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sábado, abril 20, 2024

Hay que ser buenos con la yerba

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La Diplomatura en yerba mate abordó la aplicación de las buenas prácticas agrícolas y sus múltiples beneficios. Trabajan el Ministerio del Agro, el Inta, el Inym y la Facultad de Ciencias Forestales (sí, la yerba también es un árbol).

Las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA), así como las Buenas Prácticas de Manufactura (BPM), se conforman por un conjunto de consideraciones referentes a todos los eslabones de la cadena productiva. La finalidad apunta a optimizar y garantizar la calidad de los productos alimentarios, así como el cuidado social y ambiental de los contextos en los cuales se producen los mismos, exigencia clave para pensar en la sustentabilidad del sector.

En el marco de la Diplomatura Superior en Yerba Mate, que llevan adelante el Ministerio del Agro y la Producción, el INTA, el INYM y la Facultad de Ciencias Forestales (Universidad Nacional de Misiones) se llevó a cabo la asignatura sobre Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) para yerba mate.

La jornada se desarrolló en dos partes. Por la mañana en la estación INTA Cerro Azul, seguida por una salida a campo a una plantación de yerba  certificada en Leandro N. Alem. A cargo de esta asignatura está el director de Yerba Mate y Té del Ministerio del Agro y la Producción, quien explicó que las buenas prácticas agrícolas no son sólo para producción de yerba, sino que se aplican a todos los cultivos.

Por historia, magnitud y arraigo, la Yerba Mate se constituye como una producción agropecuaria emblemática de Misiones. A lo largo de más de 100 años de colonización moderna en el agro de la provincia, el proceso productivo fue variando y sufriendo distintas modificaciones.

En la actualidad, distintas innovaciones tecnológicas, así como nuevas y mayores exigencias de los mercados consumidores imponen desafíos para este sector en su conjunto.

A cargo de esta asignatura está el ingeniero Helmuth Kummritz, director de Yerba Mate y Té del Ministerio del Agro y la Producción, quien explicó que las buenas prácticas agrícolas no son sólo para producción de yerba sino que se aplican a todos los cultivos.

  “Vimos en qué consisten las Buenas Prácticas, cómo se aplican, quienes se benefician con las BPA; todos estos puntos se trabajaron en la parte teórica”, destacó Kummritz.

El ing. Helmuth Kummritz director de Yerba Mate y Té de la provincia

 Además explicó que luego se pudieron analizar el Manual de Buenas Prácticas en Yerba Mate desarrollado por la comisión integrada por INTA, MAYP, INYM y las ART, la UART; Uatre, Renatre; o sea varias instituciones productivas y gremiales.

Y remarcó los beneficios de llevar adelante este tipo de innovaciones. “Las BPA tienen en cuenta varios factores: benefician al operario, al productor y a la familia; también beneficia al medio ambiente y por consiguiente al consumidor que accede a productos sustentables e inocuos”, indicó.

“Lo que tenemos que buscar es que la producción sea sustentable en el tiempo y que tengamos yerba mate aquí y por mucho años más”, enfatizó Kummritz.

Las BPA vinieron para quedarse

El director de la Diplomatura en Yerba Mate, el ingeniero Guillermo Reutemann, explicó la importancia de estos desafíos. “Es fundamental empezar a trabajar en BPA en la producción de yerba mate. Ya tenemos estas prácticas obligatorias en horticultura, fruticultura, en té. En yerba mate se deben empezar a implementar estas prácticas, por un lado, para lograr productos inocuos, sustentabilidad en las chacras y asegurar futuros mercados”.

Explicaron que hace diez años una chacra que inició con 1200 kilos, hoy está alcanzando los 7 mil kilos por hectárea a partir de la implementación de las BPA. Esto es también la aplicación “del sistema de cosecha de rama madura, la utilización de fertilizantes de síntesis químicas y compuestos, siempre con formulación de nitrógeno que no sea urea; la utilización de cubiertas verdes de varias especies”.

Cómo se combina

 Por su parte, el técnico German Kimmich, quien viene acompañando la evolución y desarrollo en la implementación de las Buenas Prácticas, señaló el mejoramiento de la productividad. “En el caso del cultivo de yerba mate en diez años se logró un incremento de casi 100% en cuanto al rendimiento”.

 Kimmich explicó que hace diez años una chacra que inició con 1200 kilos y hoy está alcanzando los 7 mil kilos por hectárea a partir de la implementación de las BPA. Esto es también la aplicación “del sistema de cosecha de rama madura, la utilización de fertilizantes de síntesis químicas y compuestos, siempre con formulación de nitrógeno que no sea urea; la utilización de cubiertas verdes de varias especies”.

 También destacó que se desarrollan cultivos de yerba con cierta densidad de árboles. “Se pasó de un esquema de una sola especie que fue el Cedro Australiano a tener más especies de árboles nativos inter-plantados entre el yerbal”, agregó Kimmich.

Todo está imbricado

El establecimiento de normativas de calidad, así como las certificaciones respecto a los procesos productivos, emerge como una necesidad ineludible cuando se apunta a ganar nuevos mercados, especialmente si se apunta a la exportación. En el actual contexto global, cada vez son mayores las exigencias respecto a contar con certificaciones de calidad para el ingreso de productos de origen agropecuario a nuevos mercados y la yerba mate no constituye una excepción en este sentido.

En la actualidad la exportación ha alcanzado al 10% de la producción.

El camino trazado es largo puesto que estas Buena Prácticas involucran al conjunto de las actividades vinculadas a la producción, la recolección, el transporte, la manufactura y la comercialización.

Nada queda fuera: desde el cuidado del suelo y los distintos tratamientos que se realizan al mismo, el cuidado del entorno medioambiental, la aplicación de productos fitosanitarios, el Manejo Integrado de Plagas y Enfermedades, así como la gestión de los residuos, la seguridad y el bienestar laboral, y la vinculación con las comunidades vecinas a las zonas de cultivo.

Todo ello forma parte del entramado a trabajar para pensar en la sustentabilidad del cultivo.

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