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viernes, noviembre 8, 2024

El hombre que quiso liberar el Paraguay V: Pastizales y bañados rumbo a la libertad

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En el relato de su huida de la cárcel del régimen de Stroessner, Rubén Ayala Ferreira va detallando los momentos pasados con la memoria intacta pese a las seis décadas transcurridas. Desde Peña Hermosa hasta Posadas

El defensor de los derechos humanos quizá más conocido de Paraguay se llama Martín Almada. Con sus 84 años a cuesta sigue siendo un activo militante. Estuvo detenido por el gobierno de Alfredo Stroessner, dentro de las operaciones que se conocieron como Operativo Cóndor a mediados de los años 70 en Paraguay. Luego de una intensa presión internacional, el régimen de Stroessner decide liberarlo y se instala en Panamá. En 1989, tras la caída del dictador, Almada retorna al Paraguay y continúa con su tarea como abogado.

Martín Almada, un abogado paraguayo defensor de los Derechos Humanos

En 2011, viaja a Peña Hermosa y descubre y describe lo que era y es la isla de los presos militares paraguayos. Y que durante algún tiempo sirvió, también, para albergar detenidos políticos.

“Actualmente es una base naval y dejó de ser una prisión militar”, le aclara el jefe de la base mientras la van recorriendo. Siguen estando unas pocas familias que se dedican a la actividad rural.

Ya no es más el presidio que tenía un sistema laxo de vigilancia y que basaba su seguridad –de últimas- en el aislamiento y lejanía de otros lugares.

El destacamento naval. Así está el lugar que encontró Martín Almada y donde viviera Ayala Ferreira.

“Y, habremos estado, en total, un año y medio. Mucho más relajados, sin torturas. No recuerdo quién nos daba los alimentos, pero se cocinaba. Yo estaba decidido a escaparme. Buscaba por dónde, nomás”, así inicia Rubén Ayala Ferreira el relato de la parte final de su aventura.

Quería huir. “Y allá más. Porque Peña Hermosa está muy aislada. Hay mucho monte y muchos esteros. El río Paraguay se separa en dos. De un lado, el Chaco (paraguayo) con el desierto. Y del otro lado, esteros”.

Y hay algo de lo que no se olvida. Ni por un momento.

Rodeado de aguas, el presidio buscaba disuadir el interés por la huida de los allí internos.

“No sé cómo, pero mi mamá ya sabía. Pobre mi mamá. Después fue perseguida. Y papá también. Cuando me integré a la guerrilla mi padre decidió esconderse en el monte varios meses”.

Quería huir. “Pensaba y pensaba. Y uno de mis compañeros me dice que se iba a aserrar en el monte: a hacer tablas. Y se iban dos hermanos Peña con ese fin. Y los acompañaba el soldado Villalba que también estaba castigado”.

Y así fue gestándose la idea.

“Y viene uno de ellos y me dice: ‘Si nos escapamos, Villalba se escapa con nosotros. Y él va a conseguir una canoa’. Y, sí. La cosa venía bien”.

La noche en que Miñarro cantó

Entonces planificaron la fuga, pero había algunos condicionantes.

“Había un grupo de personas (detenidas) de Isla Pucú. La mayoría era comerciante, que en realidad no tenían nada que ver con el movimiento. Eran liberales, pero nada más. Y no tenían ninguna intención de escaparse. Querían retornar a sus negocios tras cumplir la condena. A sus familias, la mayoría tenía sus hijos. Y nosotros, al revés: la mayoría era soltero. Era muy difícil organizar una huida con gente que no estaba interesada”.

Planificaron entre seis. El guardia se unió y consiguió una canoa de un poblador

“Los dos hermanos Peña; Ramón Romero, Luis Villar (hijo del señor donde yo vivía en Posadas) Si yo llegaba a Posadas y no le llevaba a su hijo, me mataba. Qué le iba a decir.  Villar era un muchacho joven y muy corajudo.

Estaba espantando mosquitos y le adelanto: ‘Vamos a escaparnos’.

¿Cuál era la consigna?

