o cosas en desuso pasan a formar parte del paquete “hacemos plata con eso”. La búsqueda de más ingresos agudiza el ingenio en estas épocas de ajuste. Se usan mucho los sitios digitales (tipo Market Place)
El 53% de los argentinos busca en su casa cosas que pueda revender y las publica en distintas plataformas y el fenómeno abarca a la mayoría de las clases sociales, según un informe difundido por BaeNegocios.com
Y esto se da no sólo a través de plataformas como Marketplace o que cobren un porcentaje de lo facturado. Como los argentinos buscan no pagar comisión abrieron toda clase de grupos en redes como Facebook. Más de 350 grupos de trueque y venta de todo, 150 grupos sólo de compra y venta de vestidos de fiesta, 50 grupos donde se adquieren cosas sin costos de intermediación.
En Buenos Aires ya es un clásico: la tienda Juan Pérez (cuyo eslogan es Tienda y Arte) recibe muchos bienes dados de baja por las clases más alta de la ciudad con mayor nivel de vida del país. Todos los días de 11 a 19 venden “tu ropa nueva o usada, blanqueria, alfombras y obras de arte Sin duda alguna Juan Pérez se ha convertido en la mejor opción, B.B.B bueno bonito y barato; para elegir a tu estilo”. Y está en Alvear a 1355 en cercanías al Teatro Colón.
Los fines de semana en Posadas en diversas plazas pueden verse las ferias y mercados americanos: lugares donde se venden bienes usados. Ahora se los llama reciclados, pero es básicamente lo mismo.
De los que más venden bienes, el 66% tiene entre 18 y 21 años. Le siguen con un 60%, tanto los que tienen entre 22 y 30 años y los que tienen 31 y 40 años. Mientras que el 52% de los que tienen entre 41 y 50 años se suman a la tendencia de vender. En abril, el 38% de los mayores de 50 años vendía ropa, muebles y bienes en desuso.
Los grupos de whatsApp que venden ropa usada entre amigas es una tendencia que se ve en todas las clases sociales, incluso si funcionan los grupos se abren al público en general. En redes sociales se vende a través de grupos o vivos donde con un perchero detrás van mostrando las prendas y en los comentarios las interesadas reservan.
A su vez crecieron las ferias americanas en departamentos o casas, algunas son ocasionales y otras se fueron creando para tratar de tener un ingreso paralelo y funcionan todos los días. Se arregla el turno y con recomendación la puerta se abre para que ingresen.
Las ferias americanas o venta de ropa vintage comenzaron tímidamente y crecen sin parar. Hay determinadas zonas donde aún perduran las primeras como la zona del Abasto sobre Lavalle, Parque Los Andes, algunos locales del mercado de San Telmo, Parque Lezama y Parque Centenario son los lugares que resisten pese a todo.
La tradición de compraventa bienes usados y antigüedades tiene nuevos nombres: vintage y reciclados, pero sigue siendo básicamente lo mismo
En forma paralela se crearon negocios de venta de ropa usada ques e convirtieron en cadenas de tiendas con locales a la calle con probadores y una estética que bien podría estar en un shopping y en algunos casos están. Las ferias americanas crecen y se esparcen de tal forma que ya desembarcaron con locales en provincias como Catamarca, Salta, La Rioja, entre otras provincias.
De los viejos mercados de pulga a Market Place
Dicen que los primeros mercados de pulga aparecieron en Paris en 1885
Pero otros los colocan mucho antes en el tiempo. Así, los mercados de pulgas según algunos historiadores surgieron en la Edad Media, cuando los nobles entregaban sus ropas viejas a los pobres. Hoy en día los mercados de pulgas son ambulantes al aire libre, en los que se encuentran cosas viejas, usadas y antigüedades a bajo costo.
Con solo poner en el buscador Mercado de pulgas en Berlín aparecen más de veinte resultados. Incluso aparecen mercadillos nocturnos (Nachtflohmarkt) y mercadillos para la mujer (Ladiesflohmarkt).
La sospecha acerca del porqué del nombre es fundamentada. Los ‘flea market’ debían su nombre -claro está- a esos bichitos que pican y chupan sangre.
La historia quiso que un buscador de gangas desconocido, mientras contemplaba los escaparates de chatarra y viejos harapos, gritara: «Apuesto a que es un mercado de pulgas». Eso quería decir que la mercancía que se vendía era cuanto menos dudosa y que las ropas viejas que revendían los traperos, probablemente venían con «pulgas incluidas». Pero fueron sobre todo los vendedores de postales, los que permitieron a este nombre pasar a la historia. De hecho, el nombre de «Mercado de las Pulgas» lo podemos ver escrito en varias postales.