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jueves, mayo 2, 2024

Finalmente, Dios se arrepintió

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En la novela que se halla escribiendo Eduardo Torres se plantean temas como el desarrollo del capitalismo, las luchas y discriminaciones de la mujer. Este es el inicio de la misma donde se da un diálogo entre el Dios Padre y su hijo y el análisis del origen del cristianismo en el mundo

En el cielo, la paz, armonía y luminosidad impregnaban el lugar con una belleza inimaginable para los humanos, quienes aspiraban a ser merecedores de vivir la eternidad en ese santo y prometido lugar, aun cuando sus esfuerzos y méritos en la vida terrenal no fueran suficientes.
La nubes globosas e iluminadas con colores suaves, armonizaban y creaban un ambiente fantástico, acentuados por los delicados sonidos de una melodía cadenciosa, pacificadora y desconocida en la tierra, nos indican que, ese lugar, solo podía pertenecer al Reino Celestial. Lugar donde, en ese momento, algo inusitado estaba sucediendo; en su sencillo pero enorme y cómodo trono, Dios, con aspecto saludable y fortalecido contrastaba con la imagen del senil anciano barbado y canoso que se lo representa en la tierra.

Estaba sentado, pesaroso, con sus codos apoyados sobre sus rodillas mientras las manos sujetaban su cabeza en tanto exclamaba con voz profunda: ¿Qué hice? ¡Dios mío! ¿Qué hice? … De pronto, al ser consciente de su condición – agregó: – ¿Qué sandez estoy diciendo? Como voy a recurrir a Dios si yo soy Dios… ¿Me pasa algo? De estar tanto tiempo observándose, del pesar que siento por sus comportamientos y aun consciente de mi poder ¿No estarán influyendo en mis sentimientos omnipotentes y algunos de mis pensamientos se están humanizando?
Puse mi amor en la Creación de los humanos, hombre y mujer, les otorgué la supremacía sobre el universo con todo lo que en él existiera, fue mi obra más amorosa al extremo que los hice a mi imagen y semejanza para ahora, con dolor, ver como destruyen todo lo creado inducidos por el materialismo económico y la ambición por el poder que los carcome y anima a avanzar hacia la autodestrucción.
En otros tiempos, por comportamientos menos pecaminosos que los actuales, inundé la tierra y sólo salvé a Noé, a su familia y a todas las especies animales, hice llover el fuego sobre Sodoma y Gomorra y sólo facilité la salvación a Lot y sus hijas, destruí ejércitos, he castigado impiadosamente a los pecadores y para salvarlos sacrifiqué lo más amado para mí.
Decepcionado e inquieto, Dios se puso de pie de manera que se pudo evaluar las dimensiones de su imponente y bien proporcionado aspecto, mientras caminaba acariciaba su barbilla en claro gesto de preocupación y reflexión. En su andar, a pesar de sus inquietudes, su cuerpo irradiaba energías positivas creando a su alrededor una suerte de campo energético de bondad, de carisma y amor…
De las fantásticas y delicadamente coloridas nubes salió e hizo su aparición su amado hijo Jesús y al notar el gesto y movimiento de su padre, se sorprendió y -preguntó preocupado:

– ¿Qué sucede amado Padre? Y – agregó: – No es frecuente verte en este estado.
-Hola hijo mío. Es verdad, pero la decepción y preocupación no puedo disimularlas.

-¿Cuáles son esas preocupaciones y decepciones, Padre?

-¡Los humanos hijo, los humanos! – dijo Dios y – agregó: – En su creación puse todo mi amor y en realidad no dejaron de defraudar durante todos estos siglos; la humanidad está avanzando hacia su autodestrucción y desaparición como especie. – Expresó con dolida voz Dios y – añadió: – claro que existen excepciones; muchos trabajan para evitar que continúen destruyendo al planeta, procuran mejorar el medio ambiente deteriorado y conservar, los cada vez menos, recursos naturales… además tratan de paliar el hambre y la injusticia. Me imagino la frustración e impotencia de estos seres humanos por los resultados negativos en una lucha desigual y desproporcionada contra todos los poderes captados por el dinero… Hizo una pausa Dios y – continuó: – ¡Pobrecitos, si a mí me decepcionan, imagino cómo se sentirán ellos!