“A las siete, en aquel cocotero…”

Esa era la hora en que el soldado iba a traer la canoa. “Y había camalotes en la costa. Y en ese cocotero nos encontraríamos. Cómo cada uno se arreglaba para llegar ahí era cosa propia. Estaba ahí nomás a 100 metros más allá de la guarnición y la zanjita”.

Así fue. El soldado metió entre camalotes la canoa. Había otro soldado compueblano nuestro. Me dijo “me voy a escapar”.

Y en los preparativos hubo algunos desajustes. “Yo era el ranchero esa noche. Y de los nervios sólo hice mate cocido. Con una lata de dulce de batata de 5 kilos.

Madelaire (der) junto a Audelino Ledesma (padre del Ing. Jaime Ledesma). Carlitos no sabía.

Y me dice Carlitos (Madelaire). ‘¿Qué hay de cena esta noche?

-Cocido

-A la p… qué sos haragán

“Y él me dio un Cremalín. Era como un dulce de leche azucarado. Ahora se usa poco. Funcionaba como la leche condensada. Así se endulzaba el mate cocido con Cremalín”.

El operativo empezaba.

“Pero la verdad es que no me bajaba ni el mate cocido. Y ahí extendí una frazada como si fuera un cuerpo. Cada uno tenía su mosquitero porque los mosquitos eran bravos. Así que extendí mi frazada quedó como un cuerpo bajo el mosquitero”.

A las 12 de la noche, había un control de la cantidad de presos. “Pero no contaban ni levantaban si estábamos o no. Solo una miradita”.

Me dice el soldado:

-Si querés llevar algo de ropa abrigo, lo que sea, esto es mío. Tomalo nomás que yo no lo llevo.

Ayala Ferreira aparentó ir a la letrina. Ya estaba oscuro. “Era otoño y fui a la letrina. Me acosté entre el batatal en torno al cocotero. Y sentí que llegaban los otros cinco más el guardia”

Al rato, llegó la canoa.

Así, el control sobre la desaparición de los fugados sería más tarde.

A la mañana a las cinco. Rápidamente avisaron. “Se escaparon algunos compañeros”.

Ellos tenían la instrucción. “Si no, sería responsabilidad de ellos. A esa altura ya estábamos lejísimo”.

Una anécdota con un soldado oriundo de Eldorado de apellido Miñarro.

“Ahí el guardia trajo la canoa entre los camalotes. Y Miñarro era cantante. O sea, se animaba a cantar. Viene Miñarro y me dice: ‘Yo ya estoy por salir. No me conviene huir”.

-Sabés qué vas a hacer? Vos vas a cantar en la guardia.

Era una improvisación, pero funcionó.

Había que alejarse lo más rápido de la isla mientras Miñarro estaba cantando.

“Así mientras cantás, nosotros podremos escapar y no nos van a descubrir. Comenzó a cantar en la guardia y no terminaba más.

Nosotros ya habíamos pasado al Chaco. Y Miñarro cantaba.

“Había que ir remando aguas arriba. Seguíamos avanzando y ya era como la una de la mañana. Nos bajamos porque remar agua arriba con seis personas no era fácil. Entonces nos bajamos y el soldado remaba y nosotros caminábamos por la costa”.

Y Miñarro seguía cantando. Y así no los descubrieron.

“Obviamente, al tiempo nuestros compañeros se dieron cuenta. Ellos ya estaban en la cama y vieron los que faltábamos”.

¿Qué pasó con Carlitos Madelaire?

“Yo me decía: ‘Si le aviso, tiene que escaparse. Y si no quiere irse y no sé cómo iba a ser. Si nos detenían, torturaban. Nos llegaban a encontrar, no sabía si él iba a apechugar. En cambio, con Carlitos era demasiada responsabilidad. Así fue por qué no lo invitamos”.

A las cinco de la mañana cuando se enteran de la huida “nosotros ya estábamos lejísimo”.

Huyendo: la ayuda de los liberales

“Yo le había hablado a un tipo que era liberal para que nos consiguiera caballos. Lo encontramos. A las doce de la noche”.

