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viernes, abril 19, 2024

Madre e hija y una producción ejemplar de frutillas

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Se trata de Cristina Barchuk y su hija Damaris Diamela Diemchylo quien es contadora. Fueron perfeccionando el sistema y ahora poseen sus propias mudas producidas en su chacra.

Cristina Barchuk había terminado el secundario y tenía todo previsto. La carrera de Comunicación Social recién abierta en Posadas y cientos de jóvenes se apilonaban para estudiarla. Eran los años noventa. Todos querían ser famosos y triunfar en la tele. O al menos, en alguna radio o, quizá, si manejaban la escritura, en algún diario (no había tantos).

Ella, oriunda de Campo Viera, también tenía sus expectativas.

“Bueno, las tenía –dice sonriendo hoy en día, mientras mira una imagen donde se la ve con su esposo y sus cinco hijas- pero se me cruzó un señor. Y ahí cambié las prioridades. Nada de estudiar. Casamiento”.

Y enseguida empezaron a llegar sus niñas.

“Hoy, ellas ya están crecidas y tres ya son profesionales (o a punto de serlo) y la verdad es que la última llegó casi sin esperarla. Pero aun así ya tiene once. Así que con mi hija que es contadora decidimos empezar algo”.

Y ese algo, hoy está andando muy bien.

Su hija, la contadora Damaris Diamela fue la que le dijo hace tres años atrás, en octubre de 2018, que había que dedicarse a algo. Y ellas apostaron a la producción de frutilla. Había que empezar de cero con todo, pero la chica no se amilanó.

Investigó, buscó y ese gen del emprendedor que hay en Misiones brotó como sus plantas y empezaron por lo primero. Ir a buscar los plantines.

Ahora ya están bien.

“Sí, nuestra producción se vende en la zona: Oberá, Campo Grande además de Campo Viera. Muchos nos leen en las redes sociales y vienen. Estamos sobre la ruta 14 bastante cerca del Camping Cachofre en el kilómetro 35”.

Todos asocian al período de finalización de invierno e inicio de la primavera como el de la frutilla, pero Cristina afirma que todo el año, hay. “Ayer saqué ocho kilos; hoy entre 5 y 6 kilos. Trabajamos mucho con las reposteras que incorporan nuestra fruta a las tortas. Así que cuando nos piden, debemos tener la cantidad consignada”.

Y así, hace tres años buscaron traer desde Neuquén los plantines para hacer un cultivo semihidropónico de frutillas.

“La primera parte se pidió y luego otra variedad. Y murió todo. La verdad es que el arranque no fue bueno. Trajimos unas 5 mil mudas. No se adaptaron y quedaron 800 plantas”.

Era un punto dramático. Estaban por perder todo. La inversión completa. Y las plantas que no se adaptaban al clima subtropical.

“Las cuidé, cuidé y cuidé. Y de ahí saqué nuestras propias mudas. Ahora, tengo vivero completo con 10 mil plantas mudas”.

Y, claro, la conclusión es sencilla: “Tenemos que hacer nuestras propias mudas”.

Estolones

¿Cómo consigue la muda? Se buscan los estolones. Son como unas extensiones que las plantas largan abajo. “Como unas guías que largan ellas y queda una mudita”.

Y así fue yendo: al tanteo.

“El año pasado saqué esas mudas. Y planté en tierra. Tengo un invernadero y quiero poner alambre pero no puedo porque no pudimos comprar. Cuando arrancamos pedimos un crédito y aún no terminamos de pagar”.

Así muchas cosas funcionan con el sistema prueba y error. “Experimentamos. La productividad baja (hay menos cantidad) cuando tiran estolones”.

Y un desprevenido se pregunta: ¿Qué son los estolones?

Sí, son esos gajitos rastreros que larga la planta. Y de allí saldrán nuevos plantines.

Cómo corta el estolón. “Con tijera común y voy haciendo la muda. Y luego el sistema de semi hidroponía”.

Esto es, la planta no irá al suelo. “No va en directo en la tierra sino en un sustrato de cáscara de arroz quemada que mi hija consigue en Posadas. Es de La Cachuera”, indica Cristina.

“Se reseca la cáscara. Luego se dispone el fertilizante con caldo preparado. Y se le envía por goteo. Ahí van los elementos nutrientes que necesita la planta, como ser, potasio, calcio, fosforo. Fungicida usamos cada tanto cuando hay muchas lluvias”

Insecticida solo una vez ataque de gusanos… En conclusión, nuestro clima quiere a la frutilla”, dice con entusiasmo.

“Ahora queremos hacer el sustrato con aserrín y turba. Creo que voy a probar solo con aserrín. Ya probé 10% hecho y funcionó. Pensé que iba a traer más gusanos…pero no fue así”.

¿Y la turba? “Bueno, es una sustancia que se compra. Sale mucho dinero. Es como polvo de té, creo que es estiércol de gaviotas”.

