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sábado, octubre 12, 2024

Vio la nota sobre la historia de los jesuitas y compartió su poema

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Ercilia “Beba” Morales vivió 20 años en Misiones y publicó un libro de poemas. Uno de ellos refiere a las misiones jesuíticas. En un artículo, el historiador Alfredo Poenitz destacó por qué los curas ignacianos fueron expulsados del continente. Y ella recordó su poema y lo comparte.

“Los leo todos los días y es muy grato para mí que viví 20 años en Posadas y ahora estoy en Buenos. Aires. Vi su artículo de las Misiones Jesuíticas de hoy y recordé que mi amigo Marcos Frank, le dio un libro mío de poemas, donde hay uno de ellos que se refiere a los Jesuitas, “Tormenta en las Misiones” (salvando las distancias con el artículo histórico) Si hay algún día una posibilidad de publicar algo que le guste de mi libro, estaré encantada y agradecida, ya que pronto iré a Posadas a presentarlo”.

Así, con sencillez escribió Ercilia ‘Beba’ Morales.

Se refería a la nota de opinión de Alfredo Poenitz muy contundente por cierto acerca de los motivos de la expulsión de los jesuitas de esta tierra.

El poema pasea una mirada por lo que fueran las reducciones. Vale la pena conocerlo.

TORMENTA EN LAS MISIONES

Aroma de azahares perfuma tus noches
y la brisa tibia hamaca las ramas
y la costanera se puebla de luces
y el agua del rio a la costa baña.

¿Como definirte con palabras? ¡selva!
El canto y los colores de los pájaros,
tu naturaleza y los saltos frescos
y ese clima tuyo que es como un abrazo.

Habitan las plantas de hermosas orquídeas,
helechos, palmeras y árboles frutales;
bananeros, paltas, lapachos, laureles,
Tacuaras y mentas y otros vegetales.

Cuando las tormentas arrasan los montes
Rebasando arroyos fuera de sus cauces
limpiándolo todo, junto con el viento,
Se va re pintando de nuevo el paisaje

                        *

Hace muchos años llegaron a América,
histórico hecho del Reino de España;
vinieron en barcos a las nuevas tierras
los Comendadores a colonizarla.

Habitaban guaraníes primitivos
que por traficantes eran secuestrados,
para esclavizarlos eran perseguidos,
por Encomenderos eran explotados.

Corrían los años mil seiscientos nueve
y llegaron Padres, a evangelizarlos,
de la Compañía de Jesús se venían,
De Loyola, Ignacio, los había fundado.

Fueron “Reducciones”, así las llamaron
creando las bases de nuevas ciudades,
en sector de montes rodeado de ríos,
llegaron a treinta las comunidades.

También en Corrientes y pueblos vecinos,
su tierra fecunda Paraguay brindaba.
En Brasil y al este de nuestra Misiones
con la sede comercial en Candelaria.

Siendo maestros de todos los oficios
fabricaron instrumentos musicales.
Exportaron bellas arpas y violines,
se deleitaron con cánticos corales.

Cocinar sus panes y enseñar cocina
pintura, tareas con artesanías,
vajillas y telas, hierro, plata y oro,
sombreros, canastos y carpintería.

Criaron ganado, sembraron sus chacras,
fundaron escuelas, hicieron la imprenta,
publicaron libros del habla aborigen.
De todas sus obras muchas se conservan.

La forma de vida era esplendorosa;
“paraíso en tierra” fuera bautizada.
Tenían el agua corriente que hoy día
no gozan las zonas más civilizadas.

Políticamente bien organizados,
comenzaron a inspirarles desconfianza,
con soldados y milicias naturales,
a los Reyes que de lejos gobernaban.

Mas los párrocos respondían al Papa
y las monarquías ya no lo aceptaban.
Querían las tierras y las posesiones:
ya los tributos no les conformaban.

A los privilegios de bienes de Roma,
negaron regalías de las que gozaban.
Temas de intereses y de economía,
en secreto, hablaron los que dominaban.

Portugal primero, seguido por Francia
y más tarde España, con Carlos tercero,
ordenaron expulsar de sus colonias
en total: seis mil jesuitas misioneros.

Territorios de ultramar, del “Nuevo Mundo”
establecidos en pueblos amerindios
incautaron bienes de su patrimonio
y tomaron posesión de los dominios.

Unos sacerdotes volvieron a España,
otros se negaron, junto con el pueblo,
que se resistía a dejar sus casas,
su hogar y sus vidas por un siglo y medio.

Al no obedecer, indígenas y monjes
fue cual dar la orden para aniquilarlos.
Mientras entonaban coros celestiales
los mataron con las cruces en las manos.

Los que acataron el cambio de mandatos,
a las nuevas leyes fueron sojuzgados.
Pero de a poco se alejaron emigrando,
por querer ser libres, ya no ser esclavos.

                          

Arrasan las lluvias, y horadan el monte,
a la tierra roja y caminos, por años
y esplendor de joyas, y piedras preciosas,
surgen de repente, como del Sagrario.

Valiosos Copones y otras piezas de oro
De capillas indias que fueron diezmadas.
Con temor los indios lograron taparlas
en el vientre mismo de la Pacha Mama.

Hace tiempo afloran aquellos tesoros,
vive la leyenda de los inmolados…
Los sobrevivientes, nativo o mestizo,
anhelan justicia: ser dignificados.

Admitiendo su valor rinde homenaje;
Como Patrimonio -la Unesco declara-
de la Humanidad toda, Misiones Jesuitas…
¿Podrán de esta forma ser desagraviadas?

La autora

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