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viernes, abril 19, 2024

“Juli, tenés razón”: el increíble fallo de una jueza de familia que accedió al pedido de una niña que quería a los dos padres

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Por Adolfo Ruiz

Una magistrada de Tucumán resolvió un controvertido caso en el que dos padres se disputaban el derecho de paternidad sobre una niña de 9 años. La jueza no sólo tomó una decisión salomónica que puso fin a la controversia, sino que se esmeró para escribir una sentencia que emociona. ¿Qué hizo Salomón para ganarse su fama? ¿Tenía un detector de mentiras? ¿Era psicología aplicada?

La jueza tucumana Mariana Rey Galindo

No es un mensaje de WhatsApp. No es una carta ni un audio. Es una sentencia. Es una amorosa sentencia que escribió la doctora Mariana Josefina Rey Galindo, jueza Civil en Familia y Sucesiones, Única Nominación de Monteros, Tucumán. Una jueza que entendió todo. Al fin una.

“Juli, tenés razón cuando decís que no querés elegir entre tus dos papás. Tenés derecho a conservar a los dos: al papá Roberto y al papito Jorge. También tenés razón al no permitir a los grandes que te exijan ese tipo de elección. No hay nada que elegir”.

Juli es una niña de 9 años que vive en Amaicha del Valle, Tucumán. Este año empieza cuarto grado. “Le gustan las matemáticas y quiere ser maestra cuando sea grande. Durante la semana vive con su papá Jorge (S.), su hermana Nair (S.) de 11 años, y doña Hilda –hermana de Jorge-. Los fines de semana vive con su papá Roberto (L.) y su hermana Hade (L.). La mamá de Juli se llama Lucía y vive en otro sitio. Allí -en la casa de su mamá- también tiene dos hermanos más pequeños. Ellos se llaman Ludmi y Nico, ambos son muy chiquitos –nos cuenta Juli-“.

El párrafo anterior tampoco fue escrito por un periodista ni forma parte de una carta de un familiar contándonos el caso. Es el relato de la propia jueza, quien se empeñó en componer una sentencia con lenguaje claro y pocas vueltas jurídicas, con el fin de abordar un caso complicado en el cual un hombre reconoció a la niña como su hija cuando en realidad su padre biológico era otro. La chica (“Juli”, nombre ficticio para protegerla), sabe de esto y para ella ambos son sus padres.


Cercanía conmovedora

Allí donde el fallo de la jueza no podía evitar ciertos tecnicismos, los ubicó en citas al pie o las aclaró entre paréntesis. Pero lo conmovedor es que incluso así este fallo no sería entendible para una chica de 9 años. ¿Qué hizo entonces la jueza? Escribió un resumen dentro del mismo para ella, explicándole todo de forma que pueda entenderlo directamente, más allá de contar con la sentencia.

“Juli, tenés razón cuando decís “que no querés elegir entre tus dos papás”. Tenés derecho a conservar a los dos, al papá Roberto y al papito Jorge. También tenés razón al no permitir a los grandes -y admiro tanta valentía- que te exijan ese tipo de elección. No hay nada que elegir. Vos no tenés que elegir entre Jorge y Roberto. Porque según lo que hablamos y me hiciste saber, es que sentís que los dos son tus papás. Listo eso es lo importante. Y así lo voy a escribir en esta sentencia”, escribió la jueza, hablándole directamente a la niña.

Y sigue así: “Te anticipo que voy reconocer legalmente ese derecho a tener a tus papás en los papeles (a los dos) y a reconocer el derecho a vivir de esa forma y en familia. Esto quiere decir, que voy a hacer que el Estado registre en tu acta de nacimiento a Roberto además de Jorge y Lucía. A los tres: con lo cual vos vas a tener en los papeles (acta) dos papás y una mamá. Y con eso, ellos tres tienen los mismos derechos y obligaciones (ellos con vos y vos con ellos)”.

Allí le detalla los derechos y obligaciones de los dos padres hacia ella, diciéndole que “básicamente las obligaciones de ellos tres son: cuidarte, acompañarte en la vida, y asegurar tu bienestar físico y económico (alimentos, vivienda, estudios, etc.). Entre ellos deben organizarse para cuidar de vos (autorizaciones cuando vos salgas de viaje fuera del país o si decidieras casarte antes de los 18 años, derechos de comunicación con vos, cuidados personales, y esas cosas ¿sabes?…)”.

