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miércoles, abril 23, 2025

Dejó su país y se unió a un argentino 30 años mayor

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María Fernanda es salvadoreña. Con 20 años, no sabía qué hacer. En el país de Bukele quería ser policía, pero sus padres no lo permitieron. Conoció (por internet) a Aron de 49, un hombre separado y de vida rural. Hubo flechazo. Y ella se vino. Él va de un establecimiento rural a otro. Vida dura. Pero ella no se queja. Aprendió a ordeñar, a cabalgar, cuida ovejas y vacas y se acostumbró a las temperaturas bajo cero. Tienen un hijo

Él ya venía curtido. Un matrimonio, cuatro hijos, un divorcio. De eso ya hacía ocho años. Arón Iusín hizo caso a eso de “no es bueno que el hombre esté solo”. Y empezó a buscar. El problema que con su trabajo de encargado de establecimiento rural en una zona aislada, la cosa no era tan sencilla. Por suerte tenía internet. Y en una página llamada “‘Encuentra a tu media naranja’ empezó a ver qué había de interesante hasta que se cruzó con ella.

Ella, María Fernanda Escalante León tenía 20 años y eso podía significar un problema (o varios). Aron ya iba por 49. Pero se lo veía “guapo” como se dice en Misiones a las personas que aparentan fuertes y saludadables.

Y -como se suele graficar- ‘pegaron onda‘. Hubo match, en la jerga tecnodigital

Había algunas cuestiones, que dificultaban el acercamiento: No sólo la distancia y que las edades eran diferentes sino que los ambientes también. Él siempre vivió en el campo, mientras hacía actividades rurales típicas. Ella, en cambio, era una muchacha de ciudad. Todo urbano.

La página Encuentra tu media naranja sigue vigente en la actualidad

“Nos conocimos en una página que se llamaba ‘Encuentra a tu media naranja’ y chateamos durante seis meses hasta que me hizo la propuesta de mudarme con él”, contó a Infobae la joven salvadoreña, que hoy tiene 28 años y está radicada en el país desde 2017.

Antes de Arón, Fernanda había tenido otros sueños. Intentó entrar en las Fuerzas Armadas de El Salvador, pero un problema en las rodillas se lo impidió. Luego, averiguó para aplicar en la Policía, pero sus padres se lo prohibieron. “En ese momento había muchos pandilleros, la inseguridad crecía sin parar y temían lo peor”, contó. Y razón no les faltaba. Restaban dos años para que llegara Bukele. Y el país estaba acosado por los Maras, unas pandillas de terrible poder.

Así que Fernanda, “no, eso no era posible”, le dijo la familia.

Hasta que surgió Arón en su camino…

Aron tenía un empleo rural en La Pampa. (Las fotos corresponden a Infobae).

El relato quedó plasmado por Cinthia Ruth en Infobae. Y luego de esos seis meses de contacto virtual había llegado el tiempo de conocerse. Ella decide viajar a la Argentina. ¡Para qué! Su familia puso el grito en el cielo (“¡pero ese hombre tiene la edad de tu padre!” fue un argumento) pero como era mayor nadie pudo impedir que la joven viajara de Centroamérica a Sudamérica. En pos del amor y una nueva vida.

Y al final…

Cuando apareció Arón en la vida de Fernanda ella estaba con depresión. Nada se le cumplía.  Y Arón, un incansable trabajador de campo le proponía un futuro distinto, en medio de la naturaleza. “Fue como una terapia. Me dio las fuerzas que necesitaba para salir adelante”, recordó.

Los propios hijos de él la miraban con desconfianza. Nada iba a ser fácil.

Ella antes de viajar hizo una pequeña investigación sobre el hombre al que venía a conocer. Todo cerraba. Podía ser…

Ordeñar la oveja para dar leche a los perros

Había pasado los últimos ocho años solo, tras separarse de su primera esposa. Se había casado muy joven, a los 19 años, y tras 21 años de matrimonio, la relación llegó a su fin. Sus hijos crecieron, dos se fueron a vivir a España, los dos otros se mudaron a Miramar, Buenos Aires, y él tuvo que volver a empezar. Esa necesidad de iniciar una familia lo llevó a buscar un nuevo amor por las redes.

Arón vivía solo en una estancia en La Pampa, rodeado de animales y caminos de tierra interminables.

Como señal de que todo marchó bien, dos años después, la pareja tuvo un hijo al que llamaron Bruce Adonai.

Pero la cuestión laboral era muy exigente. “En ese campo hacía el trabajo de seis personas. No podía más y empecé a buscar otro empleo para que pudiéramos estar más tiempo juntos”, recordó. Así fue como, a través de una plataforma del sector agropecuario, los dos fueron seleccionados por los dueños de un campo en Villa Calamuchita, Córdoba, para ser los caseros.

Y hacia allá fueron.

Imagen de la vivienda que habitan en Calamuchita Córdoba.

“Nos hicieron una entrevista por Zoom y nos mandaron fotos. En las imágenes la casa se veía más grande de lo que era en realidad, pero aceptamos sin dudarlo porque necesitábamos el trabajo”, dijo Fernanda, quien rápidamente aprendió a vivir en el campo, donde las comodidades son pocas y el trabajo nunca se detiene.

No es una historia de un gran amor. Sino de uno real.

Allí van Aron y Fernanda.

“La vida nos trajo hasta acá. Nos regaló este lugar y hoy nos pagan por estar en un lugar donde muchos pagarían por vivir”, afirmó Arón con la certeza de que había tomado la decisión correcta de cambiar de trabajo.

Mientras en El Salvador sus amigas soñaban con un amor idealizado, ella cambió una vida sin rumbo por una con propósito y apostó por un amor con lucha, con papeles de migración demorados, con mudanzas de estancia en estancia y con jornadas de trabajo de sol a sol. Un amor que, lejos de parecerse a un cuento de hadas, era mucho más auténtico, relata la cronista de Infobae.

Ahí están en la selfie. Él toma la foto. Ella abraza a su hijo y atrás corre un “río” (como dicen en Córdoba). Se los ve bien.

Es claro, que recuerda sus días en la ciudad cuando quería algo e iba a comprar. Acá no es así. Y ni hablar de la temperatura. En El Salvador no existe el frío. “Acá me tuve que acostumbrar a bajo cero y usar guantes y gorros de lana…”, dice ella.

Y sí. Tienen un canal en YouTube donde transmiten sus experiencias

Ahí están de paseo por Santa Rosa de Calamuchita.

Van a una pizzería. Y la pasan bien.

De paseo a la ciudad

Sí. Hay cosas que han cambiado en la vida de Fernanda.

De estar sola a tener marido.

De ser soltera a tener un hijo.

De no tener trabajo a realizar tareas en ámbitos rurales.

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