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viernes, abril 26, 2024

Cuando un uruguayo llamó ‘chorros’ a todos los argentinos

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Hace dos décadas exactas, el presidente de un país vecino profería una expresión que sacudió a la Argentina. Dijo que los habitantes del país “todos, del primero al último” éramos “una manga de ladrones”. El autor de la entrevista donde se conoció el otro yo del doctor Merengue (ese personaje de Divito que parecía todo formal pero que en los dibujos aparecía su verdadera personalidad) es Martín Boerr y tuve la suerte de trabajar con él

Llegó a la redacción de El Territorio desde Buenos Aires para hacerse cargo del área Deportes del diario. Joven pero con pergaminos. Así conocí a Martín Boerr.

Trabajó en el diario por varios años y compartimos redacción. Luego de la crisis de 2001 se fue. Y sin embargo lo seguía viendo.

Mientras Argentina trataba de recomponerse de los fatídicos ’90 y de los golpes de cacerola, Martín Boerr se ponía al frente de una cámara y transmitía todas las tardes de la Bolsa de Buenos Aires para la señal de noticias financieras Bloomberg. Es esa que en la pantalla aparecen muchas informaciones en simultáneo: está el tipo que habla o entrevista a alguien (se los identifica a todos con nombres y cargos). Abajo, hay un zócalo fijo con título y la noticia más importante. Al costado de la gente aparecen gráficos sobre la evolución del precio del petróleo y del gas y en un costadito, más y más gráficos de otros commodities y cotizaciones de bolsas en el mundo (cuando en occidente las bolsas cierran, en China y Japón ya están abriendo), así que todo constituye un continuum. Ah, y siempre hay un zócalo móvil. De esos que aparecen con texto en la parte izquierda de la pantalla abajo y van corriendo hacia el otro lado, con alguna novedad de último momento, tipo, RUSIA URGENTE DETALLES DE LA ENFERMEDAD DE PUTIN.

En una palabra, un canal para los que toman decisiones económicas y sobre todo, financieras.

Ahí estaba Boerr. Que como el tábano (mbarigüí, diría Latreccino, el humorista misionero) que irrita al burro, inquietando al entrevistado había cruzado el charco e ido a entrevistar a Jorge Batlle, el presidente de Uruguay.

“Como periodista para mí fue una experiencia inolvidable”, recuerda hoy en una nota en el sitio Se.ul. “El cara a cara con Batlle, en sí, fue emocionante y con mucha vibración. Las repercusiones fueron increíbles y fuera de nuestros mejores cálculos.  Nunca más volví a hacer algo de semejante nivel de “viralización”, en épocas en las que no existían las redes sociales ni el Whatsapp (faltaban dos años para que Marck Zuckerberg sacara su Facebook). Y si algo le faltaba a todo eso fue un intenso debate en los círculos periodísticos, académicos y también políticos, sobre si a Batlle le violamos o no el off the record”.

Caricatura uruguaya de Batlle (autor Oscar Larroca).

A qué se refiere Boerr.

A que las famosas declaraciones fueron hechas –según los colaboradores de Batlle- luego de que la nota finalizara. Es un debate que quedó para las escuelas de periodismo y las carreras de comunicación.

En concreto: a Batlle en ningún momento se le había sacado el micrófono que tenía colocado (por eso, la grabación tiene un sonido impecable) y hasta el más distraído sabe que si hay una pequeña luz en la cámara significa que están registrando. Batlle tenía más de 35 años de política cuando accedió a esa nota. No era un novato, precisamente.

Esta es la parte donde al mandatario se le “sale la cadena”.

Para graficar cómo funcionaba Bloomberg y qué tipo de servicios ofrecía, Boerr aporta: “En aquellos días también turbulentos para Uruguay, Brasil y el resto de los mercados emergentes vecinos, fuimos con un equipo de Bloomberg Televisión y de Bloomberg News a Uruguay a ver qué pasaba ahí y si ellos iban a ser los próximos en caer. Bloomberg News era por entonces el servicio de noticias financieras más sofisticado del mundo. Con su servicio carísimo de “tomalo o dejalo” de 3000 o 4000 dólares al mes de abono, Bloomberg era un iPhone, mientras que Reuters era un Samsung, confiable pero más barato”.

Era claro que Uruguay también tambaleada por su cercanía física con Argentina (así como los barcos salvavidas pueden ser chupados por la gran nave cuando se hunde). “Ellos también tenían fuga de depósitos, alza del riesgo país y amenaza de default que traían aparejadas una crisis política”. Sobre eso fue a hablar Boerr.

Y, claro. Lo único que quería el mandatario uruguayo era diferenciarse de los vecinos; quería (siguiendo la analogía náutica) ponerse lo más lejos posible de la nave que se estaba hundiendo.

Terminada la entrevista, el micrófono colocado a Batlle seguía puesto

Boerr recuerda:

“Compáreme con cualquier país, pero no con Argentina”, me dijo, durante un ida y vuelta que si bien fue picante, iba a empalidecer ante las verdades que soltó el mandatario cuando explotó un rato después. Como muchos saben a esta altura, eso ocurrió recién en el after de la entrevista, ese momento cuando entrevistador y entrevistado se quedan charlando y aparecen las cosas más jugosas. Ahí el mandatario uruguayo, quizás acicateado por mi odiosa insistencia en recordarle que se estaban yendo, como nosotros, al descenso financiero, me dijo aquello que me dijo.

