Instituciones religiosas de la capital del monte vienen trabajando desde hace un decenio acompañados por el gobierno de la ciudad. Comenzó en 2015. Y lo vital de ayudar: primero se enferma el adicto, luego la familia y finalmente, la sociedad toda. El trabajo silencioso que salva
Hace una década comenzó silenciosamente como el camino incansable de las hormigas: eran personas que se acercaban en busca de ayuda, orientación y contención para iniciar un tratamiento, guiados por un equipo multidisciplinario de profesionales de la salud (psicólogos, psiquiatras, psicopedagogas, nutricionista y asistentes sociales). Y como las hormigas fueron construyendo algo grande.
Hoy es una realidad: personas que trabajan en la sede ubicada sobre la avenida Sarmiento 645, donde también atiende un referente de Narcóticos Anónimos. En cuanto a las consultas, fueron alrededor de 25 mil durante diez años..
Se trata de un ecumenismo bien entendido: Instituciones religiosas de la capital del monte vienen trabajando desde hace un decenio acompañados por el gobierno de la ciudad. Comenzó en 2015. Y lo vital de ayudar: primero se enferma el adicto , después se enferma su familia, y finalmente se enferma la sociedad.
Hay 1400 historias clínicas que brindan cobertura a todo el entorno familiar. Se contiene y acompaña en el proceso junto a los colaboradores que integran la Pastoral de Adicciones. Un trabajo de mucho amor por el prójimo entre diferentes instituciones religiosas, acompañados por el Gobierno de la Ciudad de Oberá.
El voluntariado empezó en el 2015, dentro de Cáritas Diosesana, en una secretaría que se llama Ciudadanía. En una convocatoria se habló de la posibilidad de acompañar a las personas enfermas de consumo, de adicciones, para acompañarlos. Comenzando con un primer paciente.
Durante estos primeros diez años se trabajaron con 1400 historias clínicas, que son realidades de 1400 personas, brindando cobertura a la familia. En este aspecto explican desde la pastoral que el adicto se enferma primero, después se enferma su familia, y se enferma la sociedad.
Más allá del acompañamiento profesional, el corazón del espacio está en el compromiso de voluntarios que desde el inicio se sumaron a la tarea de asistir en todas las instancias del proceso. A ellos se suman distintas instituciones públicas y empresarios locales que desde el anonimato colaboran para garantizar la continuidad de este servicio gratuito y esencial, sostenido bajo el ala de la Diócesis de Oberá, cuyo titular es monseñor Damián Bitar.
La adicción es una enfermedad que no discrimina edad, clase social, religión, clase política, es transversal a todo, no elige, existen gente en la calle, gente en los calabozos, y gente en el cementerio.
En la noche del jueves 26 de junio, en la Catedral San Antonio, se desarrolló una misa que presidió el Párroco Ariel Manavella, en el marco el día Internacional de la lucha contra el uso indebido y el tráfico ilícito de drogas, además por los diez años de la Pastoral de Adicciones.
Posteriormente, en el predio Oasis de la Misericordia, junto al intendente Pablo Hassan se dejó inaugurado un espacio de escucha que es de vital importancia en el trabajo diario que realizan desde el voluntariado, acompañado por Roberto Padilla, Secretario de Estado de Prevención de Adicciones de Misiones y Claudio Ludtke, Comisario General, Jefe de la Unidad Regional 2.
Luego, en el predio Oasis de la Misericordia donde funciona la sede de la Pastoral Diocesana de Adicciones, se descubrió una placa conmemorativa por los diez años de labor. Además, el intendente Pablo Hassan dejó inaugurado un nuevo espacio de escucha, considerado clave para el acompañamiento diario de quienes atraviesan situaciones críticas vinculadas al consumo y necesitan un sitio acorde y privado para comenzar a contar su situación. Es el primer paso en el camino de la recuperación.
El coordinador de la Pastoral es el doctor José Fabio, profesional fuertemente comprometido con la temática, quien recordó que la tarea comenzó en 2015 dentro de la Secretaría de Ciudadanía de Cáritas Diocesana. Fue entonces cuando, a partir de una convocatoria, se planteó por primera vez la necesidad de acompañar a personas atravesadas por consumos problemáticos. La historia empezó con un solo paciente y hoy ya son miles los que pasaron por el espacio.
“El adicto se enferma primero, luego su familia y después toda la sociedad”, explicó el referente de la Pastoral, al poner en perspectiva la importancia del abordaje comunitario de una problemática que atraviesa edades, clases sociales, credos y banderas políticas. La adicción, insistió, no discrimina, y en ese diagnóstico coincide la experiencia cotidiana del equipo.
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