Timothy Treadwell y su novia, Amie Huguenard perseguían a los osos. Casi convivían con ellos. Hacía una década que se acercaban a los mismos en las grandes praderas de Canadá donde esos temibles animales -que parados pueden alcanzar casi tres metros y pesar hasta 500 kilos- iban a alimentarse de salmones. Un día salió todo mal.

Tenían confianza de que no les iba a pasar nada. Sin embargo sus gritos siguen resonando. “¡Hacete el muerto! ¡Hacete el muerto!”. Los alaridos de Amie Huguenard (en ese entonces de 37 años) se mezclan con el ruido suave de la lluvia golpeando sobre la lona de la carpa y los aterradores gruñidos de un oso que está arrastrando a su novio desde la puerta de la carpa hacia la espesa vegetación. Es una noche brumosa y cerrada. Timothy Treadwell (46) también grita desesperado. Sabe que el enorme animal se lo lleva para alimentarse. El oso tiene atrapada su cabeza entre sus mandíbulas. Timothy siente su aliento y su jadeo. En breve lo va a devorar. Amie se da cuenta de que su consejo para que Timothy se haga el muerto, no ha funcionado. Ahora le grita que pelee con fuerza por su vida. Ella, valiente, golpea al oso con una sartén, pero no consigue nada. El animal, enseguida, regresa por ella. Será el fin.
Timothy Treadwell y Amie Huguenard tenían extrema confianza en que no les iba a pasar nada (malo). Pero la confianza mata al hombre (y a la mujer). Ambos, ecologista y su novia fueron devorados por un oso gris (grizzlie) en 2003. Al día siguiente, los guardaparques encontraron al animal comiéndose los restos, pero hubo un segundo hallazgo igualmente insólito: la cámara donde el ataque había quedado grabado.

De este registro se pudo reconstruir los últimos desesperantes momentos de la pareja que fuera consumida por un oso.
El 5 de octubre se cumplirán 22 años de esta tragedia que pasó a la historia en el documental titulado The grizzly man, un homenaje a la vida Timothy Treadwell. Para los que tenga corazón duro y estómago fuerte es recomendable. Hay una serie de filmaciones donde se ve a Treadwell (vaya paradoja, el apellido en inglés puede ser un juego de palabras que diga Trátame bien) conviviendo con estos poderosos animales: cómo se acercaba a los mismos en sus temporadas de comer pescado en las alejadas zonas de Canadá con arroyos de montaña torrentosos cargados de salmones que van a desovar y que los osos aprovechaban para tener sus almuerzos.

En octubre de 2003, Timothy y su novia tenían su campamento a orillas de un lago en Kaflia Bay. De acuerdo con el material recopilado en el documental, Treadwell quería filmar a los osos durante la pesca de salmones. La pareja esperaba que un hidroavión pasara por ellos en el Parque Nacional Katmai, en el suroeste de Alaska, luego de haber pasado el verano estudiando los animales del lugar.

El domingo, un día antes de que llegaran a buscarlos, un oso apareció de la nada y comenzó despedazar a Timothy. Amie seguía dentro de la tienda de acampar. De acuerdo con el documental, el ecologista había estado filmando a un oso que se zambullía para comerse un salmón. El director, Werner Herzog, especuló que posiblemente fuese el mismo oso que lo atacó.

La cámara, que encontrarían durante la investigación del caso, estaba grabando con la tapa del lente puesto y registró el audio de la catástrofe.
En los últimos seis minutos de grabación, se escuchan los gritos de auxilio de Treadwell: “¡Salí, me están matando!”. Luego, Amie abrió la tienda de acampar para socorrerlo. La mujer gritó en un intento por distraer al oso, pero el animal prosiguió a seguir mordiendo la cabeza del hombre y lo arrastró bosque adentro. Cada mordedura de un oso así puede acarrear unos 500 kilos por pulgada cuadrada. El hombre sabía (antes de morir) que estaba perdido.
Timothy le pedía a gritos a su novia que golpeara a la bestia y ella usó una sartén. Al parecer, ese fue el momento en que el oso la atacó a ella, porque se escuchan sus gritos desgarradores y el audio llega a su fin.

En los últimos seis minutos de grabación, se escuchan los gritos de auxilio de Treadwell: “¡Salí, me está matando!”. Luego, Amie abrió la tienda de acampar para socorrerlo. La mujer gritó en un intento por distraer al oso, pero el animal prosiguió apretando con sus fauces la cabeza del hombre y lo arrastró bosque adentro. Lo increíble es que no tuvieran a mano un teaser o elemento de descargas eléctricas o un simple lanza gas de pimienta para que soltara a su presa. Nada. Apenas una simple sartén. Y, claro, no alcanzó.
Timothy le pedía a gritos a su novia que golpeara a la bestia y ella usó la sartén. Al parecer, ese fue el momento en que el oso la atacó a ella, porque se escuchan sus gritos desgarradores y el audio llega a su fin.
Hay otro caso, de una investigadora francesa (la antropóloga francesa Nastassja Martin) que sobrevivió al ataque. En este caso, ella no esperaba encontrarse con el animal. Él simplemente irrumpió y la atacó. Ella tenía uno de esos poderosos picos para escalar. Lo clavó con furia en el cuerpo del animal que no le gustó el dolor y abandonó a su víctima.