Ella una mezcladora tipo las de construcción y va probando. “Hice la proporción 7 x 3 (7 de cáscara y 3 de turba) y también probamos en  5 x 5”.

Y así van.

“Del cuidado y riego me dedico. No tenemos un técnico que nos asesore. Porque cuando pedimos, nos asesoraron mal. Y ahí lo corrimos y vamos por la nuestra.

En estos momentos están vendiendo a 400 pesos el kilo de frutilla “porque entra competencia desde Corrientes”.

Pero “llegamos a vender 700 pesos”.

Y le suele sobrar. “No. Yo no llego a guardar. Cuando quedó un poquito, jalea hice y vendí”.

Sobre la duración de planta, estima que tres o cuatro años.  “Planta hecha acá en nuestra zona dura más que las que se traen de otros lados. Eso lo decimos por nuestra propia experiencia”.

Quedó claro: Damaris Diamela empezó todo. La contadora que vive en Oberá pidió un crédito y se lanzó. “Estamos trabajando en un terreno de mi suegro y tenemos un buena disponibilidad de agua. Él me cedió en comodato. Ahí está la plantación de frutillas”.

Hace un mes y medio atrás (en septiembre) llegaban a cosechar 50 kilos por día. Ahora, la cantidad bajó a menos de diez diarios.

Cuando es muy intensa la cosecha, las chicas se involucran en el recolectado de frutas.

Recibieron ayuda oficial a través del Ministerio del Agro con los polietilenos (o agrotileno) para los resguardos. Pero admiten que necesitan más cosas como para el goteo y riego, las cintas y la bomba para sacar agua.

“La planta necesita limpieza, hay que tenerla sin hojas secas, gajitos… ‘Es una señorita’”.

Sí, una señorita, dice Cristina. La que quería estudiar Periodismo y Comunicación y se le cruzó un señor Diemchylo y con él tuvieron cinco señoritas.

“Tres ya son profesionales: Debora Daiana.  Es profesora de inglés;  Damaris Diamela (contadora y coprotagonista de esta historia); Deisi Dalila, abogada; Danna Daniela (estudia psicopedagogía Oberá) y la más pequeña Dayla Denisse”.

Y agrega: “Justo a mí me vino a tocar, pero la verdad es que la frutilla es una señorita más que tenemos que cuidar”, dice Cristina, sonríe y se va con una frutilla en la boca.

El apoyo técnico y aporte de 1000 plantines

En el marco del Programa de Incentivo a la Producción Hortícola Comercial, el Ministerio del Agro y la Producción, a través de la Subsecretaría de Desarrollo y Producción Vegetal lleva adelante el acompañamiento integral para el desarrollo de emprendimientos con el cultivo de frutilla.

Las líneas de trabajo incluyen la provisión de plantines de alta calidad genética y acompañamiento técnico para promover el éxito de las plantaciones. La entrega de plantines tuvo lugar en mayo con el dictado de una capacitación sobre el correcto manejo del cultivo: selección del material, preparación del suelo, sistemas productivos, fertilización, cosecha y plagas y enfermedades.

Asimismo, los miembros del Equipo Territorial Interdisciplinario (ETTI) realizan un constante seguimiento y próximamente todas las recomendaciones estarán disponibles en formato digital en un cuadernillo técnico del Cultivo de Frutilla en Misiones.

Las y los productores beneficiarios son 35 y se ubican en los municipios de Jardín América, Cerro Azul, San Vicente, San Pedro y El Soberbio. Fueron seleccionados luego de un relevamiento realizado por los miembros del ETTI en el que se analizó la factibilidad de cada establecimiento.

Cada predio recibió hasta 1000 plantines como Aportes No Reintegrables, teniendo en cuenta las condiciones de infraestructura y la capacidad productiva instalada. A la fecha, las y los productores se encuentran cosechando y comercializando en mercados locales y zonales. El rendimiento por planta se ubica entre 500 gr. y 1 kilo de fruta por año.

El tipo de plantín entregado se denomina “Fresco”, proveniente de la provincia de Mendoza de viveros que utilizan material de propagación con trazabilidad, certificados por INASE y controlados sanitariamente por SENASA (libre de virus). Se trata de cultivares de alta calidad genética adaptados a las condiciones agroclimáticas, con rendimientos potenciales elevados y de excelente calidad de fruta.

Estas características, sumadas a un buen manejo, son importantes para obtener resultados productivos y económicos, siendo las herramientas brindadas por la cartera agraria de fundamental importancia para promover la incorporación de actividades diferenciadas que permitan un aumento de rentabilidad en las chacras.

La finalidad es que los esquemas de producción tradicionales con escasa incorporación de tecnologías o materiales genéticos se puedan reemplazar con sistemas productivos con una mirada comercial a escala, que sean más rentables y eficientes.

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