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sábado, abril 27, 2024

El octavo misionero del ARA General Belgrano

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Se decía que eran siete (cinco fallecidos y dos sobrevivientes) los misioneros que estuvieron a bordo del crucero hundido por Gran Bretaña en la guerra. Pero Santiago Ortiz es de Eldorado. Hizo el servicio militar en la Armada y tripuló el famoso buque de guerra hundido en la guerra de Malvinas hace 40 años. Sobrevivió. Y cuenta su terrible experiencia mientras flotaban en el mar con 20 grados bajo cero

Hace cuarenta años, un gobierno militar acorralado se embarcó en una guerra suicida contra una de las potencias militares del planeta. Durante siglos, Inglaterra -con sus corsarios y sus buques con capitanes cuyo lema era ‘don’t give up’ (rendirse jamás) en su vocabulario- era la dueña de las aguas. Aunque ya no era la potencia hegemónica que fue hasta inicios del siglo XX (o más precisamente, hasta la primera gran guerra), seguía siendo una virtual reina de los mares.

A esa potencia, la Argentina desafió.

Nicanor Costa Mendez

Dicen que había un doctorcito porteño al que le gustaban los gobiernos autoritarios y que le enternecía la diplomacia. Muchos lo señalan a él como el autor intelectual. Nicanor Costa Méndez -de él se trata- convenció a los miembros de las tres fuerzas (la trinidad que gobernaba el país) que se podían tomar las islas Malvinas “en forma simbólica. Hacer el reclamo, pegar las hurras. Luego, Estados Unidos y la ONU obligarán a Gran Bretaña a aceptar esa nueva realidad”

¿En qué se basaba Costa Méndez?

En que, a fines de los años 50, la joven reina Isabel tuvo que ceder ante la presión mundial cuando Egipto recuperó el manejo del Canal de Suez y en especial, el gran socio de Inglaterra (Estados Unidos) instó a no realizar maniobras bélicas para recuperarlo (los que deseen verlo en pantalla, pueden recurrir a la serie The Queen de Netflix en el inicio de la segunda temporada).

En The Queen se mostró cómo Gran Bretaña cedió el Canal de Suez (Img Netflix)

Lo cierto es que nada de eso ocurrió en 1982.

Inglaterra que también tenía un frente interno muy duro con una primera ministra -que estaba a punto de renunciar porque sus planes de ajuste solo obtenían rechazos populares- decidió dar el zarpazo. No sólo avisó que iba a recuperar las islas, sino que buscaría el apoyo de la OTAN y cuando presentó su caso -cual doncella ofendida, justamente ella- en las Naciones Unidas obtuvo el apoyo casi unánime de los países. Sólo los países latinoamericanos se quedaron respaldando a Argentina.

Dicen que Shakespeare lo plasmó en Hamlet: “Mantén la mente de tu pueblo ocupada en disputas con el exterior” escribió hace cuatro siglos el vate. Y Margaret Thatcher apostó un pleno a esa ficha del gran escritor. Y, al final, recogió todas las ganancias: Triunfo, reelección y popularidad a pleno.

Costa Méndez había fallado en todos y cada uno de sus cálculos.

En ese lapso, Argentina trasladó fuerzas militares terrestres a las islas y las distribuyó por donde consideraba estratégicas. Y preparó su Armada. El problema era que no tenía demasiadas embarcaciones.

El Armada de la República Argentina (ARA) General Belgrano era de los pocos buques de guerra.

Entra nuestro hombre

Clodomiro “Milo” Fretes es de Eldorado y vive en Buenos Aires. Llegó a trabajar en el viejo y desaparecido Banco Iguazú. Cuando este se fundió, tuvo una opción de trabajar en otra entidad financiera en Buenos Aires. Y hacia allá fue. Él fue un protagonista de notas de PM cuando se ofreció como voluntario para experimentar las vacunas de Pfizer en la Argentina (https://www.periodismomisionero.com.ar/2020/08/25/milo-fretes-el-segundo-misionero-voluntario-de-la-vacuna-anticoronavirus/)

Santiago Ortiz (a la izquierda) con su amigo Milo Fretes (centro) de Eldorado

Milo conoce a Santiago Felipe Ortiz del Kilómetro 18 Oleaginosa de Eldorado. “Santi es un sobreviviente en serio. Yo lo llamo ‘mi héroe personal’. Es una gran persona y vive en Moreno, provincia de Buenos Aires. Vuelve mucho a Eldorado porque sigue teniendo familiares ahí en el Km. 18. Él lleva banderas y esas cosas a las escuelas en Eldorado cada vez que va”.

