Enrique “Coti” Nosiglia, el misionero que se hizo famoso en los 80 durante el gobierno de Alfonsín tiene un émulo 40 años después. Se llama Santiago Caputo y ambos constituyen virtuales ‘monjes negros’ de sendas administraciones: les gusta costurar los finos hilos del poder en las sombras
La leyenda empezó en la época de los zares cuando Rusia era un imperio. Grigori Novykh (más conocido como Rasputín). Era apenas un agricultor analfabeto, hijo de campesinos, hirsuto y mugriento, con más aspecto de pordiosero que de influyente. Sin embargo llegó a lo más alto del poder: desde inicios del siglo XX, fue curandero, gurú, mago y místico con un influjo inconfesable alrededor del trono.
Aparecía como un religioso que había peregrinado por monasterios y lugares santos (de allí lo de monje) y ya tenía cierta fama de cura sanador y milagrero. Pero en ese momento nadie podía imaginar la influencia que llegaría a tener en las más altas esferas del poder, al punto que se decía que el Zar llevaba en el dedo a modo de anillo, un mechón de los cabellos de Rasputín.
Todo finalizó en 1916 cuando un complot lo terminó matando.
Otras voces aseguran que el término proviene del siglo XV en la época de los Borgia.
Como fuere, para entender qué se quiere significar: “Se caracterizan por tener mucho poder, por ser muy temidos y por actuar casi siempre en la sombra. Son, por encima de todo, fieles al amo, tienen la mejor información, que saben utilizar, lo suyo es el secreto, planifican y ejecutan con diligencia, tienen pocos escrúpulos y son taimados”.
En los años 80, con el regreso de la democracia hubo un posadeño que que se destacó. Proveniente de una familia muy conocida en la capital misionera (dueñas del sanatorio homónimo), Enrique “Coti” Nosiglia pertenecía a la Coordinadora Radical, un grupo de jóvenes que apoyó muy fuerte a Raúl Alfonsín en su presidencia. Pero desde las sombras. De hecho, Coti se hizo más famoso por el romance que tuvo con una de las modelos más deseadas de la época que por sus avatares en la política.
Operó en las sombras, hasta que al final, Alfonsín apremiado por la realidad económica y política que aquejaba al país lo convocó y fue ungido en el ministerio del Interior.
Tiempo atrás, durante el gobierno de Alberto y Cristina, Carlos Pagni lo convocó a hablar de esos días y de su famosa entrevista en Tiempo Nuevo con Bernardo Neustadt.
Pero ¿quién es este muchacho?
En la actualidad, hay un nuevo Coti Nosiglia y se llama Santiago Caputo.
Todos dicen que es el asesor estrella del presidente Javier Milei. Joven, dinámico, naturalmente crecido en las redes sociales y con influencia en los grupos libertarios pudo acercarse al mandatario y junto con Karina, la hermana de éste, constituyen el “triángulo del poder”.
A pesar de su aspecto juvenil, ya está en los 40 años, es sobrino del ministro de Economía Luis Caputo y pariente lejano de Dante Caputo el famoso canciller de Alfonsín en los 80.
Ya viendo cómo se venía dando este nuevo Rasputín, Jorge Fernández Díaz describió en febrero de 2024 algunas características de la relación Milei-Caputo. Dicen que uno de sus primeros diagnósitcos consistió en que había que tener en cuenta la cólera: “Se refería a reconocer, y a utilizar como insumo, la rabia esencial de las sociedades frustradas”.
Y cuando ya están lanzados, traducen todo el proceso al universo animal: el candidato debe estar emparentado con un animal salvaje, que represente al alma de su proyecto y despierte identificación popular: un oso, si estás en Rusia; un león si estás en la Argentina, agrego de mi cosecha: “Si a la gente no le interesa más la política, ¡le ofrecemos una mitología!”.
Según Fernández Díaz periodista y autor de novelas, “cada día, el asesor (Caputo) pasa por su tamiz literario los acontecimientos y vela porque no se desvíen del eje mítico ‘pueblo versus casta’ y que el León (Milei) no abandone ante la opinión pública su vocación carnívora”.
