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martes, mayo 14, 2024

La mujer que no es protegida por progresistas ni feministas

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Se llama Yasmine Mohammed. Nació en Canadá. Fue obligada a llevar el velo (hiyab) desde los nueve años. Si no memorizaba bien el Corán era azotada. Cuando fue a la Justicia, los jueces dijeron que no se meten con las familias árabes

El relato pertenece a Alejo Schapire, un periodista argentino que vive en París. “Yasmine Mohammed (Vancouver) fue obligada a llevar el hiyab a partir de los 9 años, era azotada en la planta de los pies –porque no dejaba marcas– hasta no poder caminar y amenazada con arder en el infierno cada vez que fallaba en memorizar correctamente el Corán. A los 13 años, la policía intervino por maltrato, alertada por un maestro, pero el juez consideró que, al pertenecer a una familia árabe, debía someterse a esa disciplina”.

Hoy en día, cuando el progresismo mundial junto a las feministas se ponen al frente en las reivindicaciones para buscar un mundo más equitativo, un mundo sin tantas agresiones con el MeToo como mascarón de proa, el testimonio de esta mujer parece ir a contracorriente. A ellas, las mujeres que provienen del mundo árabe, que pertenecieron a la religión del Islam, no las protegen. Aunque pidan socorro y reclamen atención, poco hace el mundo bien pensante occidental por estas mujeres. Para ellas, no hay MeToo.

Sin embargo, ella dice que es al revés. Que las personas que se dicen pensantes y progresistas así como las que defienden a las mujeres abandonaron a su suerte a todas las que luchan por sacarse el velo y que no es una cuestión religiosa sino de humanismo. Cree que honestamente a las feministas no les interesa la suerte de otras mujeres del mundo árabe. Así de sencillo.

A los 19 años ya estaba casada en un matrimonio arreglado. El problema era que su marido era uno de los integrantes de Al Qaeda que terminó participando del atentado a las Torres Gemelas.

Francia ya prohibió el uso de velo en lugares públicos

Pero -el detalle es aportado por Schapire. “Acababa de tener una hija con él (el agente de Al Qaeda y a la sazón, su marido). El día en que su madre, egipcia, le explicó que debería mutilar genitalmente a su pequeña hija para arreglarla, la joven huyó de su familia con la pequeña. Se inscribió en la universidad, donde encontró las herramientas para desarmar el adoctrinamiento misógino al que la había sometido su comunidad”.

Hay que decirlo con todas las letras: La mutilación genital femenina impulsada por algunas ramas de esta religión se aplica (con tristeza y dolor) en muchos lugares de África. Y aunque ha habido algunas protestas, las sociedades tribales de dicho continente son influenciadas por estos principios terribles. ¿Cuáles son? La mujer vino para parir hijos. No tiene que gozar del acto sexual ni llevar una vida sexual sana. Sólo están para producir descendencia.

En sus charlas, Yasmine muestra cómo es usar el hijab y si se considera una libertad

Sobre esta aberración, los colectivos que dicen defender a las mujeres no se han expedido y tampoco han realizado campañas siquiera para acompañar a mujeres valientes como Yasmine. Ni siquiera. Ella está (casi) sola en esta lucha.

Su iniciativa tiene un nombre elocuente: “Corazones libres, mentes liberadas” (Free Hearts, Free Minds). Y desde su condición de ex musulmana apoya a ex musulmanes ocultos en países donde esta religión es mayoría y coordina una campaña en línea llamada #NoHijabDay en contraposición al Día Mundial del Hijab.

Todo empezó desde Hollywood, como muchas veces, y desde allí se replicó el mensaje de Yasmine. El progresismo hizo oídos sordos

En lugares como la India, se denota cierta rebeldía en las adolescentes.

Y sigue Schapire. “El disparador de la necesidad de contar su historia y denunciar la opresión de la mujer en el mundo islámico no vino del discurso de un iluminado de Alá sino de Hollywood. En una emisión de Real Time with Bill Maher, en 2014, vio al actor Ben Affleck tratar de racistas a Maher y al filósofo Sam Harris por denunciar cómo el progresismo hacía la vista gorda ante la persecución de minorías sexuales y religiosas. Entonces, decidió “contrarrestar esta narrativa”, con la legitimidad de ser mujer, de piel oscura y de cultura árabe y musulmana”.

En 2019, Yasmine Mohammed publicó Unveiled: How Western Liberals Empower Radical Islam (Sin velo: Cómo los progresistas de Occidente empoderan al islam radical que puede verse más abajo en forma de video), su historia de emancipación, que será editado en castellano en septiembre en Argentina por Libros del Zorzal.

