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miércoles, abril 30, 2025

Lesa humanidad: atentado de los 70 lleva a Firmenich y Verbitsky de vuelta a tribunales

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Murieron 23 personas, muchas civiles. Hubo 110 heridos muchos de gravedad. Lo decidió la justicia federal. No prescribió como señaló la jueza Servini de Cubría. Hay dos responsables que están vivitos y coleando: Mario Firmenich y Horacio “el perro” Verbitsky

El cuerpo de Elba Gazpio quedó totalmente mutilado: ella estaba decapitada, con fracturas múltiples en casi todos los huesos del cráneo y de la cara, y pérdida de masa encefálica. Los restos de la mujer presentaban múltiples heridas y fracturas en las piernas, la “amputación traumática” del brazo derecho, y heridas y facturas en el brazo izquierdo, de cuya mano lograron extraer dos anillos.

Iba a cumplir 47 años y era cabo. Fue decapitada

Murieron muchos. Fue el mayor atentado de los Montoneros. El lugar era en plena Capital. Y si bien la mayoría de los comensales solían ser policías de baja graduación, iban también empleados de comercios y empresas de la zona al Casino de la Superintendencia de Seguridad Federal, en la calle Moreno al 1400 a unas cuatro cuadras del Congreso. Por ejemplo, de Suixtil era donde los suboficiales y oficiales podían abrir una cuenta corriente a sola firma. También de YPF, ESSO y algunos bancos, como el Nación.

Y su hija Liliana Tejedo es enfática. “Mucha gente que me conoce no sabe cómo murió ella porque yo siempre digo que murió en un accidente. Creo que no soportaría que alguien me contestara, por ejemplo: ‘Los militares hicieron cosas horribles’. ¡Mi mamá no tenía nada que ver; era una pobre trabajadora, que cumplía tareas administrativas y ni siquiera portaba armas! Apenas sobrevivía con su sueldo, pero con ese sueldo nos sacó adelante cuando mi papá nos abandonó. Ella murió justo cuando estaba terminando los trámites de separación”.

Tejedo nunca más pudo volver al comedor y ni siquiera podía pasar frente a la puerta del edificio.

La agente Alicia Lunati tenía su cuerpo carbonizado del ombligo para abajo, al igual que las manos; y tenía quemaduras de grado intermedio en el rostro y el cuero cabelludo, y escoriaciones y hematomas por todos lados. Su papá, Pedro Lunati, retiró el cadáver; recibió también dos anillos de metal blanco, uno con una piedra brillosa incolora, y cien pesos que llevaba su hija en el bolsillo.

Los cuerpos quedaron tan deteriorados por las características de la bomba vietnamita utilizada por Montoneros, uno de los dos grupos guerrilleros más poderosos de los 70, de origen peronista. No contenía solo trotyl sino también postas o bolas de acero, que, una vez detonado el artefacto, se convertían en una ráfaga que agujereaba todo lo que encontraba, desde mesas, sillas y paredes hasta los propios comensales.

El autor de estas historias es Ceferino Reato. Y es claro al respecto: “La historia de los 70 es la historia de todas sus víctimas”,  al remarcar la palabra “todas”. Lo que, con razón, puede herir la sensibilidad de quienes consideran que no se puede igualar a las víctimas de las organizaciones armadas con las del aparato del Estado”. Él acepta ese riesgo, convencido de que los periodistas debe deben investigar más allá de las sensibilidades que sus investigaciones provoquen. Por eso también resulta incómodo para los defensores de la dictadura, porque recuerda a cada paso el sistema de violación de los derechos humanos y la crueldad militar durante aquellos años. Pero, en especial, resulta incómodo para los que piensan que la investigación periodística sobre los 70 se debería limitar a lo que hicieron los dictadores.

Fue quizá por su inesperada aparición en el documental 1978 sobre el mundial de Fútbol jugado en la Argentina. Lo cierto es que Mario Firmenich, una de las caras visibles de Montoneros apareció en el documental de Netflix y de repente la justicia decidió que había que revisar algunas cosas.