-Padre, no tengo ninguna duda respecto a la justificación del malestar, pero creaste al hombre y luego a la mujer a tu imagen y semejanza…

-¡Hijo! ¿Acaso pretendes cuestionarme? – Expresó Dios intrigado.
-De ninguna manera Padre… No puedo eludir la responsabilidad que me corresponde, pero debo expresar que, de acuerdo a los Testamentos, siempre percibí como si en vos cohabitan dos Dioses o, para que se me comprenda mejor, un Dios en dos versiones, siempre de acuerdo a la interpretación que pueden hacer los humanos …

-¿Qué dices, hijo?
-El Dios del Viejo Testamento es un Dios de amor, pero irascible y punitivo en función del pacto que hiciste con tu pueblo, los judíos, no dudaste en castigar con extremo rigor a aquellos que te desobedecieron o decepcionaron, la otra versión, se manifestó cuando me enviaste con la misión de vencer al pecado, realizar un nuevo pacto, buscar las ovejas descarriadas, todo ese accionar enmarcado en un mensaje de amor y perdón. El plan divino se cumplió cuando me crucificaron y mataron, venciendo a la muerte y logrando la vida eterna…
-Hijo mío ¿A dónde querés llegar?… En verdad no entiendo.
-Cuando noté el dolor que te infligía el comportamiento de los humanos, me sentí solidario con tu pena, pero en absoluto sorprendido Padre, porque siempre consideré que actuarían de ese modo…
-Hijo, cada vez entiendo menos tus palabras.
-Padre, me encomendaste una misión sagrada destinada a tu pueblo elegido, los judíos, y para ello, el plan Divino se desarrollaría en la tierra de acuerdo a las Escrituras y a los anuncios que hicieron los profetas y así sucedió, aún, cuando todavía, en muchos humanos, persistan las dudas de la veracidad de los hechos y se continúe estudiando y debatiendo hasta el presente…
-Es verdad hijo, pero ¡Sé más explícito respecto al comportamiento de los humanos! – Insistió Dios.
-Padre amado, la diáspora de tu pueblo no se limitaba solamente a los distintos lugares donde residían, sino también se basaban en intereses políticos y económicos, los cuales influyeron en las diferentes interpretaciones de los profetas que anunciaron mi advenimiento dando lugar a los debates y enfrentamientos que se produjeron desde antes de mi nacimiento…
-Hijo, me llena de curiosidad tu teoría respecto de esas intrigas que datan de tanto tiempo ¡Por favor continúa!


-Gracias Padre, ¿acaso no cuestionaron la virginidad de María, mi madre? De acuerdo a la versión que se propaga mayoritariamente en las distintas religiones cristianas, fue concebida por el Espíritu Santo, para otras, aceptan esta versión, pero la despojan de la santidad, reconociéndose solamente como María y no la santísima Virgen. Algunos Mitólogos interpretan que mi madre se casó en secreto con Antípater, hombre reconocido por su noble y piadosa naturaleza, antítesis de su padre, el sanguinario rey Herodes, situación que me convertía en el rey por derecho de herencia, circunstancias que puso a mi madre embarazada en peligro porque los profetas anunciaban que daría a luz al Mesías y también por el secreto de su casamiento y del embarazo del sucesor al trono .… Persiste de igual modo, la generosa y piadosa participación de José , mi padre, quién aceptó casarse con María después de haber concebido y asumió el riesgo de proteger a mi madre de los peligros que la acechaban. Es más querido Padre, antes de que se casara, ella tuvo que refugiarse en la casa de su tía Isabel quién, también se encontraba embarazada de Juan el Bautista… A consecuencia de mi nacimiento, los tres sabios, probablemente Astrónomos, conocidos como reyes magos, que vinieron de oriente y en principio, no fueron al pesebre donde me visitaron sino al palacio de Herodes y preguntaron ¿Dónde está el que ha nacido rey de los judíos? y – agregaron: Vimos levantarse su estrella y hemos venido a adorarlo. Involuntariamente esta actitud alertó a Herodes quién se sintió amenazado…


