La industria de la construcción quiere volverse cada vez más “verde” con edificios que cuiden el agua, la eficacia energética y el uso eficiente del agua. La Argentina se halla bastante atrás en esta modalidad, aun en América latina, ya que Brasil, México, Colombia y Chile marchan adelante. Sólo tiene 155 construcciones LEED en el país pero hay 360 en proceso de certificación
El sello “Liderazgo en diseño energético y ambiental” engloba una serie de requisitos de construcción, diseño y utilización de recursos con criterios de sostenibilidad que concitan interés tanto por la preocupación internacional ante el cambio climático como por la crisis energética generada en Europa.

La industria de la construcción es responsable de emitir el 39% de los gases de efecto invernadero que ocasionan el cambio climático. Igualmente, consume 13.6% del agua del planeta y 40% de la energía total del mundo, según el World Green Building Council.
Las edificaciones sostenibles implementan diferentes estrategias que ayudan a reducir tanto sus emisiones de CO2, generación de residuos, así como uso de energía y agua.
La verificación LEED (Leadership in Energy & Environmental Design por sus siglas en inglés) es un sistema de certificación que reconoce a este tipo de edificios en todo el mundo.

Empezando desde atrás
La certificación LEED (sigla en inglés de “Liderazgo en diseño energético y ambiental”) engloba una serie de requisitos de construcción, diseño y utilización de recursos con criterios de sostenibilidad, en boga últimamente tanto por la preocupación internacional ante el cambio climático como por la crisis energética generada en Europa a raíz de la guerra entre Rusia y Ucrania.
En su carrera por la eficiencia energética, la Argentina avanzó en los últimos años en la implementación de estas normas LEED en edificios corporativos y cuenta en la actualidad con 155 construcciones certificadas y más de 360 en proceso de certificación, de acuerdo con la red regional latinoamericana de la World Green Building Council.
Si bien la certificación LEED es válida para todo tipo de construcción, sea comercial-administrativa, industrial o residencial, es el mercado de oficinas el que tomó la delantera desde un principio y aún hoy concentra los mejores ejemplos en todo el planeta.
“Acá lo que más se movió fueron los edificios corporativos de empresas extranjeras que cotizan en bolsa y en sus respectivos países deben alquilar o tener oficinas sustentables”, dijo Padrós
Certificar tiene su costo
Para Guillermo Simón Padrós, director ejecutivo de Argentina Green Building Council (AGBC), la preferencia no es fortuita y se relaciona con cuestiones normativas a las que están ceñidas las casas centrales de las compañías multinacionales: “el impulso fue más que nada de empresas extranjeras que cotizan en las bolsas de sus respectivos países y, de acuerdo con sus respectivas directivas, están obligadas a comprar o alquilar edificios de oficinas sustentables”.

La falta de un avance similar entre las construcciones residenciales no solo obedece a la ausencia de requisitos en los códigos de edificación sino también – y principalmente- a cuestiones económicas.
“El proceso de certificación tiene distintas instancias, es auditado, hay que hacer ensayos, los profesionales que lo realizan cobran honorarios. Todo eso representa un costo extra para una vivienda familiar o un consorcio de propietarios, al que una compañía de gran envergadura puede hacerle frente”, señaló Simón Padrós, un arquitecto que, antes de sumarse a AGBC, se desempeñó durante cinco años en una constructora en Estados Unidos, donde aprendió las estrategias de sustentabilidad y certificación LEED.

Construcción en seco
A eso cabe agregarle que los procedimientos de construcción de los edificios corporativos son similares en todo el mundo, algo que no ocurre con las viviendas familiares, ya que en la Argentina predomina la construcción húmeda o tradicional, menos apta en cuanto a eficiencia energética que la construcción en seco, en la que la unión de las piezas no requiere el uso de agua.
El origen de las normas LEED se remonta abril de 1993 en Washington, cuando en el AIA (American Institute of Architects) los empresarios e investigadores Rick Fedrizzi, David Gottfried y Mike Italiano convencieron a representantes de 60 firmas y ONGs para elaborar un conjunto de normas de edificación amigable con el ambiente.
De esa manera nacía el World Green Building Council, que hoy tiene presencia en más de 180 países.

Beneficios
En cuanto a beneficios ambientales, con la certificación LEED el edificio puede lograr:
- Una reducción en emisiones de gases de efecto invernadero en un 34% aproximadamente.
- Un ahorro en consumo de energía del 25%.
- Un ahorro en consumo de agua del 11%.
En términos económicos, que un edificio sea certificado como LEED tiene los siguientes beneficios:
- Incremento del 5% al 10% en el valor de la propiedad.
- Reducción de los costos de operación de un 8% a 14%.
- Aumento del retorno de inversión a 6.6% (de 6 a 10 años).
- Aumento en la rentabilidad de 34%.
Finalmente, y cumpliendo con el ramo social de los tres ejes de la sostenibilidad, la certificación mejora las condiciones para la salud y bienestar de los ocupantes en alrededor de un 27% en aumento de satisfacción.