Actos por Malvinas. Santiango (al centro) siempre participa.

La historia estaba planteada.

Santiago Ortiz podía ser localizado.

La duda era sencilla: ¿cómo es que no figuraba como misionero del ARA General Belgrano?

Según la información que hasta hoy circulaba, siete fueron los misioneros que se embarcaron en el aciago viaje final del buque de guerra en abril de 1982: el cabo principal Miguel Meza, el cabo principal Saturnino Sanabria, el cabo primero Martín Omar Augusto Maciel, el cabo primero Miguel Ángel Antonio Sosa y el cabo segundo Orlando Antonio Isllanes.  Todos ellos fallecieron tras el ataque. En tanto que Luis Raczkowski Raúl Pérez sobrevivieron y pudieron contar la historia.

Siete.

Y ahora aparecía el octavo pasajero. Como en la película de Alien.

Esta nota develará el misterio, qué dudas caben

Un paso a paso con Santi

“Soy Santiago Felipe Ortiz. Nací en Eldorado. Estudié la escuela primaria en el Km 18 barrio Oleaginosa. La secundaria la hice en la Monotécnica en el Km. 2”

Haciendo la “colimba”. Esto fue durante su instrucción militar con un cabo 2°

Santiago deja huellas de su paso por Eldorado. En octubre de 1978 tenía 17 años y se muda a Moreno en provincia de Buenos Aires una ciudad a unos 35 kilómetros al oeste de la gran capital argentina. En febrero de 1979 hace el cambio de domicilio y le llega la citación. Número alto. Le tocaba Armada.

“En abril de197,9 me tocó la revisación médica con el distrito de Misiones. Me presenté en Misiones, pero desde allá me llevaron al sur. A la base naval Puerto Belgrano”.

Ahora sí, aparecen las señales. Puerto Belgrano es al sur de provincia de Buenos Aires, cerca de Bahía Blanca. “Me tocó el destino ARA General Belgrano. Mi destino fue ese. Estuve de instrucción en el Campo Sarmiento durante 58 días y después, mi destino fue el ARA. Así que llegué a conocer muy bien el crucero. Sabía por dónde caminar, por dónde hacer el desembarco”.

Todo un hombre con 18 años. Hizo el servicio militar pero también tuvo su primera hija en ese lapso. Cuando el gobierno del General Galtieri anuncia la invasión de las islas, Santiago no estaba en servicio.

“En ese momento estaba de licencia porque tenía una nena de 8 meses”.

Santiago tuvo su primera hija Sabrina (izq) antes del inicio del conflicto bélico

Y llegó el momento de partir y salir a navegar a alta mar. Santiago tiene una memoria afinada.

“EL ARA tenía partir de puerto el día martes 13 de abril. Pero cuando hicieron pruebas de máquinas, tenía averías en unas tuberías y volvimos a puerto. Y así, zarpamos el 16 de abril”.

El periodista consulta cómo era el ARA Gral Belgrano. Si recuerda las medidas y cómo era la vida diaria a bordo

“Tenía 14 metros de ancho y 185 metros de largo. Nuestras actividades eran hacer la guardia, como una limpieza. Como estar en un trabajo. Con horarios. Mi grado era de conscripto. Yo cumplía funciones en la división máquinas (motores) en la parte de calderas. En mi caso, era calderista”.

