Escribir y expresar las ideas propias es un derecho. Pero publicarlas no parece tan sencillo. Desde hace 150 años hay diversos procedimientos. Y más allá de los avances tecnológicos de la industria gráfica, la "picardía" de muchos en el negocio hace que los creadores muchas veces, como Emilio Salgari, rompan su pluma y terminen suicidándose al mejor estilo japonés.