-¿Y el caballum?

-Ayer tenían que venir. Hoy ya no hay más.

Malas noticias.

Para eso ya habían largado la canoa aguas abajo. Después la encontraron.

“Y bueno, listo. Sigamos. Había un médico de yuyos. Se llamaba Ramón que sabíamos que era liberal también. Golpeamos su puerta a las 2 ó 3 de la mañana”.

Salió el hijo que se llamaba Kalahá.

“Vinimos escapados de Peña Hermosa. Vos sos de confianza y queremos que nos indiques qué camino seguir para llegar a Brasil”, le dijimos.

“Bueno –dice él-  este camino que ustedes venían es el camino municipal. Pasa frente a la casa de ellos. Acá a 1000 metros hay una alambrada. Esa alambrada sale en Brasil. No es camino pero si siguen la línea de la alambrada, nadie les va a seguir por ahí”.

Cuál era el riesgo de seguir por la ruta que venían.

“Por este camino municipal, seguro que los van a seguir”.

Pastizales llenos de “cortador” una hierba que hacía honor a su nombre y esteros con barriales.

Le pidieron que los acompañara…

“Pero ¡qué nos iba a acompañar…”!, cuenta Ayala Ferreira.

“Y llegamos a la alambrada. Y sí, era todo estero. Estero y estero. Barrial. Los que tenían zapatos, en el primer estero ya los perdían.

Y tenía unas zapatillas. Con esas llegué a Brasil. Pero sin punta ni nada. Los otros muy mal.”

-¿Siguieron la línea indicada?

-Sí. Y la instrucción era: cuando lleguen a la frontera de Brasil, al río Apa, hay una simbra, un portón. Es para permitir el paso de las vacas.

Era tan agreste todo por ahí. “Nos veían las vacas y huían. No había nadie”.

Un recuerdo emerge.

“Había un venadillo con unas astas que nos miraba. Algunos aviones sobrevolaban la zona y nos buscaban. Había que esconderse y listo. Tomábamos agua del estero. Qué íbamos a hacer. Ya amanecía y seguíamos caminando”.

“Era una zona tan agreste por donde íbamos: las vacas huían y hasta se apareció un venado”

Y siguen: “Y estábamos llegando a la frontera donde estaba el río Apa y la instrucción cuál era: “No crucen ahí”.

Por qué no convenía cruzar ahí: porque enfrente está el estado de Mato Grosso y ahí no les va a encontrar más nadie. Es la zona donde el famoso Pantanal de Brasil empieza.

“Nos dijeron: “Y ustedes se van a perder. Ese estado es más grande que todo Paraguay y es un desierto. No los van a encontrar nunca más”.

Esa simbra lleva a una façenda o estancia. “Ustedes cruzan ahí y nadie los encontrará”.

“Ojo con la simbra porque si cruzan en un lugar equivocado se perderán para siempre”

Estaban pues, frente a esa tranquera. “Hallamos en la simbra y les dije: Muchachos allá ha de estar el río Apa. Había un monte y entre dos fuimos caminando para confirmar. Y era así. Ahí estaba el río. Había un caraguatal que son esas frutas como un ananá salvaje. Y confirmamos. Más tranquilos porque ya nadie nos iba a seguir hasta ahí”.

De golpe termina el camino frente a la estancia. Había una señora negra con un nenito lavando ropa. El río Apa viene de la cordillera de Amambay aguas muy limpias y se mete en el río Paraguay.

“Le pregunté a la señora. ‘Queremos cruzar al otro lado’

Ella le dio instrucción al niño que va y vuelve con capanga con el chico. “En realidad era el capataz con su capanga (lugarteniente). Nos consiguió una canoíta de metal. Tiraron al río. Tenía remos. No un solo par. Éramos todos remando. En un ratito, cruzamos. Al río Apa que corre muy fuerte. Cabíamos tres nomás”.

El vocero del grupo era Rubén Ayala Ferreira.

“Fui yo el que tenía que hablar. Con el capataz todo bien. Tenía una bolsita de carey (así llamábamos al polietileno). Allí estaba la lista de presos políticos en Peña Hermosa. Se había publicado en un diario opositor. Bueno eso llevaba en mi bolsita. Era nuestro único documento”.