Se cumplen 39 años del hundimiento del ARA General Belgrano | MDZ Online

Ya se sabe y Santiago lo recuerda: “Era un buque de guerra con básicamente, armamento antiaéreo y misiles y además contaba con un helicóptero”

Y respecto del número de la tripulación aporta algunos datos más. “La dotación éramos 800 y monedas. Al momento de zarpar embarcaron 200 personas más que eran de la ESMA que estaban haciendo el curso para el primer grado. Esto es, cabo segundo de la Escuela Mecánica. De lo que sabemos, desaparecieron 323 tripulantes”.

“Nosotros el 1 de mayo ya nos preparábamos para entrar en combate. El plan era que el 2 de mayo teníamos que atacar el portaviones Invencible. Estábamos todos preparados. Pero a las 2 de la mañana el comandante recibió una contraorden de que teníamos volver al cruce de los barcos averiados que se iban para el lado del Brasil. Y fue ahí cuando el submarino (Conqueror) nos localizó y nos siguió. Casi doce horas nos siguió para hundirnos. Cuando salimos de la zona de combate (zona de exclusión) fue cuando los dos destructores que iban a custodia nuestro (estaban para protegernos) fue cuando le dejó el pase libre al submarino para que nos torpedee!”

Respecto de qué tenía él que hacer en el eventual momento de ingreso a zona de combate, las instrucciones eran: “En momento en que tocaba zafarrancho de combate, yo tenía que cubrir puesto de guardia de humo. Eso significaba que cuando salía humo negro debía avisar a calderas para que revisen los quemadores. Cuando queman, las calderas deben emitir humo blanco. Pero si salía humo negro, había que corregir eso. Y esto es muy sencillo. Con el humo negro, de varias millas nos podían detectar. Y por eso era importante avisar antes”.

“¿Cómo fue el momento del impacto? Qué hacías. Dormías?”

“No. Era de tarde. En el momento en que pega el torpedo al ARA, yo había ido a buscar a mi relevo. Es que él no venía. Y estaba durmiendo en la zona de calderas. Eso es un piso abajo del nivel del agua. En ese momento, pega el torpedo al buque. Éramos tres los que estábamos ahí: un cabo segundo, José Gómez, otro conscripto Claudio Martínez y yo”.

Hay una cuestión dramática que aporta Santiago que quedó en su recuerdo fijado. Eran las 4 de la tarde del 2 de mayo de 1982.

“En ese preciso momento en que impacta el torpedo, yo le estaba diciendo al cabo segundo Gómez que era nadador de rescate que, si se llegaba a hundir el barco, me tenía que buscar a mi porque yo no sabía nadar. Y fue así”, recuerda.

“¿Y luego cómo siguió el operativo abandono del barco y subirse a los botes salvavidas?”

“En el momento en que dijeron que había que abandonar el barco, yo salí. Pero el otro conscripto, (Claudio Martínez) no conocía bien y le dije ‘prendete de mi cinto y salimos a cubierta’. Él fue a buscar su balsa y yo me dirigí a la mía que era la Nº 56. Se ve que el cabo 2º Gómez me estuvo buscando en cubierta y terminó siendo uno de los desaparecidos”.

Héctor Bonzo fue el comandante del ARA General Belgrano.

El relato del comandante Héctor Bonzo es muy esclarecedor respecto de cómo fue todo el proceso de impacto (de dos torpedos) y de hundimiento de la nava.

Vale la pena escuchar porque es un testigo directo.

Noche fría y tormentosa

“Debía hacer mucho frío, ¿verdad? En alta mar, uno no se quiere ni imaginar…”

Santiago Ortiz: “Y, el frío era de una sensación térmica de unos 20 grados bajo cero. Éramos 23 marineros en la balsa. Uno estaba herido en el medio. Y estuvimos 36 horas a la deriva”.

“¿Qué pensabas? ¿Que los iban a rescatar o que se iba ir todo al diablo?”

Aniversario del hundimiento del ARA General Belgrano - Primera Edición

“Y, en un primer momento pensamos que nos iban a rescatar enseguida. Hubo un avión que sobrevoló las balsas a las 8 de la mañana.  Y a las tres de la tarde nos localizaron los barcos que estaban de rescate. Después volvieron a desaparecer. ¿Por qué? Porque se había desatado una brutal tormenta en el mar. Así todas las balsas resultaron dispersadas”.