-Debo reconocer, hijo, las distintas versiones y muchas de las distorsiones del plan Divino como así también las consecuencias de tu nacimiento cuando José y María tuvieron que huir a Egipto para salvarte y la criminal reacción de Herodes quien ordenó a uno de sus hijos matar a todos los niños menores de dos años de Belén y sus alrededores con el fin de que entre ellos te encontraras…. Pero ¿cuál es la relación con los humanos?
-Disculpame Padre, en verdad estaba desviándome del tema. Con respecto a mi escepticismo sobre el comportamiento de los hombres se debe fundamentalmente a la experiencia que viví cuando me enviaste a la tierra; la mayoría del pueblo no creyó en mí, ni en tu mandato Padre, fueron incrédulos ante los visibles milagros que hice por el poder que me otorgaste, en su gran mayoría tus sacerdotes y escribas me rechazaron mientras distorsionaban tu doctrina y los enunciados de los profetas, algunos de mis discípulos me negaron, otro me vendió y de acuerdo a algunos investigadores actuales, publicaron que el apóstol Pablo fue un infiltrado de los romanos a quien se le encomendó la misión de dividir al incipiente cristianismo… Hizo una pausa Jesús y – continuó: – si mientras estuve en la tierra, el comportamiento de los hombres fue de rechazo y ya en entonces el afán por el dinero y el poder eran ilimitados, no puedes esperar que sean mejores dos mil años después.
-Es razonable tu planteo hijo mío, pero el planeta y la humanidad se encuentran en un punto sin retorno y algo debo hacer…
-Estoy de acuerdo Padre, y resultará difícil encontrar un camino de retorno a la fe o a la razonabilidad… Entre ambos se extendió un tenso silencio y fue Jesús el que interrumpió -exclamando: – Creo padre que debemos trasladarnos a la tierra…

-¡Quée! Casi gritó Dios y -agregó: – ¿estás loco hijo mío? Pretendes trasladar el Reino de los Cielos a la tierra…
-No Padre, eso además de imposible no refleja mi propuesta… Antes de ser interrumpido – expresó: – Digo que debemos trasladarnos a la tierra vos y yo, Padre.
-Pero, ¿qué dirán cuando nos vean?
-No te preocupes Padre, nadie nos reconocerá y pasaremos desapercibidos. A vos te identifican como a un anciano de pelo y barba blanca y a mí, me reflejan bastante buen mozo, de ojos claros y piel blanca, cuando en realidad, mi pelo era castaño rojizo y los ojos azules que me agregaron no eran comunes en esa región.
-Si decidimos trasladarnos a la tierra ¿Qué haríamos y en qué lugar residiríamos?
-Padre, tendríamos que seleccionar un lugar para habitar como hombres comunes durante nuestra permanencia y en lo referente a nuestra tarea, puedo decir con absoluta certeza que será ardua, porque no solamente debemos reparar las injusticias colectivas como el accionar de los países poderosos económica y militarmente y de las corporaciones que someten a una gran parte de la humanidad. También debemos terminar con el negocio de la guerra, el narcotráfico, la trata de personas, el injusto y perverso sistema financiero que esclaviza a poblaciones e incluso continentes; debemos poner punto final a la discriminación en todas sus formas, restablecer un sistema jurídico no elitista, finalizar con el hambre, la miseria y marginalidad y a incontables injusticias que perduran en beneficio de algunos países y un grupo privilegiado de personas… Jesús hizo una pausa y -reflexionó: – A veces nos ocupamos de los grandes males colectivos y nos olvidamos de los dramas individuales y me preocupa, mucho Padre, que nos hayamos equivocado en reiteradas ocasiones, vos, desde la creación del universo y yo durante mi estadía en la tierra…