Así, de a poco, fue convirtiéndose en una figura insoslayable para el Presidente y su hermana.
Algunos lo definen como chico Starbucks (por la famosa cafetería norteamericana) y que no le gusta la exposición: “Prefiere dialogar, lejos de los micrófonos, con gobernadores, diputados, senadores, empresarios y funcionarios, que a menudo le responden a él antes que a sus superiores en el organigrama de la administración pública”, lo describe Hugo Alconada Mon. En el caso de la supuestamente inválida votación en el Senado tuvo una injerencia brutal (el Presidente no se hallaba en el país, sino viajando) y realizó órdenes y contraórdenes para los legisladores libertarios que primero no querían bajar, luego no apoyaban la iniciativa y finalmente, votaron con los seguidores de Cristina Fernández. Y, con la derrota a cuestas buscó enseguida en Victoria Villarruel su “cabeza de turco” o chivo expiatorio.
Aunque probó varias carreras, solo estuvo a punto de terminar Ciencias Políticas. Aún así ya había empezado a trabajar con Jaime Durán Barba. Sí, el mismísimo asesor de Mauricio Macri. Muchos lo consideran el verdadero hacedor de la derrota del PRO. Llegó a Milei a través de Ramiro Marra, hoy legislador porteño. En esa ocasión, el médico Daniel Parisini fue de la partida: El gordo Dan acababa de nacer. Porteñismo puro al cien por ciento con carga unitaria sin defectos y químicamente pura.
Un dato adicional que aporta Alconada Mon sobre preferencias de Caputo. “Sus lecturas incluyen a Peter Sloterdijk, el filósofo alemán que en “Ira y tiempo” escribió sobre los “bancos de ira”. Es decir, la bronca y la frustración acumuladas por millones de ciudadanos ante el estado de situación y la falta de resultados de los gobiernos tradicionales. Todo ese enojo es como energía en estado gaseoso, plantea Sloterdijk, asequible para quien logre canalizarlo. Lo lograron Donald Trump, en Estados Unidos, y Jair Bolsonaro, en Brasil, y Caputo estaba convencido que Milei podía lograrlo en la Argentina. Las urnas le dieron la razón”.
Los que desean trabajar en su consultora deben ver previamente la excelente serie The West wing que trata sobre peripecias de candidatos y presidentes de Estados Unidos en campaña. Vale resaltar que se trata de una excelente decisión: es muy superior a House of cards (por ficticia y exagerada) y la danesa Borgen (porque es europea y no coincide con la temática local). Hay que agregar un dato más: Aaron Sorkin autor de The West wing también pergeñó The Newsroom’ una excelsa comedia sobre noticieros de TV con Jeff Daniels a la cabeza.
Creó varias cuentas alternativas en Twiter X. Pero la red social de Elon Musk lo sorprendió en varias faltas y terminó cerrándolas. “En Twitter se descarga y se divierte, es como un personaje que no es él”, dice alguien que lo conoce hace muchos años.
Fue Caputo quien acercó los intereses de un senador entrerriano que llegó al cargo con los votos kirchneristas y de repente pasó a votar por los libertarios. Un uppercut difícil de asimilar.
Fueron “a por ella”, como dicen los españoles. Por Victoria Villarruel. Caputo y su ejército (porque será un monje negro pero tiene muchos soldados digitales) y hasta el Gordo Dan decidieron usar de chivo expiatorio a la titular del Senado. Esto es que termine siendo la persona a la que se le atribuye la culpa de algo que no hizo, con el fin de eximir a los verdaderos responsables.
Qué puede pasar de aquí en adelante.
Si Milei analiza bien, la zancadilla a Villarruel, puede terminar con Caputo.
Aunque Santiago tiene injerencia en muchas áreas, ya que maneja la SIDE, la relación con la Justicia, la AFIP y la Aduana y las empresas públicas, pero perdió juego en el armado político y la relación con el Congreso, que se la coparon los Menem. Eso es un esquema como el de Milei significa que lo pueden volar de un día para el otro como le pasó a Posse, sin costo.
