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domingo, mayo 12, 2024

El consumo de la gente, el rol del Estado y el mensaje de las empresas

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Todo ha cambiado en pocos días, con la llegada de la cuarentena. Y los distintos actores en la sociedad deben reasignar sus roles

La llegada de la cuarentena no disminuye el consumo de las familias: lo cambia. Y esos cambios incluyen las cantidades compradas, el tipo de producto elegido y los precios que se abonan.

Así lo señalan los investigadores, pero también observan cómo el pulso de los clientes está atento a lo que realizan las empresas para enfrentar la coyuntura. Los primeros estudios de mercado tras la irrupción del Coronavirus en la vida de los argentinos están llegando. Y son elocuentes.

Qué es lo que más buscaron los compradores.

Medidos en unidades, lo que más se está vendiendo en la Argentina es

  1. Lavandina
  2. Harinas
  3. Premezclas
  4. Toallitas desinfectantes
  5. Vegetales en lata
  6. Jabón
  7. Legumbres
  8. Puré instantáneo
  9. Desodorantes de ambiente

Los datos corresponden a una consultora nacional (Scentia) y citada por Damián Kantor.

Desde el momento en que el presidente Alberto Fernández decretó la cuarentena el jueves 12 de marzo y hasta el domingo 15 las ventas en los centros de consumo crecieron casi al nivel de un mes de diciembre en las últimas semanas (consideradas las mejores de todo el año)… sólo que no se estaba en diciembre y los negocios no tenían acumulados las existencias necesarias para afrontar el abastecimiento correcto.

Por eso, aparecieron algunas góndolas con faltantes. Pero se fue normalizando con el paso de los días, excepto para el alcohol (la versión en gel padece de fuertes faltantes).

Cuáles son los desafíos del sector oferta: el normal abastecimiento de mercaderías.

En el país existen 270 mil puestos de ventas (desde las grandes superficies comerciales hasta los maxikioscos) que proveen alimentos y productos para enfrentar los desafíos de la cuarentena. Ellos tienen que contar con la seguridad de que la industria produce; los transportistas hacen la logística; los depósitos se aprovistan y los repositores colocan la mercadería en los estantes.

 

Lo que pide la gente

Una de las cuestiones vitales para el consumidor es saber si va a contar con el acompañamiento de las marcas en las buenas (otras épocas) y en las malas (esta época).

¿Cuáles fueron las primeras reacciones a esta nueva realidad? Temor, impotencia, desconcierto.

Por eso la claridad de los mensajes que bajaron desde las autoridades y apoyados por las empresas y los medios comenzaron a dar resultados.

Por un lado, los ciudadanos señalaron estar preocupados por la situación sanitaria (que involucra la cuarentena obligada). Esto llega a dos tercios (más del 66 por ciento) de los argentinos. Y aumenta con la edad. Es decir, a menor edad, menor preocupación y llega a superar el 75por ciento en el grupo de 50 a 65 años.

La mayoría del pueblo argentino aceptó las decisiones del presidente Fernández. Entre el 60 por ciento y el 80 por ciento de las respuestas en cuatro encuestas nacionales han dado la aprobación a la gestión del Presidente. así como a las medidas tomadas. Aunque persisten dudas sobre cuánto tiempo llevará salir de esta situación (en rigor: ¿quién puede saberlo a ciencia cierta en estos momentos?), se vuelve la mirada sobre las empresas que producen hoy en día en el país: desde el sector primario hasta el industrial así como los servicios esenciales (seguridad, salud) que se proveen a través del Estado.

Queda clara la distribución de roles en esta situación. Comunicar correctamente, dar cuenta de la situación, y la tarea de persuadir son todas tareas que siguen estando en manos del Estado.

Las personas, la gente, la población –en su gran mayoría- han cambiado sus hábitos: permanecen en sus casas, salen para hacer las compras y tratan de tener buenos hábitos de higiene y limpieza.

Y, finalmente, están las empresas. El rol de cada firma y sus marcas comerciales es estar cerca. Tratar de satisfacer a los consumidores en algo elemental: que aseguren abastecimiento, precios e higiene. Formar parte del “todos” y no apostar a la codicia que en estas épocas de una guerra sui generis, donde el enemigo es tan pequeño que sólo se ve con microscopio, es muy mal visto.

Esos son las cartas del juego. Y están echadas. Cada jugador sabe qué debe hacer.

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