Un detalle que no se le escapa a la magistrada en esta verdadera pieza de colección para la jurisprudencia argentina, es el hecho de que en las porciones de su texto en el que se dirige directamente a la niña, elige cambiar la tipografía y utiliza Comic Sans, buscando aún más cercanía con la pequeña.

PUNTO POR PUNTO

Luego de ello, la magistrada hace un punteado dentro del mismo fallo clarificando la situación para aventar todo tipo de dudas:

  • El origen biológico de Juli no fue controvertido. (Roberto afirma ser padre biológico. Jorge no lo niega, solo aduce el vencimiento del plazo legal para la acción intentada).
  • La niña conoce su procedencia biológica (es hija de Roberto).
  • La familia nuclear (padres/niñas/hermanas y madre) y la familia ampliada (tíos y abuelos) funcionan en base a los lazos afectivos, biológicos y legales. (Reconocen la coexistencia de ambas fuentes filiales en Juli: biológica y socioafectiva).
  • Roberto pretende ser emplazado legalmente como padre.
  • Jorge intenta no ser desplazado como padre.
  • Juli pide que se reconozca el derecho a conservar a sus dos papás.
  • Básicamente (Juli, Jorge y Roberto) coinciden en que desean preservar las relaciones familiares que tienen y sienten. Ser padres de Juli. Y Juli ser hija de ambos.

“Así las cosas, y tal cual funciona en la realidad, entiendo que Juli tiene razón en negarse a optar entre ellos. Porque en las condiciones que surgen del expediente, ambos cumplen con la función de padre”, describe la encargada de impartir justicia.

“SI QUERÉS, VOY A VISITARTE”

En tono similar al de muchas otras sentencias de este tenor, la parte resolutiva del fallo recurre a 12 puntos en los cuales utiliza giros más clásicos de la redacción jurídica, como “RECONOCER”, “DECLARAR”, “HACER LUGAR AL PEDIDO DE…”, “CONSERVAR EL EMPLAZAMIENTO DE…”, “ORDÉNESE AL REGISTRO CIVIL….”, pero en su punto siete, la jueza Mariana Rey Galindo lo hace de nuevo, y entonces escribe (otra vez en Comic Sans): “Juli: Quiero volver a invitarte a charlar conmigo, ya que esta decisión es fruto de haberte escuchado, cuando me hiciste ese pedido tan importante para vos, y por eso también es una respuesta muy importante. Para eso podes venir al juzgado aquí en Monteros cualquier día por la mañana, o si vos querés me avisas y yo voy hasta Amaicha, así te explico todo lo que aquí está escrito, y vos me cuentes que te parece, también voy a invitar a tus padres para que les explique personalmente lo que significa esta decisión. Otra opción es que podes llamarme a mi teléfono celular, aquí te lo paso”.

Podés venir al juzgado aquí en Monteros cualquier día por la mañana, o si vos querés me avisas y yo voy hasta Amaicha, así te explico todo lo que aquí está escrito, y vos me cuentes que te parece, también voy a invitar a tus padres para que les explique personalmente lo que significa esta decisión 

El fallo, conmovedor, fue emitido el 7 de febrero de este año, a poco de volver de la feria, y sin dudas va en el camino de que se puede pensar en otra Justicia, más cercana de la gente y de sus problemas reales, y también más accesible y humana, adaptando un discurso que se baja de ese pedestal imaginario en el que se supo recluir el tercer poder, y se acerca a los verdaderos depositarios de un servicio indispensable para la democracia.

Fuente: https://www.marcainformativa.com/justicia/juli-tenes-razon-el-increible-fallo-una-jueza-familia-n2646

Una versión novelada: el detector de mentiras de Salomón

A la orden del rey el verdugo levanta su filosa espada. Sus ojos de hombre fiero y acostumbrado a ejecutar criminales se nublan por las lágrimas. Nunca había hecho antes lo que ahora le han ordenado hacer.

Su espada cortante y sanguinaria había caído muchas veces con fuerza hercúlea sobre muchos criminales. Pero este caso era tan distinto.

