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domingo, abril 28, 2024

Los médicos salvaron su vida y hoy sueña con salvar la de otros

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Matías Ezequiel Melnik en sus primeros años de vida fue salvado por los médicos de un cáncer extraño para ese entonces. Atravesado por su historia de vida en los hospitales, hoy con 21 años decide estudiar medicina para salvar y mejorar la vida de otros. Un ejemplo de perseverancia y fortaleza.

Matías Melnik superó un cáncer muy extraño para esa época, se trataba de un tumor neuroectodérmico primitivo. En sus primeros años de vida se convirtió en un sobreviviente que marcó un antes y un después en el campo de la medicina. A sus 21 años inspirado por los médicos que lo ayudaron a transitar esta enfermedad y porque prácticamente se crió en el Hospital Italiano de Buenos Aires, decide estudiar medicina para ser colega de los que le salvaron la vida y así poder salvar otras. Actualmente está en el cuarto año de la carrera la cual estudia en la Universidad Católica de Misiones.

En un diálogo con Periodismo Misionero, Matías relató su historia con ayuda de Clarita Nélida Klimczuk, su madre. “A los siete días de nacido tuve una masa que empezó a crecer en el área de la parótida y la oreja, fui al pediatra a consultar y junto con la ecografista intentaron descartar causas infecciosas, como paperas, etc. Pero al no encontrar un diagnóstico certero me derivaron al Hospital Italiano en Buenos Aires. Ahí me hacen estudios y, en primer lugar, los médicos llegaron a la conclusión de que era un hemangioma de parótida, un tumor benigno que por lo general desaparece con el tiempo”, inició su historia.

El joven continuó. “Entonces con ese diagnóstico me mandan a mi casa, pero a los tres meses después de la consulta tuve una parálisis facial. Tuvimos que movernos urgente al hospital devuelta, durante el proceso y mientras investigaban qué me pasaba, los médicos se dan cuenta de que era un tumor neuroectodérmico primitivo. Este era un tumor de origen nervioso que comprometía al nervio facial”.

Según el Instituto Nacional del Cáncer, un tumor neuroectodérmico primitivo es un tipo de tumor maligno que se origina en las células del sistema nervioso central, como el cerebro, la médula espinal o el tejido nervioso periférico. Estos tumores generalmente se encuentran en niños y adultos jóvenes. Forman parte de un grupo de tumores que se forman en el ectodermo, la capa más externa de las células de un embrión al comienzo del desarrollo. En cuando el tratamiento, el primero es la realización de una cirugía, si es posible. El objetivo de la misma es obtener tejido para determinar el tipo del tumor y extirpar la mayor cantidad posible de este sin que se produzcan más síntomas.

Los pacientes suelen recibir tratamientos adicionales que incluyen la radiación, quimioterapia o la participación en ensayos clínicos. Después de la cirugía se suele administrar radiación a los pacientes a partir de los 3 años de edad, tal vez dirigida al cerebro y la médula espinal. A veces hay otras opciones de tratamiento disponibles como la participación en ensayos clínicos con quimioterapias nuevas, las terapias dirigidas o los medicamentos de inmunoterapia.

Matías comentó la particularidad de lo que padeció. “Lo más raro es que en ese momento no había en todo el mundo algún registro del caso en infantes, sólo en adultos, y si los había eran en el riñón o el testículo. Entonces durante ese proceso se trató solamente de probar distintos tratamientos, porque no había absolutamente nada escrito para tratar lo que yo tenía en ese entonces”.

Los médicos estaban tan comprometidos en el caso que todos se involucraban, así lo contó el joven. “Siendo así, empecé con la quimio, con catorce protocolos, y a medida que iba pasando el tiempo, los médicos notaron que vio esto hizo efecto, a tal punto de que me iban a poder operar. Entonces llegó el día me operaron cuando tenía casi dos años, fue el 31 de julio de 2003. La cirugía duró 15 horas, ese día cerraron los quirófanos del hospital porque todos los del área de la salud estaban conmigo durante ese momento”.

Matías en brazos de su madre y con su hermano mayor al lado.

Fue tan único el caso que los médicos se admiraban por la fortaleza de Matías, lo describían como si fuera de otro planeta, así lo explicó. “Me dijeron que el hecho de que sobreviví fue un milagro, pero por más que ya había sucedido el momento más crítico, los médicos estaban esperando las primeras 48 horas para saber si me moría o no. No solo sobreviví, sino que los médicos estaban tan asombrados que hacían fila para verme caminar de la mano con mi papá. Hasta llegaron a preguntarle a mi mamá de dónde me robó, porque no según ellos no era humano, más bien un extraterrestre. Ya que no había registros en el país en cuanto a la rareza del tumor, por lo cual los médicos que me atendían iban por congresos en el mundo pidiendo ayuda para tratarme”, precisó Matías.