Firmenich se hallaba en Brasil cuando fue el juicio de Nunca más y quedó detenido. Se lo extraditó a la Argentina y estuvo preso hasta que en 1990 Carlos Menem lo indultó junto a los militares.

Cuando los Kirchner una década después llegaron al poder decidieron seguir juzgando a los militares pero a los guerrilleros no sólo no los molestaron más sino que decidieron premiar a “la juventud maravillosa” (ese era el término que acuñaron para referirse a estos guerrilleros) con jugosísimas indemnizaciones cercanas al cuarto de millón de dólares. Sostenían que eran delitos que habían prescripto y por tanto no se los podía equiparar al de los militares en el poder.

Cómo se vuelve a ellos

Las claves del fallo que reabre la causa judicial por el atentado más sangriento de Montoneros tiene sus fundamentos.
La medida de la Cámara Federal anula la prescripción de los sobreseimientos y todos los involucrados volverán a ser investigados, entre ellos, el periodista Horacio Verbitsky; Mario Firmenich debería declarar ante la jueza Servini, que había cerrado el caso
a Sala I de la Cámara Federal del Justicia anuló la prescripción del delito por el atentado al Comedor de Coordinación Federal de la Policía Federal ocurrido el 2 de julio de 1976 que provocó 24 muertes y dispuso que se reabra investigación que tenía a cargo la jueza María Servini. Además, el tribunal ordenó que Mario Firmenich, al que identifican como el líder de la agrupación Montoneros, impulsora del ataque, sea citado a indagatoria. De esta manera, debería prestar declaración ante Servini.

El fallo también anula los sobreseimientos de otros dirigentes de la agrupación que habían sido investigados por el hecho. Además de Firmenich, se trata de Horacio Verbitsky, Laura Silvia Sofovich, Miguel Ángel Lauletta, Lila Victoria Pastoriza, Norma Walsh y Carlos Aznares. Se dispone “revocar la extinción de la acción penal por prescripción oportunamente dispuesta y los consecuentes sobreseimientos dictados en este sentido”. Así lo resolvieron los jueces de la Sala I Mariano Llorens, Leopoldo Bruglia y Pablo Bertuzzi. De esta manera, Servini deberá reabrir el expediente. Los querellantes son la Asociación Defensores de Derechos Humanos de Latinoamérica, Eduardo Emilio Kalinec y Alicia de León.

Vuelve Reato

Víctima civil Josefina Melucci de Cepeda, con su familia, en sus últimas vacaciones en Córdoba

“Fue Alejandra Cepeda —una de las hijas de la única víctima civil de la masacre— quien me contó que la Cámara Federal porteña había ordenado la indagatoria de Mario Firmenich, el jefe del grupo guerrillero que colocó la poderosa bomba que destruyó el comedor de la Policía Federal, en el atentado más sangriento de los 70.

“Estoy feliz, no paro de llorar”, me dijo la hija mayor de Josefina Melucci de Cepeda, que murió destrozada por la feroz bomba vietnamita utilizada por Montoneros, el 2 de julio de 1976. Josefina tenía cuarenta y dos años; tres hijos de once, diez y cincos años, y trabajaba en YPF. Almorzaba con su amiga, la sargento María Olga Pérez de Bravo, otra de las víctimas.

En total, hubo 23 muertos y ciento diez heridos, casi todos policías o ex policías de baja graduación, que fueron a comer allí porque se servían platos buenos, abundantes y baratos.

La bomba fue dejada en una silla por José María Salgado, un joven agente infiltrado en la Policía que integraba el aparato de Inteligencia de Montoneros, a las órdenes del periodista y escritor Rodolfo Walsh.

Periodista e investigador: Ceferino Reato

A diferencia de otros atentados, la bomba en el comedor de Moreno a 1400, en el centro de Buenos Aires, fue reconocido con orgullo por Montoneros, en un “Parte de Guerra” y en una conferencia de prensa con los corresponsales extranjeros del “comandante” Horacio Mendizábal, jefe del “Ejército Montonero”.

En una palabra, los responsables de este infamante crimen de lesa humanidad nunca pidieron perdón ni se arrepintieron de haberlo hecho.

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