Sobre una mesa de madera han colocado un recién nacido. Ha sido atado con cuerdas. Se retuerza y trata de cambiar de posición como si el pobre inocente presagiara lo que le van a hacer.

Su cuerpecito es blanco; los deditos de manos y pies son perfectos. Su rostro parece una escultura de Miguel Ángel.

La orden ha sido dada y el ajusticiador sostiene su pesado instrumento listo a partir al niño en dos pedazos iguales. Esos brazos y piernas que se movían hacia todos lados en pocos segundos iban a ser inmovilizados para siempre.

Sobre el asiento judicial está sentado el rey. Su rostro es impenetrable. Parecería que no siente nada al dar la brutal orden. Los presentes hacen un gesto mostrando su estupor y horror. Algunos cierran los ojos.

Todo había comenzado la mañana anterior. Dos “mujeres de la vida” habían dado a luz con tres días de diferencia. Vivían bajo el mismo techo. Ni ellas sabían quién había sido el padre de esas criaturas.

En esa casa había tan sólo una cama que las dos mujeres compartían. A la noche, mientras dormían, una de las madres sin darse cuenta asfixia con su cuerpo al recién nacido.

Al despertarse nota que el niño no llora. Se da cuenta lo que ha pasado. El dolor brutal saca a luz sus tendencias más egoístas. Es como que hiciera resurgir sus instintos más crueles.

La vida con toda su dureza la ha enseñado a pensar rápido en una situación de crisis o de emergencia. Prontamente y sin que su compañera se dé cuenta cambia a su hijo muerto por el vivo.

Cuando la otra se despierta advierte que “su hijo” no reacciona y empieza a llorar intensamente. Toma el cuerpo muerto del bebé y lo besa con todo cariño. Las lágrimas corren por el rostro de esta mujer que ha tenido muchos que le dijeron que la querían, pero esto solamente había sido por unas pocas horas.

Ella sí amaba a ese niño a quien había acariciado tantas veces cuando estaba en su propio vientre. Quizás, por primera vez en su vida iba a amar a alguien puramente con todo su corazón.

Al mirarlo una vez más con sus ojos nublados por el torrente de su llanto se da cuenta que el bebé no tiene la “marquita” violácea arriba del ojo derecho. Una terrible sospecha cruza su mente.

Su “compañera de trabajo” la consuela diciéndole que no se preocupe, que algún da a va a tener otro hijo.

La madre que ha sido engañada se acerca y observa al bebé que su “amiga” estrecha firmemente en sus brazos. Da un grito de dolor y furia como el ciervo que siente los dientes filosos del leopardo. ¡Se ha dado cuenta que le ha robado su hijo!

En vano grita, argumenta y explica. La ladrona, que es más fuerte que ella, ni le permite tocar su propio hijo.

Desesperada sale y hace saber a las autoridades lo que ha pasado. Van delante de un juez que no sabe qué hacer. Las dos, vociferando a pleno pulmón, son llevadas a otro juez de más experiencia que tampoco sabe qué decidir.

No hay testigos para poder testificar. Por fin llegan al tribunal supremo que el mismo rey Salomón.

Pero regresemos a la sala de justicia. El verdugo sólo espera un gesto del rey para asestar el golpe brutal.

El monarca ha ordenado que el cuerpo del niño se divida con una espada en dos partes iguales. A cada lado de la mesa donde reposa el bebé cada mujer grita lo mismo:

– ¡Es mío, es mío, es mío!

Los consejeros y los ministros han concurrido para ver como el rey resuelve el caso. La impostora ruge:

– Quiero mi parte, ¡que lo partan!

Su voz es fuerte y chillona. Sus ojos muestran dolor y odio.

A la verdadera madre, ya no le quedan lágrimas. Sus ojos expresan hondo dolor, pero en vez de odio muestra ternura. Toca por última vez el pequeño pie del bebé. Mira al rey con una mirada indescriptible y dice :

-¡Hay señor mío! Dad a ésta el niño vivo, no lo matéis” (v.26).

Insólitamente, sorprende a todos la inesperada reacción de la otra:

– Ni a mí, ni a ti; partidlo.