Mientras tanto, participa en campañas contra la obligación del uso del velo integral, como el #NoHijabDay y, en los últimos días, ha sido una de las impulsoras de #LetUsTalk (Déjennos hablar), un hashtag en que mujeres que crecieron en hogares musulmanes piden ser escuchadas.

En una nota publicada en Seul, recordó cómo empezó. Un pediatra cuestionó el hecho de obligar a usar velo en niñas. “Se ha vuelto ‘progresista’ ver el hiyab como un símbolo de equidad, diversidad e inclusión”, deploró en una nota publicada en una revista médica.

El libro “Sin Velo: cómo los progresistas de occidente empoderan al islam radical” será editado en la Argentina este año

El Consejo Musulmán de Canadá no la dejó pasar y las quejas hicieron retroceder a la revista al punto de eliminar la imagen que era cuestionada.

Ahí Schapire pregunta a Mohammed:

Varias organizaciones, entre ellas el Consejo Nacional de Musulmanes Canadienses, el Consejo Consultivo Musulmán de Canadá y la Asociación Médica Musulmana de Canadá, criticaron la carta del pediatra por ser “islamofóbica” y pidieron al Canadian Medical Association Journal que se retractara. El CMAJ retiró la carta y se disculpó formalmente. ¿Cómo se sintió al ver la reacción del CMAJ?

Traicionada. Indignada. Asqueada. Los editores de la revista decidieron capitular ante estos grupos musulmanes a pesar de que en privado nos escribían diciendo que reconocían lo antimujer y antilibertad que es el hiyab y que se avergonzaban de haber puesto a una niña con hiyab en la portada. Es pura actuación (pour la galerie). Y cobardía.

Y ya en este punto, va hasta el hueso.

¿Cuál ha sido su experiencia personal al dejar el hiyab y la opresión religiosa estando en el mundo occidental? ¿Hasta qué punto Occidente fue una ayuda o un obstáculo?

Ya había sido traicionada por mi país cuando tenía 13 años. Mi profesor me remitió a los servicios de menores y acabé llevando a mis agresores a los tribunales. El juez dictaminó que mis abusos eran “culturales” y, por lo tanto, no intervendría. Después no busqué apoyo en Canadá. Me salí con mi hija de esta situación viciosamente tóxica en la que estábamos sin su ayuda.

¿Qué responde usted a las feministas o instituciones progresistas que defienden en Occidente el uso del velo islámico como “una libre elección”?

“Si una mujer elige apoyar su propio sometimiento, es su derecho. Y mi derecho es hablar contra la toxicidad y el peligro de esa herramienta de misoginia”

La verdad es que no es para nada una elección libre. Cuando te dicen de niña “podés elegir: llevar esto o quemarte en el infierno por la eternidad”, ¿cómo podés describir eso como una “elección libre”? No importa. Incluso si una mujer elige apoyar su propio sometimiento. Es su derecho. Y es mi derecho hablar contra la toxicidad y el peligro de esa herramienta de misoginia y compartir mi historia de trauma y apoyar a otras mujeres que también lo odian y que quieren quitárselo sin temer por sus vidas.

¿Por qué al feminismo occidental, muy alerta ante los micromachismos cuando son perpetrados por el hombre blanco heterosexual, le cuesta tanto escuchar el grito de auxilio de mujeres de cultura musulmana, cuando el hiyab es claramente un instrumento de sexualización de la mujer y sumisión al patriarcado? ¿Cómo percibe este doble estándar?

Esta es una excelente pregunta. La única respuesta que se me ocurre es que no les importa. Creen que están a salvo. Creen que sus hijas y hermanas están a salvo, así que ¿por qué molestarse?

“¿Por que al feminismo occidental le cuesta tanto escuchar el grito de auxilio de mujeres de cultura musulmana?”

O sea, no les interesa…

Sí. Exacto. Y honestamente puedo entender esa apatía y egoísmo. Es la naturaleza humana. Lo que no puedo entender es cómo apoyan activamente los sistemas contra los que luchamos. Eso es pura maldad innecesaria. No hay necesidad de envolver esta herramienta de subyugación de las mujeres en la cabeza de una niña pequeña y luego ponerla en la portada de una revista. Eso ya es promoverlo activamente.

Creo que la mujer occidental no le interesa esta lucha. Nos les importa porque creen que sus hijas y hermanas están a salvo.

Esta entrevista muestra a Yasmine cuando explica como los progresistas occidentales empoderan a los radicales islámicos

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