Kenzaburo Oé y su esposa tuvieron un hijo que nació con hidrocefalia. La operación era riesgosa. Y lo fue. El niño (Hikari) quedó con lesiones cerebrales permanentes, epilepsia, veía mal y tenía limitaciones severas de movimiento. Hasta que una profesora de música abandona todo y se dedica al chico. La música terminará salvando a todos