-¡Hijo, me parece que es un atrevimiento de tu parte! – Dijo Dios curiosamente sorprendido y continuó hablando: – Analicemos por parte tus últimas expresiones… Entiendo que dediquemos nuestra consideración a las graves y peligrosas acciones que ponen en peligro a la humanidad y al planeta, pero no alejo mi atención de los dramas individuales y familiares, que pueden ser extremadamente dolorosos e injustos y, generalmente, escucho sus plegarias satisfaciendo a sus ruegos, pero debo reconocer hijo, que en muchos casos hay sucesos que deben ser inevitables y penosos… Pero ¿Cuál es la razón para plantear este tema que conocés muy bien, porque durante tu estadía en la tierra a pesar del poder que te otorgué, tampoco pudiste solucionar los problemas de todos los sufrientes por una fundamental razón; nosotros priorizamos la salvación del alma y atenuar las pesadumbres corporales o espirituales, familiares e individuales, pero no podemos ni debemos eliminar el sufrimiento porque si lo hiciéramos, no existiría el alivio, la cautela, la prevención… Los humanos sin la presencia en sus vidas de la pesadumbre, no conocerían la compasión, el arrepentimiento, el perdón y el mundo sería un caos peor aún.
-Si Padre, tenés razón y así debe ser, pero si al sufrimiento como parte esencial de la vida se suma la injusticia y la ambición, se genera el averno en infinidad de humanos. Muchos dramas observo con frecuencia y en ocasiones me afectan más que en otras circunstancias que me impulsan a comparar con el dolor que padecí cuando me crucificaron y concluyo que el calvario de muchos de ellos es peor que el que padecí…

-¡En serio, me decís hijo!
-Desconozco los motivos por el cual los sucesos que a continuación voy a mostrarte me conmovieron tanto:
La sala era de dimensiones reducidas, con paredes descoloridas que demandaban inexorablemente una mano de pintura; arrimados a las paredes se hallaban unos incómodos bancos sin respaldo ubicados sobre el perímetro de la sala. Sólo en uno de ellos, se encontraba sentada una pareja treintañera, quienes se abrazaban con desesperación, sus cuerpos convulsionaban mientras intensificaban el abrazo en búsqueda del consuelo que se escapaba ante cada sollozo. A pesar del dolor que los unía en la impotencia de la espera, a cada instante, ambos miraban a través de la puerta vidriada que separaba la sala de un largo pasillo que terminaba en una ancha puerta de doble hoja que hasta ese momento se encontraba cerrada; sobre ella y en letras rojas y grandes se podía leer fácilmente, pero no sin temor, las palabras: “TERAPIA INTENSIVA”.
Las expresiones de dolor por instantes se silenciaban agotadas o esperanzadas en buenas noticias que pronto eran descartadas cuando la voz llorosa y lastimera se preguntaba con desesperación ¿Por qué… ¿Por qué a él?
Como si estuvieran escuchando, ingresaron al lugar dos policías uniformados y supusieron que la otra persona era un cura por el alzacuello que usaba. Circunspectos saludaron a la doliente pareja y expresaron el pesar por las circunstancias que estaban pasando.
Ambos se levantaron y la expresión de sus ojos llorosos adelantaba la pregunta que hicieron inmediatamente,

– ¿Qué pasó? Por favor infórmennos que sucedió a nuestro hijo. Nos avisaron en nuestros respectivos trabajos que tuvo un accidente y que concurriéramos a este hospital.
-Estamos investigando – dijo uno de los uniformados – y continuó explicando – Un automóvil no identificado, de color azul, circulaba a alta velocidad; de acuerdo a los testigos iba sobrecargado de jóvenes gritando y riendo, aparentaban estar alcoholizados o bajo los efectos de alguna sustancia prohibida. En determinado momento, el conductor perdió el control del auto y subió a la vereda donde su hijo circulaba en su pequeña bicicleta en la bicisenda donde se produjo el impacto, la niñera que lo cuidaba falleció instantáneamente y su hijo fue trasladado con urgencia a este hospital…

