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viernes, marzo 29, 2024

La chica con la marca de Harry Potter: ser vegana y hablar de la carne

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Hace unos años, quien escribe estas líneas realizó un diagnóstico sobre una periodista que fustigaba muy duramente la forma de alimentarse en el país. Vale la pena hacer un repaso de la nota con algunas actualizaciones (no muchas) por el tiempo transcurrido.

Siempre pareció una chica comprometida con la realidad. Con apenas 32 años, Soledad Barruti de publicó su obra “Malcomidos” donde se refiere a la industria alimenticia (cárnica, en especial) y a los habitantes del país a los que –por extensión- califica con dicho epíteto. Y se ganó una fama que perdura. Ahora ya anda en los 40 y persiste en su intención.

Ha descubierto un filón y no piensa dejar de explotarlo.

Una revista de publicación semanal entregó una nota con Barruti, por demás reveladora.

Porque ella exhibe su prueba de origen.

“Soy hija de una médica homéopata y quedé impresionada cuando a los seis años vi como mi abuela degollaba frente a mí un pollo que iba a preparar al horno”.

¡Es como la marca que lleva Harry Potter en su frente!

Para los que no están enterados de los avatares del joven mago creado por Joanne Rowling, todo se inicia en una lucha a muerte entre el malo (Lord Voldemort) y sus padres (los de Harry). Ellos en el fragor de la lucha fallecen y el malo queda convertido en una especie de realidad fantasmagórica. Y el niño que andaba por ahí, producto de esa batalla mortífera, queda con una terrible marca en su frente (una especie flecha en zig-zag) que –entre otras cosas- le señalará la presencia del malo cuando anda cerca.

Un personaje del siglo XXI con técnicas medievales: Harry Potter.

Acá tenemos algo similar.

Ahí están todas sus huellas atávicas que marcaron a Barruti.

Lo notable es que un poco más adelante, admite su militancia en el mundo del veganismo.

O sea, en el país de mayor consumo per cápita de carne (vacuna) del mundo (inclusive con descenso), va a referirse al tema… ¡una persona que no come carne!

Cualquiera puede defenderla aduciendo que aunque no coma, puede hablar de los procesos de producción.

Sí. Pero, el título de la obra connota otra cuestión.

Como en una analogía que involucraría a Jorge Luis Borges, se puede decir que sería como pedirle a alguien que le describa los colores a un ciego de nacimiento.

Sin entrar en polémicas inútiles (Barruti está muy atenta a todo lo que se dice de ella, aunque sea desde una provincia pequeña y lejana como ésta), habrá que analizar sus expresiones y exponerlas al tamiz de lo que la ciencia denomina “falibilidad”.

Ya se sabe, los hechos (presentados) pueden ser verdaderos o falsos. El problema es que si en frente hay alguien dogmático (una persona que se niega a comer un alimento -por la razón que fuere- es dogmática) es probable que los hechos que presente tengan cierto sesgo ortodoxo y que no admitirá réplicas porque no desea cambiar su postura.

Arturo Jauretche solía afirmar que los sofistas funcionan con un esquema así: En un razonamiento, PRIMERO tienen la conclusión, luego buscan las premisas que nos llevan a la conclusión.

El proceso, huelga recordarlo, es inverso. Se exponen las premisas y el paso lógico de éstas a la conclusión se denomina Deducción.

Yendo a las duras afirmaciones de Barruti, ella señala que en la Argentina el problema de que las vacas se alimentan con feed lot es por la soja.

Unir estas dos cuestiones no es tan sencillo, porque los rodeos NO se alimentan con soja.

Pero aparte de esta cuestión, en realidad la mitad del ganado en el país utiliza pasturas.

Lo afirmó el Coordinador en Carnes del Inta, Daniel Rearte. No lo digo yo.

Aunque pueda tener gran respeto hacia Barruti, le creo más a Rearte (doctor PhD).

Y qué dice este especialista del Inta: “La producción de carne en Argentina se basa en el pastoreo directo de pastizales naturales y pasturas cultivadas, suministrando alimentos procesados o concentrados solo por cortos períodos de tiempo cuando los nutrientes aportados  por las pasturas resultan insuficientes para satisfacer los requerimientos de los  animales”.

¿Clarito, no?

La mayoría de los productores usa sistemas mixtos.

Porque además en el invierno, las pasturas decaen y no alcanza, entonces hay que suplementar con feed lot.

¿Qué significa esto? Que el animal recibe alimentación de granos y otros forrajes. Que está quietito y come mucho.

Pero esto no implica que el ganado no pueda deambular. El problema es que no encontrará bastante comida porque las pasturas en invierno resultan insuficientes.

Y así, el propio rodeo se aproxima: los animales se instalan todos cerca de las bateas donde el productor va poniendo el grano de maíz, el afrecho de arroz, la cebada pastoril

Cualquiera que conozca la producción de carnes en la provincia sabe de qué estamos hablando.

¿Y por qué esa preocupación de la periodista? Simplemente porque
–exhibe un informe de la OMS- Argentina es el país con mayor cantidad de casos de Síndrome Urémico Hemolítico (SUH).

El estilo misionero de comer carne asada es “bien cocido”. No queremos que sangre.

¿De qué se trata?

De la presencia de Escherichia Colli en las comidas.

Lo que soslaya es que estos casos se dan principalmente en Buenos Aires y grandes orbes.

¿Y por qué? Simplemente porque la gente AMA comer la carne casi cruda. Una buena cocción elimina todas las bacterias y virus existentes en cualquier comida. ¡Por eso en Misiones y otras regiones del Norte NO hay Síndrome Urémico Hemolítico! Porque aquí la gente le gusta comer la carne bien asada. Y ahí no hay riesgos de infección.

Sencillo, ¿verdad? Pero Barruti no lo quiere admitir. Más que mal comidos la expresión correcta sería “mal cocinado”.

Y, naturalmente, su crítica apunta nuevamente a la soja y los productos con ingeniería genética.

Lo que le permite soslayar que este tipo de alimentos en toda su historia no produjo ningún evento relacionado con la salud de los comensales.

En tanto, los alimentos orgánicos que ella defiende produjeron muertes en Alemania como el caso de los pepinos españoles en 2011. En eso calla estratégicamente.
Como cuando expone la realidad de la cría de pollos en Crespo, Entre Ríos, donde fustiga acremente los modos de cría.

Un periodista local Egidio Luis Jacobi aclara que respeta la trayectoria de Barruti pero que le hubiera gustado que ella “visitara alguno de los modernos establecimientos donde la tendencia es invertir cada vez más en el bienestar animal”. 

En una palabra, nos encontramos ante una periodista atenta que acarrea un trauma de la infancia.

 ¡Si no hubiera visto a su abuela cortar el pescuezo a esa gallina no estaríamos debatiendo aquí!

Mario Pernigotti

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