El salvoconducto era, apenas, una lista impresa en un diario.

Una lista de nombres en un diario: Ese era todo el salvoconducto que poseían los escapados.

“Y tenía subrayado, los nombres de los que estábamos ahí. ‘Este soy yo, este es otro… y así’”.

-Y allí nos ayudaron a cruzar el río.

El capanga le dijo a canoeros. Vaya a traer a los otros. Y agregó algo importante:

“Aquí ninguem va a tocar por voçé”. (“Nadie los va a tocar, aquí”)

“Recuerdo bien porque se nos abrió el cielo. Y ya estábamos liberados”.

Y dijo Romero: ‘Permiso voy a acostarme en su pasto’

Y el capanga: “Pero, no pida permiso…”

“Y el otro: Brigadinho senhor.”

-Este era el mayor de nosotros. Tenía ya como 40 años. Y estaba agotado. Muy agotado.

“En la caminata recuerdo que en los esteros y cada cinco kilómetros había un monte. Y nos metíamos a descansar porque en el agua no íbamos a poder. Nos tirábamos por ahí en un tronco o lo que fuera.

Y después levantarse era toda una odisea. “Y Romero: Yo me voy a quedar acá Que me coman los cuervos. Y dijo en guaraní tache’u  ndeú  yryvu” o como dice Betty Chávez: “tache’u yryvu”)

Ahí, Ayala Ferreira no puede con su genio y (se) hace un chiste sobre la mala situación actual su equipo favorito en Argentina San Lorenzo, al que llaman los cuervos. Y se ríe, claro está.

Romero parecía entregrarse y Villar el que yo tenía que traer de vuelta respondía: Y bueno, quédate nomás.

“Y nos íbamos. Y cuando íbamos unos cien metros, Romero salía detrás nuestro. Y así tiene que ser. Y bueno vamos a quedarnos un poco más. Y te vas entregando”.

Ahí cuando cruzamos el río Apa. El señor era el capataz de la estancia. Y en ese lugar, todos eran paraguayos.

No eran muchos, ni una decena.

“El capataz le informó al patrón, un español de nombre Baldomero Cortada, que llegaban los fugidos y que estaban bastante machucados (escapados y magullados) y éste dijo por radio: Que descansen bien y que pasen al día siguiente”.

-Nos prepararon el caldo de gallina porque la verdad que ni tragar podíamos.

Les prepararon unas camas con pellón de oveja. Tras dos días de caminata ese dormir en el suelo sobre semejante “colchón” supo a estar en el paraíso.

“Después cuando nos preguntaron si estábamos recuperados porque el lugar donde teníamos que ir quedaba a unos 30 kilómetros”.

Y, sí. Estaban recuperados. Con ansias.

“Había que ir a Puerto Quebracho, un brazo del río Paraguay y teníamos que ir a pie. Nos acompañaba uno a caballo. Y llovió todo el camino. Se llamaba Ovo de uma. Era un obraje o carrería.

Una casa que pertenecía a la fábrica de taninos. El dueño estaba en Puerto Quebracho”.

Al otro día al amanecer vino una zorra. “Nos subimos a la zorra y nos fuimos. Sí tenían una vía. Era solo para andar en zorra.  Baldomero Cortada nos la envió”.

El dueño de la fábrica de taninos (que se extrae del quebracho y se usa para separar las carnes de los cueros de animales faenados) los iba a estar esperando para después de nuestro descanso.

“Entramos con la zorra a la fábrica y ahí estaba el despacho de don Baldomero Cortada. Tenía como 70 años así que en paz descanse. Salvo que sea Matusalem”, dice Ayala Ferreira y vuelve a poner un toque de humor.

“Entramos en su oficina y hablamos en español. El personal era paraguayo en su mayoría. Esto es porque los de concepción no vienen al Sur”.