-¿Detuvieron a esos asesinos? – preguntó la madre del niño llorosa e impotente, – Agregó: – ¡Pobre Dora, tan joven y buena! …
El cura se acercó a ellos con el rosario en sus manos y su rostro expresaba la gravedad del momento y – dijo: – Lamento mucho el accidente de su hijo y comprendo el terrible dolor que están pasando, pero ya dijo nuestro Señor Jesús Cristo “bienaventurados los niños porque de ellos será el Reino de los cielos” … La madre con el rostro enrojecido de dolor y bronca, interrumpió al cura y con voz elevada, casi gritó, ¡Mire señor cura, en este momento no me interesa que los niños sean bienaventurados en el cielo, me gustaría que sean protegidos en acá, en la tierra y que sean bendecidos con la vida!… El esposo entre incómodo por la consternación del cura y la razón de su esposa, la abrazaba con mayor intensidad, indefinida entre el incentivo a su esposa para que continuara con los reproches o que se contuviera.
El cura, impotente ante la supremacía del dolor sobre la fe, optó por cerrar sus ojos, entrelazar sus dedos alrededor del rosario y comenzar a orar.


Mientras sucedían estos acontecimientos, se abrió la puerta de doble hoja donde las letras rojas indicaban “Terapia Intensiva” y apareció un hombre con guardapolvo verde claro, barbijo, una especie de boina que cubría su cabeza y los zapatos cubiertos con una tela especial, todos del mismo color del guardapolvo y se dirigió hasta donde se encontraban. Durante el poco tiempo que tardó en llegar, los padres rogaban a Dios por la recuperación de su hijo.
Como habitualmente sucede, ante situaciones extremas, siempre recurren a su misericordia.
Cuando estuvo frente a los presentes, preguntó a la pareja que se sostenían de pie en el abrazo, si eran los padres, ante la obviedad, continuó hablando sin esperar respuesta y – dijo: – Hicimos todo lo que pudimos, pero las lesiones fueron de suma gravedad. El niño está en coma cuatro, con respirador artificial -hizo una pausa y continuó: – el desenlace es sólo cuestión de tiempo… Lamento profundamente lo que sucede con este pequeño, tengo hijos – dijo el médico compungido y con ojos acuosos y – agregó: – Somos testigos de muchas muertes y nos duelen esas pérdidas, pero les aseguro que nos sentimos impotentes, con bronca y mucho dolor cuando nuestra ciencia no puede salvar a niños como este – culminó diciendo el médico mientras las rebeldes lágrimas se deslizaban por su mejilla.

-¡Podemos trasladarlo a otro hospital o traer algunos especialistas! – Rogó el padre sollozando sosteniendo a su mujer cuyas piernas se doblaban…
El médico, sensible ante el sufrimiento de sus interlocutores – expresó – Si existiera alguna mínima probabilidad de que se recupere, tengan la seguridad de que lo hubiéramos hecho, sea el camino que fuere, pero no existe ninguna y su situación es irreversible. Lamento…
El ronco alarido emitido por la madre expulsaba de su interior la esperanza frustrada, la bronca contenida, la incomprensión, la pérdida de la fe en un Dios que no fue misericordioso con ella en reiteradas ocasiones, pero siempre confió que sus pesares serían compensados, ¿Y, ahora? … Ahora se trataba de la pérdida de su único hijo, con él se llevaron sus travesuras, sus besos y abrazos, la esperanza de verle crecer, de estudiar, cuando se pusiera de novio, y luego con esposa e hijos, sus nietos que nunca existirían… Cuando tuve que vivir en el seno de una familia violenta, luché y rogué a Dios que me otorgara la fortaleza para soportar, pude sobrevivir, agradecí y luego sucedió ese acontecimiento, traumático y doloroso que me hizo pensar que vivir imponía un costo muy elevado, en reiteradas ocasiones estuve tentada de poner punto final al costo de ese abono, muy alto para mí. ¿Y, ahora? Pienso nuevamente… Amo a mi esposo, sufro por él también, pero este tormento desgarrador e infinito, ¡sí, infinito! Porque nunca pasará e impone una supremacía sobre los otros sentimientos, como el amor a mi esposo, que me transforma en un cuerpo viviente, que respira, se alimenta, duerme, camina, siempre con el calvario que se agiganta con cada actividad, con la felicidad, risa y la alegría de los demás mortales, cada segundo que pasa sin mi hijo será un suplicio… Dios te pregunto: ¿son intrincados e incomprensibles tus caminos? Sin dudas que deben ser, porque no te entiendo Dios, no soy Job y, como entonces, no te conformás con poco, hoy llevás a mi pequeño y dulce hijo, a su amorosa niñera y me castigás dejándome con vida, pero sin alma…


