Tenía 32 años. Sus familiares lo reconocieron por un tatuaje en el brazo. Se estima que la infortunada víctima pudo haber caído del vehículo junto a la costa y luego ser arrastrado por la marea. Y luego ser atacado por el escualo
Diego Alejandro Barría vivía cerca de Comodoro Rivadavia. Una vida normal: le gustaba divertirse y la vida al aire libre. Tenía su esposa Virginia Brugger de la que se despidió y a bordo de un cuatriciclo comenzó a recorrer la zona de Puerto Visser cerca de Comodoro donde residían. Era el sábado 18 de febrero el malhadado día en que decidió hacer el paseo rumbo al campo donde tenía pensado encontrarse con algunos amigos. Iba con el casco correspondiente.
Los amigos que lo esperaban en la estancia recién el domingo por la mañana dieron el aviso de que no había llegado.
En el viaje -aún lo recuerdan- Diego saludó a un grupo de amigos pescadores que lo conocían y que luego recordaron el momento. Asimismo en su aciago periplo terminó saludando a un conocido quien se transformó en la última persona en verlo con vida.
Según se informó se dirigía a una reserva natural existente en el lugar. Para luego ir a visitar a unos amigos que lo esperaban en Puerto Visser
De ahí en más, todo misterio.
Si bien su familia sabía que estaba demorado, ante su ausencia realizaron la denuncia.
A 40 horas luego de su desaparición, un grupo de personas halló su cuatriciclo y su casco, ambos destrozados, en la zona de Rocas Coloradas. Por este motivo, las autoridades policiales, personal de Bomberos y Prefectura Naval realizaban un intenso trabajo de rastrillaje con canes a pie, desde el aire y vía submarina en el paraje costero entre Puerto Visser y Rocas Coloradas.
Ya con todas las fuerzas y organismos buscándolo, hubo pocas novedades hasta el último domingo de febrero. Dos pescadores encontraron restos humanos en uno de los tres tiburones (los llaman cazones) que habían pescado. El pez tenía un metro y medio de largo.
“Justo yo tuve la mala suerte de descubrir el brazo de Barría. No sé por qué decidí abrir el tiburón y en su estómago aparece el antebrazo con un tatuaje. Ahí cambió todo. Juntamos las cosas, vinimos a Caleta y fuimos a Prefectura. Y sí, era él…”
Ante el descubrimiento en uno de los tiburones, los pescadores dieron aviso a la Prefectura Naval de Caleta Córdova. Criminalística intervino en el hallazgo y trasladaron los restos correspondientes a una extremidad a la Morgue Judicial. La familia de Barría fue contactada y confirmaron que pertenecían al hombre luego de identificar un tatuaje de una rosa color verde y rojo con una inscripción ilegible.
La gran cuestión
Lo que las autoridades no logran determinar aún es si Barría fue víctima de un ataque en tierra antes de caer al mar o no. El resto, ya es más probable. El hombre cae desplomado en la playa, inconsciente, el casco desprendido de su cabeza y cuatriciclo roto. Queda en el lugar sin recuperar la conciencia, llega la marea y lo arrastra. Quizá nunca se recuperó. De lo contrario, pudo ser una muerte horrible: tomar conciencia de que era víctima de un ataque de tiburón (como en los peores filmes del género).
La Unidad Regional de Policía de Comodoro Rivadavia había informado que en el lugar solo se encontró el cuatriciclo y el casco, y de él no ha habido novedades. Al respecto, la comisaria Daniela Milatruz había afirmado que sí hubo un accidente y se están realizando las pericias correspondientes para saber si hubo otro vehículo involucrado.
En esa oportunidad, la jefa policial indicó que las hipótesis que se manejaban después del accidente eran que “puede haber salido caminado o que lo haya agarrado la marea”, atento a que el asiento del vehículo el mar arrastró el asiento y lo dejó en la costa.
“Manejamos dos hipótesis. Una que haya salido herido y la otra -que tiene más peso- es que, por el impacto según el estado del cuatriciclo y el casco, es que haya quedado inconsciente en la costa y que esa pleamar grande lo haya ‘metido’ hacia adentro”, sostuvo el subsecretario de Protección Civil, José Mazzei, hace unos días