El rey ordena detener la ejecución. El recio soldado da un hondo suspiro y envaina su espada.

El monarca ahora dice:

– “Dad a aquélla el hijo vivo. No lo matéis, ella es su madre” (v.27)

La mujer toma al niño entre sus brazos, lo llena de besos y se va a su casa hablando sola por el camino: “Este, mi hijo, estaba muerto y ha vuelto a vivir” (Luc. 15:24).

LA HISTORIA BÍBLICA Y NOSOTROS

Hace 2900 años que Salomón empleó una “maniobra” psicológica. La espada del ajusticiador actúa como un “detector de mentiras”.

De la misma manera que este instrumento puede sugerir quien está diciendo o no la verdad, la técnica que el sabio rey ha aplicado ha dado el mismo resultado.

Salomón ha escudriñado a estas dos mujeres y su veredicto es indudablemente correcto. El rey tiene conocimientos prácticos de psicología. Aún antes que la verdadera madre diga la frase “Dad a ésta el niño vivo” él ya ha visto en el rostro de esa mujer que ella tiene compasión y que está diciendo la verdad.

Es la “falsa” madre quien se delata a sí misma. Sin saberlo, testifica en su contra delante de toda la concurrencia.

La determinación del rey para con el niño parecería algo estrafalario, sin sentido y despiadado.

El ser humano en los momentos de crisis y desesperación actúa a veces de una manera imprevisible. Pero quizás nos podemos preguntar como actuamos frente a la crisis, a lo inesperado, a la pérdida súbita.

Es interesante el principio que se observa. Hace 3 mil años aún los miembros de la sociedad que tienen vidas inmorales “tienen derecho a un justo juicio”. Esto es así aunque ello demande la atención de los dignatarios más altos del sistema judicial.

Mathew Henry dice: “Para encontrar la madre verdadera, él no podía intentar determinar a quien el bebé amaba más. Por lo tanto, el trata de encontrar quien es la que más ama al niño. Las dos pretendían afección al niño pero su sinceridad es probada cuando el niño está en peligro” (fin de cita).

Al verdugo le costó mucho conciliar el sueño esa noche después de esa experiencia imborrable en su mente.

Esta historia tan gráfica y casi brutal termina esplendorosamente. El amor y la verdad triunfan sobre el egoísmo y la mentira.

Esta mujer que la vida (y/o su concupiscencia) la había llevado a está triste ocupación expresa un amor puro y profundo.

Al pasar de los años este bebé ha crecido y es un hombre maduro. El podría decir: Yo estoy en la familia que me ama porque mi rey tuvo sabiduría.

 LA SABIDURÍA DE SALOMÓN

Dos mujeres comparecieron ante el rey Salomón con dos bebés, uno muerto y otro vivo. Ambas mujeres afirmaban que el niño vivo les pertenecía, y decían que el muerto pertenecía a la otra. Una de ellas declaró: -Oh señor, ambas dormíamos con nuestros hijos en cama. Y esta mujer, en su sueño, se acostó sobre su hijo, y él murió. Luego puso su hijo muerto junto al mío mientras yo dormía, y me quitó el mío. Por la mañana vi que no era mi hijo, pero ella alega que éste es mío, y que el niño vivo es de ella. Ahora, oh rey, ordena a esta mujer que me devuelva mi hijo. La otra mujer declaró: -Eso no es verdad. El niño muerto le pertenece, y el niño vivo es mío, pero ella trata de quitármelo. El joven rey escuchó a ambas mujeres. Al fin dijo: 

-Traedme una espada. Le trajeron una espada, y Salomón dijo: 

-Empuña esta espada, corta al niño vivo en dos y dale una mitad a cada una. 

Entonces una de las mujeres exclamó: 

-Oh mi señor, no mates a mi hijo. Que la otra mujer se lo lleve, pero déjalo vivir. 

Pero la otra mujer dijo: 

-No, corta al niño en dos, y divídelo entre ambas. Entonces Salomón declaró: 

-Entregad el niño a la mujer que se opuso a que lo mataran, pues ella es la verdadera madre. Y el pueblo se maravilló de la sabiduría de ese rey tan joven, y vio que Dios le había dado discernimiento.   

Extraído de 1 Reyes 16-28

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