Los argentinos son una manga de ladrones, del primero al último”, estalló Batlle en aquel despacho amplio, sombrío y bastante desordenado. Sin saber que estaba diciendo la frase por la cual lo recordarían toda su vida y mucho después de su muerte (falleció en octubre de 2016).

Naturalmente, que al toque, Boerr se dio cuenta de lo que tenía entre manos.

El asesor de prensa de Batlle le consultó: “¿no van a usar esa última parte, no?”.

Boerr le dijo que pensaba que no.

Vueltos a Buenos Aires, con semejante material, decidieron enviarlo inmediatamente a Nueva York, a la sede central.

Con la advertencia clara de Boerr a sus editores jefe: “Mi mayor preocupación era asegurarme de que los norteamericanos conocieran bien las circunstancias en las que Batlle había dicho lo que había dicho. No fuera cosa que luego nos estuvieran indagando sobre detalles que omitimos y poniéndose del lado de los uruguayos ante la probable acusación”.

A cuerpo completo. Caricatura del Rodolfo Arotxaren

Para los que gustan de los debates académicos, vayan más aclaraciones del propio autor (el tábano Boerr): “Le escribí un largo correo al jefe de Bloomberg Television Americas, en el que le expliqué con lujo de detalles cómo obtuvimos las declaraciones más explosivas, y que probablemente Uruguay nos terminaría acusando de violar el off the record. Los norteamericanos nos dijeron que estaba todo claro y que desde ahí ellos se hacían cargo de la decisión. El lunes a la mañana, bien temprano, nos mandaron el mensaje: “Do it” (háganlo, o sea, publíquenlo).

Infamante

Boerr tiene una mirada contemplativa hacia la reacción del Batlle. Piensa que el Presidente se refería a la clase política argentina y no a los argentinos.

En lo personal, quien escribe esto, nunca me sentí tan ofendido. Ni Trump con los mexicanos fue tan ofensivo como lo fuera Batlle con los argentinos (al menos conmigo, no me siento un ladrón y demasiada gente que conozco sé que tampoco lo es como para que vengan gratuitamente a ofenderme).

“Él se refería a la clase dirigente argentina” morigeró Boerr. “Estábamos aún oyendo los cacerolazos y el que-se-vayan-todos y eso le dio el marco a esas famosas palabras”.

En lo personal, entiendo esta interpretación. Pero reitero. Estamos ante un político profesional. Alguien que –además- había trabajado de periodista radial y era dueño de una emisora en el Uruguay. Tenía actividad política desde mediados de los años 60. No se trataba de un advenedizo recién llegado al rubro de las declaraciones y los medios. Se fue de boca y no pudo (no quiso, no tuvo intención de) arreglarlo. No se trataba de un funcionario novato que nunca había estado con periodistas. Él mismo había estado “del otro lado del mostrador”. No podía aducir ignorancia ni desconocimiento.

Una cuenta (uruguaya, aparentemente) llamada ‘Chijetes contenidos’ emite toda la nota con el supuesto off violado. Y sostiene: “La verdad es que al ex presidente le jugaron una mala pasada” (en minuto 10’35”). Según el autor del envío, “Batlle pensaba que estaba hablando con el entrevistador en off the record, en forma privada ya que la entrevista había concluido”.

No es seguro que quien dice esto haya sido periodista.

Pero el que trabajó en el oficio sabe claramente: Cuando el entrevistado (el dueño de la información) quiere que se difunda (o no) algo, lo deja claramente expresado. NO hay dudas de que si Batlle hubiera deseado que eso no se difundiera, se lo hubiera expresado taxativamente a Boerr. Y eso no ocurrió. Fin de la historia.

“Creo que generó un lindo debate esta cuestión del off”, reflexiona hoy en Posadas Boerr. “Actuamos bien y todo estuvo respaldado por nuestra cadena. Lo malo hubiera sido si no explicábamos a Bloomberg cómo se habían dado las cosas y luego ellos (los uruguayos) nos dejaban pagando”.

Patético

Como si no hubiera sido suficiente con haber dicho lo que dijo, Batlle dio otro paso más para tratar de arreglar el entuerto (¿se podía?).

Según explicó, entre mocos y pañuelos frente a un azorado Eduardo Duhalde (presidente de los argentinos) había hablado con su madre (que era argentina) quien le exhortó a hacer lo que hizo: se tomó un vuelo urgente y vino a pedir perdón por sus expresiones. En el medio, peló pañuelo, gimoteó un poco y se sonó los mocos. Estaba sonado, literalmente.

El patetismo de esta última acción no es digna de los uruguayos. Ya había metido la pata y listo. Se la tenía que bancar y a otra cosa, mariposa.

Reitero: aunque el autor de la entrevista crea que solo se refería a la clase política (“por eso, cada vez que hay una crisis en el país, desempolvan la frase de Batlle como una forma de recordarnos quiénes somos”, se convence Boerr), la frase aún hoy, 20 años después me sigue pareciendo irritante, cargada de infamia y deshonrosa. Se haya dicho en on o en off.

La nota completa de Martín Boerr en Se.ul se accede en el link

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