El joven recordó el apoyo de su familia en ese entonces. “Durante ese proceso estuve con mi mamá todo el tiempo que duró el tratamiento, que fue aproximadamente un año y un mes. Mi papa iba cada que el trabajo se lo permitía y mi hermano mayor se quedó con mi abuela”, cabe destacar que el padre de Matías, Carlos Melnik trabajó muy duro para poder financiar el tratamiento de su hijo, todo un sacrificio familiar por el bien de su hijo.

Matías junto a su familia en su recepción.

Contra todo pronóstico, Matías apenas tuvo secuelas. “Siguiendo con esto, después de la cirugía tuve que hacer radio terapia, más que nada para consolidar el tratamiento. En cuanto a todas las secuelas que esperaban que tenga, solo me quedaron del lado estético. No tuve ningún trastorno neurológico, ni cognitivo que era lo que esperaban que yo tenga”, explicó el joven.

Finalmente, el proceso terminó de la mejor manera. “Después de pasar por la radioterapia fueron controles más que nada, primero cada tres meses, después cada seis y finalmente durante cada año. Hasta que en el 2009 me dieron el alta oncológica, es decir, que estaba libre de cáncer”, precisó Matías.

Pero su paso por los hospitales no terminaría en ese momento. “En la adolescencia me di cuenta que me incomodaba un poco las secuelas estéticas, por lo que decidí hacerme procedimientos estéticos desde el 2013 al 2018. Pero en cuanto a rehabilitaciones no necesité nada, es más, volví y ya empecé el colegio. Jamás necesité adaptación ni educación especial, siempre fui de buen rendimiento académico, también jugué al fútbol mucho tiempo y nunca tuve ninguna incapacidad, más allá de la pérdida de audición del lado derecho al sacarme el oído durante la cirugía del tumor. Pero después de eso no tengo ninguna dificultad”, especificó el joven quien gozó de una adolescencia tranquila y sin problemas de ningún tipo.

Otra de las grandes pasiones de Matías, la pesca.

A pesar de todo, Matías da una gran lección sobre el amarse y valorarse a uno mismo. “En este tiempo nunca sentí que me hicieran bullying o algo por estilo. Por ahí la gente de curiosa a veces se me queda mirando, antes de cuando era más chico me generaba algo de incomodidad, pero ahora después de empezar la facultad me di cuenta de que es parte de mí y que sin todo esto no sería realmente el Matías que soy. Por eso ya lo acepté y me siento bien como estoy ahora”, desarrolló el joven quien mantiene una fortaleza pocas veces vista.

Su pasión en la medicina comenzó desde muy pequeño, así lo comentó el joven estudiante de medicina. “En cuanto a la medicina, me crié prácticamente en el hospital. De hecho, mi mamá siempre cuenta que yo decía que iba a ser doctor. Si bien en mi niñez, también en la adolescencia pensé en dedicarme al fútbol porque realmente me iba bien, el deseo de ser médico me pudo más. Cuando veía a los médicos haciéndome las cirugías reparadoras y como me atendían, siempre pensé en que quería ser como ellos. Siempre tuve en mente hacer cosas que cualquiera no lo haría o cosas que te vuelen la cabeza y ayuden a la salud o bienestar de los demás. En síntesis, fue bastante fuerte todo lo que viví y eso involucró mi decisión de elegir estudiar medicina”.

Matías añadió. “En cuanto a en que quiero especializarme, estoy entre dos actualmente: cirugía y anestesiología, me gusta mucho lo que es el campo quirúrgico”, comentó con entusiasmo e ilusión.

Destacó la fe en Dios como una gran fortaleza para las causas imposibles y decidió transmitir ese mensaje a los lectores. “Me gustaría decirle a la gente y en especial a los chicos que pasan por una situación similar, que primero tengan fe y crean en que Dios porque realmente existe y los milagros también, de hecho, un milagro está hablando hoy en día”.

También dedicó unas palabras a las personas que transitan la enfermedad. “Obviamente decirles también que crean, confíen y adhieran a los tratamientos. Asimismo, que se hagan controles médicos y que el cáncer es una patología que, si se detecta a tiempo, realmente hay posibilidades muy altas de vencerlo”, expresó Matías con esperanza.

Además de ser un excelente estudiante, Matías comentó su pasatiempo preferido. “En cuanto a otra de mis pasiones aparte de la medicina, me encanta la música y en especial tocar la batería. De chico empecé a ir a la iglesia y siempre veía al baterista, en ese entonces tenía seis o siete años. Recién pude tomar clases a los diez años y de ahí fui aprendiendo con la ayuda de un profesor aproximadamente cuatro años. Hasta que finalmente me pudieron comprar una batería y desde ahí siempre toque en mi iglesia, llevo tocando ininterrumpidamente seis años ahí”.

El joven sobreviviente también comentó otra aspiración que tiene. “Siempre fui fan de la música y siempre desde chiquito hacía señas o golpeaba cosas en casa, digamos que estuvo latente ahí el alma de baterista. Por el momento lo considero un pasatiempo, pero en algún futuro me gustaría grabar para algún artista”, concluyó.

Notas y entrevistas: Sofía Cabrera

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