Aron y Fernanda no tenían nada en común: ni país, ni edad, ni estado civl, ni el ámbito en que vivían. Nada. Y sin embargo, tras conocerse por internet, ella dejó El Salvador su país natal y la ciudad y se vino a vivir con él en ámbitos rurales. Y ahí están. Han pasado ocho años. TIenen un hijo. Y viven en el campo