La madre se desprendió de los brazos de su esposo y se acercó al cura, con el rostro transformado por el dolor y la bronca y le espetó:
-¡Felicitaciones señor cura, hoy son muchos los bienaventurados, el alma de un niño, mi hijo, también recibirán el alma de su niñera en el Reino Celestial! y se robaron también mi alma y es posible que la de mi esposo, pero no entraremos a ese Reino, nosotros permaneceremos en el infierno, acá en la tierra, donde nuestra pérdida se transforma en las llamas del demonio; acá donde despertarse y vivir cada día será más doloroso que las quemaduras del fuego infernal y ¿sabe el motivo, señor cura? Las llamas queman la materia, la carne, los huesos, pero no llegan al alma como si llegó la desgracia de nuestro hijo…
Cuatro años después, en un noticiero de la televisión, un locutor informaba sobre el veredicto del enjuiciamiento de ocho personas – ahora adultas- en lo que se denominó “el juicio contra los hijos del poder”. Mientras, en la pantalla mostraban las noticias de hace cuatro años, en el momento que los procesados, en estado de ebriedad y bajo efectos de estupefacientes, se movilizaban en un auto a una velocidad extraordinaria, situación que hizo perder el control al conductor del vehículo, y motivó que atropellara a una joven niñera y al niño que cuidaba. La joven trabajadora falleció instantáneamente y el niño murió en el hospital horas más tarde a pesar del esfuerzo que hicieron para salvarlo. El periodista destacaba la fuga del vehículo que provocó el siniestro y la presunción que, los ocupantes, eran hijos del poder. Expresaba que las sospechas se acentuaron, cuando días más tarde, los jóvenes se presentaron a la justicia junto a sus prestigiosos abogados quienes lograron que fueran liberados hasta que se efectuaran los procedimientos que culminaran en el juicio que finalizó esta tarde exculpando a los acusados, ante la indignación de los pocos que recordaban el muy comentado suceso. Destacó el periodista, la ausencia durante el juicio de los padres del niño fallecido y la imposibilidad de ubicarlos desde que ocurrió el luctuoso accidente.
Al culminar la noticia, comenzó a emitirse publicidad y al quedar el micrófono, involuntariamente abierto, se escuchó que el locutor expresaba a su compañera: – “La puta madre” si el muerto hubiese sido un niño rico, la condena sería de culpabilidad y para nosotros, los medios de comunicación la muerte de un inocente y una niñera no merecen tanto segundos de noticias, ni espacios en los medios escritos u orales. Necesitamos más muertos y escándalos para mantener en alto el morbo de la comunidad.
Luego de un prolongado silencio Dios -Expresó: – Conmueve el dolor de esos padres y se justifica la pérdida de fe que podría ser pasajera si solo sufrieran la pérdida de un hijo pero que, como sucede en este caso, esa fe no la recuperarán más por la iniquidad de todo los sucesos y la decepción ante su convicción de un Dios indiferente…

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