Se trata de una canción pegadiza con palabras inventadas, animales que usan zapatillas y hablan un idioma que parece una mezcla entre el italiano y el español. “Los niños son consumidores cautivos”, advirtió Rosana Hadad, tecno educadora en LG Play. Críticas a la forma de usar la inteligencia artificial para esto.
Una canción pegadiza con palabras inventadas, animales que usan zapatillas y hablan un idioma que parece una mezcla entre el italiano y el español. Las imágenes son coloridas, los personajes bailan, los objetos vuelan, y todo transcurre en una coreografía sin lógica. A simple vista, parece un nuevo contenido infantil más, pero detrás del fenómeno viral conocido como “Tralalero tralalá”, hay mucho más que entretenimiento.
Los protagonistas del video son figuras generadas por Inteligencia Artificial (IA), que mezclan animales humanizados con elementos de la vida cotidiana. A su alrededor aparecen escenarios que cambian constantemente: un tiburón con zapatillas de marca, vasos de café con cuerpo humano, carpinchos dentro de un coco en la playa. Todo esto acompañado por una canción inentendible y pegajosa que circula en TikTok y otras redes sociales.
“Estas caricaturas están hechas con Inteligencia Artificial y lo podemos notar por lo absurdo de algunas combinaciones en las imágenes”, explica Rosana Hadad, ingeniera, investigadora y tecno educadora de la UNT. La especialista advierte que el fenómeno, aunque no se diseñó específicamente para niños, termina teniendo en ellos un impacto significativo.
Según Hadad, uno de los elementos más preocupantes es la publicidad encubierta: “Está pensado para que dentro de lo que observamos haya referencias comerciales. Por ejemplo, la marca de las zapatillas que usa el tiburón no está ahí por casualidad. Todo esto está armado con un fin de marketing”.
Hadad subraya que los videos como Tralalero tralalá no tienen estructura narrativa ni coherencia. “No puede considerarse una producción audiovisual. No hay guionistas ni escritores que piensan en un público infantil. Es simplemente una combinación de elementos que produce la IA al recibir una orden. La máquina accede a lo que tiene disponible en sus redes neuronales y crea algo que capture la atención de los usuarios”.
Herramientas cognitivas
El problema, advierte la especialista, es que este tipo de contenidos termina siendo consumido por niños pequeños, quienes no tienen aún las herramientas cognitivas para distinguir lo que ven ni interpretar críticamente las imágenes. “Lamentablemente parte de esa audiencia son nuestros niños. Y deberíamos ofrecerles otro tipo de contenidos que los ayuden a desarrollar sus funciones cognitivas”, señala.
Mientras que los adolescentes pueden consumirlo como algo más entre tantos productos virales, los más chicos quedan hipnotizados. “El video se viraliza y aparece en todas las redes donde se ha pagado presencia. Los niños son consumidores cautivos y están siendo manipulados”, alerta Hadad.
La experta hace un llamado urgente a los padres, madres y cuidadores. “Este tipo de material no ofrece nada productivo. No contiene historias con las que el niño pueda proyectar su propia realidad. No puede ser esto el objeto de atención durante la niñez. Hay que pararlo. Los adultos deben estar presentes, ver qué es lo que consumen los chicos y decidir en consecuencia”, reclama.
