El don de sanar está retratado claramente en el Nuevo Testamento cristiano. Y una mujer en Rosario arrastra multitudes al realizar estos actos de sanación. Se llama Leda y ahora la Iglesia católica a la que ella pertenece la inhibió de seguir realizándolas
“Unos reciben fe por medio del mismo Espíritu, y otros reciben el don de curar enfermos”, escribe Pablo, el apóstol converso que primero perseguía a los cristianos y luego se hizo el más fiel seguidor de la nueva doctrina tras su paso por Damasco. Él también sabía del poder sanador de las manos a través de las cuales pasaba el poder del Espíritu Santo.
Como Leda.
Cada martes una multitud se reúne en una capilla de Rosario para ser tocados por Leda Bergonzi, una mujer laica de 45 años, madre de cinco hijos, abuela y que trabaja como emprendedora pero desde hace nueve años recibió “el poder de sanar física y espiritualmente” a través de la imposición de las manos. Fue un fenómeno impactante. En menos de dos años Leda Bergonzi ya estaba congregando a miles de personas. El carisma de mediadora entre Dios y las personas para su sanación que le atribuían provocaba que la gente llegara incluso días antes a instalarse en carpas en las inmediaciones de los predios donde ella iba a realizar sus encuentros para asegurarse que ingresarían y que les impondría las manos.
El mismo Jesús aparece en la Biblia haciéndolo. “Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diversas enfermedades se los llevaban a El; y poniendo El las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba”, relata Lucas en el capítulo 4.
Pero, el arzobispado de Rosario, en cuya jurisdicción vive Leda, decidió en setiembre tomar distancia de su accionar, al menos por ahora, y disponer un “proceso de purificación” del grupo “Soplo de Dios viviente” que ella encabeza.
¿Qué fenómeno hay detrás de lo que sucede cada martes en la catedral de Rosario? “Es un carisma, es un don de Dios. Lo más importante es poder comunicar a la gente que Dios está. Recibí un carisma, que uno sale a amar, sale a hacer obras, sale a los pobres y a los que tienen… Dios sana, yo simplemente soy igual a todos ustedes. Dios primero me rescató a mí. Puede pasarle a cualquiera. Ninguno está libre de vivir esta experiencia. Lo importante es tener ganas y exponerse. Uno empieza a delegar cuestiones ordinarias para entregarse. Es una opción”, señala Leda que cuando impone sus manos habla en diferentes lenguas y ella asegura que “es el Espíritu Santo”.
Verónica tiene la cabeza cubierta con un turbante negro. Está en tratamiento contra el cáncer. Y habla. “Venía combatiendo el carcinoma de mama. Y había hecho metástasis en el hígado. Vinimos a lo de Leda y conseguimos llegar a ella. Gracias al Espíritu Santo y a Leda que fue ayudada por el Señor en la última resonancia que me hicieron todo lo del hígado había casi desaparecido…”
Y así el propio Pablo es protagonista de un hecho de sanación a través de las manos. “Y sucedió que el padre de Publio yacía {en cama,} enfermo con fiebre y disentería; y Pablo entró a verlo, y después de orar puso las manos sobre él, y lo sanó“. (Hechos 28:8)
Aunque ahora reside en 25 de Mayo, el carismático cura verbita Juan Winkler (arriba) realiza misa de sanaciones en todo Misiones
Ahora Leda tiene un problema y una solución.
Ella reiteró que va a cumplir con lo dispuesto por la iglesia católica y no impondrá las manos, pero aclaró que “la restricción rige solo para la arquidiócesis de la ciudad”.
Al respecto, agregó: “Lo cual quiere decir que no pueda hacerlo en otros lugares porque, si obispos de otras diócesis me invitan, puedo ir e imponer las manos”. Firmado por el arzobispo Eduardo Eliseo Martín, “después de un tiempo prudencial de oración, escucha y discernimiento”, el comunicado indicó que se “suspendía cualquier actividad pastoral realizada en nombre de la Iglesia Católica por parte del grupo Soplo de Dios viviente”.
“Yo le pregunté al arzobispado si había hecho algo mal y me dijeron que no, que se trata de un tiempo de purificación de los carismas como siempre ocurrió en la Iglesia, incluso con los santos“, contó Leda en diálogo con “Valores Religiosos”.
Leda aclaró que “el que cura es Dios y nosotros somos sus instrumentos como él quiere y hasta cuando él quiera. Y si fuimos útiles, bienvenido”. Pero cuestionó que sólo los sacerdotes puedan imponer las manos. “En Hechos de los Apóstoles dicen que ellos se imponían las manos unos a otros. No dicen que las imponían los sacerdotes. Según el Evangelio, cualquiera pude imponer las manos. ¿Cuál es la diferencia? Que yo tengo un carisma de sanación. ¿Qué culpa tengo? ¿Tiene que ver que soy mujer? Están los testimonios contundentes de curación. Están los exámenes clínicos…”
La rosarina profundizó al respecto: “Sinceramente, el no imponer las manos a mí no me perjudica, pero me apena la gente”. En esa línea, agregó en la nota replicada por el diario Clarín: “El arzobispo me dijo que había muchos sacerdotes que no estaban de acuerdo con lo que yo hacía y eso influyó en su decisión”.
El Arzobispado de Rosario publicó un comunicado y aclaró que la Iglesia reserva esta práctica “a los sacerdotes para la comunicación del Espíritu Santo”.
Leda aclaró que “el que cura es Dios y nosotros somos sus instrumentos como él quiere y hasta cuando él quiera. Y si fuimos útiles, bienvenido”. Pero cuestiona que sólo los sacerdotes puedan imponer las manos. “En Hechos de los Apóstoles dicen que ellos se imponían las manos unos a otros. No dicen que las imponían los sacerdotes.
Leda tuvo que dejar la Catedral de Rosario. Su grupo Soplo de Dios Viviente se trasladó a la Capilla del Sagrado Corazón. Los encuentros son los martes.
Ahora, hay restricción para actuar en la arquidiócesis. Ella irá por otros lugares.
“Lo primero que quiero que la gente haga es entender que yo nunca voy a poder curarla y que (solo) Dios puede cambiarle la realidad a partir del momento que ellos puedan dejarse gobernar, guiar y dejarse acariciar. Inevitablemente Dios tiene algo para decirles y me toca hacer ese medio, esa esa persona que hace que tengan esa respuesta, esa cercanía. Me da los tiempos, me da la facultad para poder hacerlo, obviamente ya no trabajo como trabajaba antes, muchas veces no puedo ir más al gimnasio. Hay cosas que tuve que dejarlas, no hay tiempo...”
Pedro le contestó: “No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y anda!” Y tomándolo por la mano derecha, lo levantó. Al instante los pies y los tobillos del hombre cobraron fuerza.
(Hechos 3:6-7)