-Para almorzar ustedes vayan al Club Social, fue su escueta instrucción

“Y le hablé al jefe de la Delegacía el Sargento Ferreira. Y así pueden descansar ahí. Y que vayan a atenderse el médico. Cuando al mediodía salieron todos los empleados, se juntaban con nosotros y entre todos, la charla era distendida y con un solo tema. ‘¿Cuándo vamos a echar a este atorrante (por Stroessner) hijo de p…?’

Cortada, el español era muy querido en ese lugar.

“Almorzamos, ahí nos llevaban frutas. Mi pantalón vaquero estaba todo roto. El pasto por donde pasamos se llamaba cortadera. Y me sacó toda la punta de mi champión. Nos dieron zapatillas y ropas”.

-¿A qué distancia estaban?

Y, de Foz estaríamos a unos casi 1000 km, calcula con bastante exactitud Ayala Ferreira.

“Luego de comer nos presentamos a la Delegacía. A las autoridades. Para pedir el asilo político. Y ahí vino el médico nos atendió. Los seis estábamos bien, machucados pero enteros”.

Rápido vistazo de la extensa vuelta dada por los revolucionarios hasta llegar a Foz de Iguazú.

Ahí el fútbol asistió otra vez a Ayala Ferreira.

-Usted ¿de qué club de Brasil es Sargento ayudante Milcíades Ferreira? le pregunto

-De Santos. Pero qué sabe usted ¿Conoce la delantera? Naaahh, lo quiso correr el brasileño.

“Y yo le enumero: Dorval, Mengavio, Coutinho, Pelé y Pepe. Eran cinco delanteros antes. Lo sorprendí2.

Ahí quedaron un día. “A la noche vino una lancha de Puerto Murtinho a traer mercaderías. Don Baldomero nos avisó que la lancha partía esa misma noche a Puerto Murtinho. Para que no nos quedemos ahí”.

Romero desconfiaba por si los hacían cruzar al Paraguay. El temor a ser devueltos. Pero no, no pasó nada y fueron todos.

“Nos llevaron a Puerto Murtinho en frente al Chaco paraguayo. El Quebracho queda sobre un brazo del río.  Llegamos con un soldado que nos envió el hincha de Santos. Un soldado nos acompañaba. Nos bajamos en Puerto Murtinho. Fuimos al regimiento era muy grande”.

Ahí se dio una ‘alteada’, recuerda: “Alto, alto…” nos ordenaron detenernos. Salió el soldado y aclaró que conducía civiles. Entramos. Eran las 3 de la mañana. Era grande el regimiento. Nos hizo ir a un pabellón de soldados en camas cuchetas. A las 6 de mañana un negrito tocaba la diana. Y no terminaba más. Pap-parapa-paáa-para papa parapapaá… No terminaba más.

Todo transcurría muy tranquilo. Formaron fila para el desayuno: café con leche pan y manteca. Con mozos con bonetes largo que servían el desayuno. Era casi un hotel.

Y la media mañana el mingao, una especie de polenta medio dulce (algunos dicen que la hacen con arroz). En Paraguay comen soyo, recordó.

“Y después de un rato nos llama el comandante y le explicamos todo. Romero tenía las marcas en la espalda. El militar se sorprendía. ‘Bueno vayan a almorzar y quedan libres’, nos indicó”’.

Y fueron a almorzar donde había unos manjares con gran nivel de vida. Bastante cantidad de soldados.

Íbamos caminando tras salir y no sabíamos dónde ir.

Y nos salen a nuestro encuentro dos personas.

-Ustedes son los que se escaparon de Peña Hermosa. Ah.. yo soy el presidente del Partido Liberal y éste es el secretario.

“Se nos abrió el cielo. Vivían en Puerto Murtinho. Nos dieron alojamiento comida. No teníamos documentos ni dinero. Nada. Y sabían que nos escapamos porque radio Guaiba de Porto Alegre dio la información. Ahí se escuchaba esa emisora porque tenía mucha potencia”.

La novedad se había divulgado por toda la zona sabía.

“Estuvimos uno o dos días en Puerto Murtinho. Y le indicamos a este señor. Mire, nosotros queríamos volver a Posadas. Podíamos quedarnos algún tiempo ahí, pero al cabo volveríamos”.