En la Argentina, el AGBC comenzó a desarrollar sus actividades en 2008, “en tiempos en los que no se hablaba de sustentabilidad ni en la construcción ni en ningún ámbito”, recuerda Simón Padrós, en un repaso de los avances registrados en la materia y en todo lo que resta por hacer, en especial en la franja residencial.
Si bien se encuentra en la quinta posición entre los países de América Latina en cuanto a edificios con certificación LEED, con 155 casos (detrás de Brasil, México, Chile y Colombia), el crecimiento de los últimos años queda en evidencia si se los compara con los 48 de 2017 y los 366 que hay actualmente en proceso de certificación.
En viviendas familiares, Simón Padrós enfatiza la importancia del etiquetado, una calificación similar a la ya aplicada y ampliamente difundida entre los electrodomésticos.
“Para que una transacción inmobiliaria se realice, debería haber una ley nacional para que sea obligatorio que cuando se venda, alquile o compre una casa, deba tener la etiqueta en la puerta”, manifestó, al tiempo que puso un ejemplo: “si tiene una ‘D’, entonces la envolvente no es buena y eso hará bajar el precio, con lo cual el propietario tendrá que evaluar si le conviene o no hacer las refacciones adecuadas para mejorar la categoría”.

El primer edificio en el país con certificación LEED es de oficinas. Pero no en CABA. El Complejo Edilicio Juan Felipe Ibarra, sede de los Ministerios de Economía y Educación de la Provincia de Santiago del Estero, recibió la Certificación LEED para Nuevas Construcciones en el nivel Plata otorgada por el Green Building Certification Institute (GBCI).
Aspectos de diseño y construcción sustentable del complejo
Eficiencia energética
– Son edificios «inteligentes» que reciben información de sensores y detectores regulando de manera automática y eficiente las necesidades de iluminación y mejora térmica de cada sector.
– El diseño del proyecto también permite mayor aprovechamiento de la iluminación natural.
– Sistemas de parasoles de vidrios para protección solar.
– Colectores solares para calentamiento del agua.

Ahorro de agua
– Griferías eficientes para el ahorro en el consumo de agua.
– Riego eficiente por goteo que utiliza el agua de condensado de los equipos de aire acondicionado.
Materiales y recursos constructivos
– Se utilizaron materiales extraídos o elaborados a una distancia no mayor a 800 km, disminuyendo el uso de combustibles fósiles para el transporte de los mismos.
– Materiales con contenidos reciclados como el hierro estructural y las alfombras.
Calidad del ambiente interior
– El diseño de los aires acondicionados mejoran la calidad del aire y la temperatura interior a través del sistema Free Cooling, que aprovecha el aire exterior sin necesidad de encender los equipos.
– Edificio libre de humo.
Gestión de residuos
– El complejo cuenta con espacios sectorizados para recolección y separación de residuos para su correspondiente reciclaje.
Reducción de emisiones por movilidad
– Espacio de estacionamiento preferencial para vehículos de baja emisión, consumo eficiente de combustible y vehículos de servicio compartido (carpooling).
– Espacio para bicicletas con duchas para ciclistas.
Espacios verdes
– Terrazas absorbentes con especies vegetales que mejoran el desempeño térmico y disminuyen la cantidad de agua de lluvia volcada hacia la vía pública
En ese aspecto, la política de segmentación tarifaria cobra una importancia adicional, en la medida que el recorte de subsidios y el acercamiento del valor de la factura a los costos totales acorta el período de repago.
Al respecto, Simón Padrós señaló que “con un período de repago de 3 a 5 años, está para pensarlo, pero con las tarifas subsidiadas se extendería a diez años, un plazo demasiado largo en el que quizás hasta haya mudanzas de por medio”.
Simón Padrós señaló: “Con un período de repago de 3 a 5 años, está para pensarlo, pero con las tarifas subsidiadas se extendería a diez años, un plazo demasiado largo en el que quizás hasta haya mudanzas de por medio”
En el mediano y largo plazo, el etiquetado de viviendas puede imponerse como uno de las condiciones primordiales para la compra de una vivienda, como lo es en la actualidad la proximidad a los nodos de transporte o lo fuera décadas atrás la posesión o no de una línea de telefonía fija.
Un punto en contra que es compartido con todos los países es que la mayor parte de las edificaciones existentes datan de épocas previas a la toma de conciencia de la sostenibilidad y la eficiencia energética, de lo que se desprende que en la Argentina “la mayoría de las viviendas no cumple con el mínimo estándar” y su puesta a punto no es una tarea sencilla, tanto por razones estructurales como económicas.