Y él les indicó lo que había que hacer: acercarse al río Paraná para ir hacia Misiones.

-Va a salir un camión que irá a Aquidauana. Ahí les va a esperar otro correligionario que les va a orientar

Salió el camión hasta Aquidauana. Es una localidad en el centro del estado de Mato Grosso y está lejos todo.

“Y ahí nos esperaba una familia. Unos amigos. Nos bajamos en Aquidauana. Y de ahí, apuntar hacia Campo Grande la capital de Mato Grosso. Estuvimos algunos días”.

El ánimo era bueno.

“Alguno que quería llegar más rápido a Posadas. Pero teníamos paciencia. Quedé en casa de una persona de apellido Arias que tenía una sorbetería (heladería) en medio una plaza. Estuvimos unos 15 ó 20 días. Y de ahí nos fuimos a Puerto Presidente Epitacio. Eso ya estaba sobre el río Paraná. En el estado de Sao Paulo”.

Se seguían acercando: “Ahí tomamos una lancha que llevaba arroz, fideos, azúcar. Y ahí llegamos hasta el Salto Guairá o Sete Quedas, que desapareció tras la construcción de la represa Itaipú. Ahora ya no hay más cascadas y le llaman ciudad Guairá. Nos esperaba un zapatero correligionario”.

Ya estaban cada vez más cerca: a solo 300 kilómetros de Foz.

“Y en un colectivo nos llegamos a Foz de Iguazú. Y nos esperaba para hacernos cruzar sin documentos hasta Puerto Iguazú”.

El destino se acercaba.

“Me dijo: ‘esta noche van a venir dos o tres canoas traen azúcar harina. En esas canoas vacías irán ustedes. Nada de fumar ni prender fuego. Nada de hablar’. Llegamos. Y había un caminito una madera y me tropecé y me caí. Cruzamos de Foz a Puerto Iguazú en más de una canoa. Y recuerdo aún hoy a esa gente llevando en sus espaldas bolsas de 50 kilos”.

Eso sigue vigente. Los llaman ‘sacoleiros’.

“Sacaron las bolsas y nuestro amigo arregló todo con ellos y cruzamos y llegamos Puerto Iguazú. El coronel nos dio ayuda para comprar pasajes. De Puerto Iguazú a Posadas. Ya éramos cinco”.

El soldado Villalba se quedó en Brasil no quiso seguir con ellos. “En Aquidauana se quedó”

“Llegamos acá fuimos a la casa de Beto González y yo: “Acá está tu hijo”.

Tenía 22 años.

En ese ínterin se escaparon todos los demás. “Estábamos en Murtinho. Los 48 restantes. Escuchamos radio Guaiba que se escaparon todos los presos”.

El resto de los huidos. La foto se estima que puede ser en el Destacamento militar de Murtinho.

¿Qué había pasado?

“Cuando estábamos en Murtinho, tomamos contacto con los macateros (vendedores ambulantes) que en las lanchas llevaban mercaderías a la isla. Y a Peña Hermosa bajaba doña Juana que vendía las cosas y entregaba plata que nos enviaban”.

En Murtinho se encuentra a Doña Juana con el macate y le dice: “Avisale a los muchachos que estamos en Brasil y que el gobierno de acá no devuelve más a los revolucionarios capturados de este lado”.

En ese ínterin en 1961, cambió el gobierno de Jusemiro Kubischek quien devolvía a los guerrilleros y los mataban en la otra orilla.

Pero llegó Janio Quadros que lo sucedió y ya no devolvía más. Subió con una escoba como símbolo. (iba a barrer la corrupción). Y no devolvía más a los que huían del régimen de Stroessner. “Ese era el mensaje para los que estaban en Peña Hermosa. Y que no tengan miedo de venir. Y doña Juana les hizo llegar el convite a los muchachos”.

Y comenzaron a organizar la fuga masiva. “Los de la isla Pucú eran comerciantes liberales. Carlitos (Madelaire) y todo el resto comentaron al comandante de la sede. “Si los agarro, les voy a comer el hígado”, decían que dijo sobre nosotros”.

Y ahí avanzó rápido. Ayala Ferreira agrega en una llamada posterior: “Nosotros huimos el 23 de marzo de 1961. Y el resto del grupo, más de 40 lo hizo un mes y pico después, el 27 de abril de 1961”.

Cómo se organizaron.

“Fulano, fulano y fulano tomarán la guardia. Ya se podía organizar porque todos querían escaparse. Y no había más riesgos de que se comentase y fueran pyragüé internos (que los pusiesen al descubierto)”.

Ayala toma el tren en Murtinho y llega un compañero le dice: “Ya llegaron acá. Bajate. Están en el hospital. Uno fue herido al cruzar el rio Apa y lo balearon en la espalda”.

Los nuevos evadidos habían hecho el mismo camino que los primeros. Y salió el Ejército al cruce. Pero ya estaban todos del otro lado, a salvo.

Y solo quedaba uno: Inocencio Rojas justo cuando intentaba cruzar a nado el río. Y logró superar el mal trance pese a los disparos. Y se escondió. Vinieron los oficiales y lo buscaban: “¡Inocencio Rojas!” llamaban y él no sabía si eran paraguayos o brasileños. “¡Inocencio!!!”

Cuando fue a quirófano, le sacaron un proyectil chato aplastado.

Este segundo grupo fue trasladado en avión a San Paulo y allá estuvieron en hotel de Migraciones y la mayoría volvió a Posadas.

Y ahí, Rubén vuelve a encontrarse con su amigo Madelaire.

“Carlitos me reclamó (porque no le avisó de su plan). Pero entendió mi explicación. Y todos nos reencontramos acá. Denis Cibils quedó en Brasil, Fidel Bobadilla también. Acá vinieron varios”.

-¿No intentaron de vuelta?

“Ya no. Hubo alguna intentona, pero no progresó”. 

Posadas, nueva vida

Los revolucionarios seguían reuniéndose en Posadas para recordar las aventuras vividas.

“Hablamos con Carlitos y comencé a trabajar para la empresa de su familia ahí enfrente a la plaza Nueve de julio. Primero, abajo con Madelaire. Y luego en el primer piso con los Warenycia”, siguió.

“Yo atendía el cine que tenía Madelaire, ese era mi primer trabajo. Y Carlitos me dice un día cuando en LT4 había un programa ‘Música y Deporte’ los domingos.  Escuchábamos radio en onda corta Splendid, Belgrano El Mundo para saber cómo iban los partidos. Escuchábamos al ‘maestro’ Fioravanti, al gordo Muñoz. Bueno, mi primera irrupción en la radiofonía fue así: “Este gol lo vas a anunciar vos”, me dijo Carlitos.  ‘Temblaba. Anoté todo. Atento, novedades. Gol de Racing. Belén a los 27 minutos Racing 1 Velez 0”.

Sí, ese mismo jugador de origen santafesino que jugó en el campeón de ese año, Racing Club fue el protagonista indirecto de la primera aparición de Rubén Ayala Ferreira en la radio y en el fútbol, una de sus pasiones.

Tal es así que el periodista Marcos Magaz le dedicó una explícita atención en su libro “Como en la cancha. La radiofonía y el fútbol en Posadas” y ya en la portada se lo puede ver a Ayala Ferreira en una de esas tantas transmisiones.

El iibro de Marco Magaz y en la tapa aparece Rubén Ayala Ferreira (el 2do desde la izquierda)

“Así empecé. Relaté mucho en los 70. El primer partido en Misiones entre un equipo de la provincia (Guaraní) contra un grande (Boca) por los puntos. Ganó Boca 1-0 con gol de Rogel. El único que relató. Enfrente de la techada. Había dos cabinas, una para nosotros en radio LT17 y al lado, Bernardino Veiga para radio Argentina que seguía la campaña de Boca”.

Siguen los recuerdos. “Como comentarista estaba Carlos Lucero. Locutor comercial Guillermo Orfila. Miravet hacía sus priemras armas en estudio. Y gritaba: “atento Provincia!!

Tiene la grabación de ese partido. “Y la guardé y la fui pasando de cinta abierta a cassette; luego a CD y ahora a digital”.

Y la memoria intacta. Recita Rubén Ayala Ferreira. “Boca formó esa vez con:

Sanchez, Suñé, Melendez, , Rogel y Ovide

Peracca Orlando Medina y Potente

Ponce, Pianetti y Ferrero.

Entró Savoy en el 2do tiempo.

Y Guaraní formó con:

Santiago Duarte

Hugo Brauvano (de Mitre) Carlos Nuñez (camarógrafo actual en Canal 12), Sinforiano Gimenez Díaz y Daniel Villalba

Pablo Olivera, Ramón Recalde y César Oscar Brítez al medio; y Corazón Bienvenido Lezcano, Jorge Ramón Brítez y Ramón Roberto Noguera adelante.

Final y algunas cuestiones

Le consulté a Ayala Ferreira sobre la eventual presión de la prensa desde Argentina sobre Paraguay (en la novela de Eduardo Balero Torres se especula con ello, también). Para ver si había incidido en algo.

“La prensa por Madelaire sabía y divulgaba acá pero (a las autoridades paraguayas) no les tingaba (importaba). Nunca me enteré que hubiera habido reclamos argentinos, por las detenciones ilegales”.

Relatando la pasión y al borde de la cancha (Ayala Ferreira a la izquierda).

“A Carlitos (Madelaire) durante las torturas le pegaban más y decían que era argentino. Pero no era cierto. El papá era dueño de ZP5 radio Encarnación y era amigo de Stroessner. Y luego se pelearon. Él cruzó acá y ganó la licencia por diez años de LT4. Del 60 a 70”.

Ahí llega el momento de más recuerdos. “Luego de Madelaire, gana la licitación la familia Warenycia. Cuando me echan del canal en el gobierno militar, a la semana me tomó don Pedro Warenycia. Fernando, el hijo era el encargado de las noticias. Era muy amigo mío. Cacho Barbero era el jefe de noticiero. El uruguayo Omar Giacosa estaba y Polaco (Jorge) Balanda empezaba.

Junto al obereño y jugador de San Lorenzo Rodolfo “El lobo” Fischer.

Siempre reivindicando

“Nunca nos arrepentimos. Que hubo errores estratégicos, sin dudas. La finalidad existió y era noble. No hubo especulaciones y nosotros estábamos muy convencidos. Tenemos un gran reconocimiento desde la gente del Paraguay. Pese a haber sido muy desacreditados allá por los medios oficiales, que eran los únicos que existían. Decían que éramos comunistas, que fuimos a Cuba. Y nada que ver. Ni comunistas ni fuimos a Cuba. Nosotros éramos del Movimiento 14 de Mayo siempre seguiremos reivindicando el día de la independencia de Paraguay”, dice Rubén Ayala Ferreira, mientras escucha la tele con el canal puesto en el SNT y hojea por internet las tapas de los diarios de Asunción.

“No fuimos comunistas ni fuimos a Cuba. Fuimos paraguayos que querían su patria libre”.

Paraguay siempre estuvo en su corazón.

Sin embargo, reivindica el trato que le dieron aquí. “Algunos dicen que Argentina nos trata mal a los paraguayos. Mentira. Siempre nos trataron bien. Y muy bien. Los que vinimos a trabajar, a progresar, nunca tuvimos problemas. Trabajé en Radio Provincia, trabajé en LT4, trabajé en El Territorio. Nunca me hicieron un problema por ser paraguayo. Llegué a secretario de redacción en el diario, el decano de la provincia. Nunca hubo un cuestionamiento. Sólo querían ver que trabajaba y yo lo hice”, señala con el corazón lleno de orgullo.

Siempre en el periodismo, donde se destacó en medios radiales y escritos.
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2 COMENTARIOS

  1. Que cosas te pasaron en vida Rubén, que bien nos hace conocerlas. Sos un ejemplo de trabajo y honradez…un ejemplo de persona…

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