Y se le consulta: ¿Cómo fue lo de la tormenta?

Y, no sé cómo sobrevivimos una tormenta feroz. Las olas debían tener de 10 a 15 metros de altura.

“¿Qué sentía yo en medio del océano Atlántico?”

“Después del hundimiento luchábamos para alejarnos del barco. Porque cuando se hundía el barco, nos podía succionar y llevarnos juntos para abajo. Era una sola desesperación. Éramos 23 en la balsa. Por ahí se subía uno al techito de la balsa y lo teníamos que tirar al agua otra vez porque nos podíamos hundir por el mismo peso. Cuando vimos que el barco se fue, respiramos un poco. Era una lucha menos para que no nos lleve juntos”.

Flotando.

“Ahí nos tranquilizamos y nos dijimos el mensaje de que quedábamos en manos de Dios. En la muerte no pensábamos. En ningún momento se nos cruzó la idea de la muerte por la mente. O de asustarnos mientras estuvimos las 36 horas en la balsa”.

Después como a las 8 de la noche de vuelta nos enfocaron con el reflector y dijimos: ‘Ahora sí nos rescatan’. Y de vuelta, desaparecieron. Ahí ya perdimos la ilusión de que nos iban a rescatar. Estábamos entregados. El jefe de la balsa dijo: Roguemos para que nos rescaten los ingleses.  Caeremos prisioneros pero al menos nos rescatarán. Luego a las 2 de la mañana de vuelta nos localizaron y ahí sí que nos rescataron”.

El ARA Luis Piedrabuena fue uno de los buques de rescate de los marineros en balsa.

El cronista insiste con una duda estúpida (especialmente para aquel que nunca fue marinero): ¿Cómo era esa balsa con techito?

“La balsa es de goma inflable pero viene todo cubierto con techo, cierre y una ventanita, todo de lona. Estar así con ese techito nos protegió mucho de las condiciones del tiempo tan feas que pasamos”.

Y como para hacer más claro el mensaje, al ratito llega por whatsapp la imagen de una de las balsas con techito.

“¡Una vez rescatados, ¿qué hiciste?

“Nos trajeron a Ushuaia. Estuvimos do s o tres días y luego nos llevaron a Puerto Belgrano y ahí nos quedamos hasta que terminó todo. Nos dieron diez días de licencia para ver a la familia. Luego tuvimos que volver a Campo Sarmiento hasta que terminó la guerra”.

Todo un documento. Esta foto de Alejandro López identifica a Santiago Ortiz con marca celeste.

Y, claro, al final, el misionero de Eldorado terminó formando parte de los que fueron a la guerra por Buenos Aires. No por Misiones.

“Un dato adicional: en Misiones se habló de siete misioneros. Cinco fallecieron y 2 fueron rescatados. Entre esos dos nombres, no figura el tuyo. ¿Cómo se explica? ¿Vos fuiste al ARA como una persona de Buenos Aires?”

“Sí, es así. Cuando vine de Eldorado Misiones tenía 17 años en octubre del 78. Y en febrero hice el cambio de domicilio. En abril de1979 me tocó la revisación médica con el distrito de Misiones. Me presenté en Posadas, pero desde allá me llevaron al sur. A Puerto Belgrano. Por eso es que no figuraba como veterano de Misiones porque ya tenía el domicilio en Buenos Aires”.

Santiago “Santi” Ortiz fue el octavo misionero que estuvo en el ARA General Belgrano y vivió la terrible experiencia de verlo desaparecer en las aguas del océano Atlántico una helada tarde de mayo hace 40 años.

Aún hoy recuerda todo con detalles y esta fue su historia.

O como lo cantaba Miguel Cantilo en el tema En este mismo instante: Pero también ahora / en un lugar distante / hay manos elegantes para premiar solapas / que clavan en los mapas / sus uñas distinguidas / y sacrifican vidas / enviando regimientos “Manos que se lavan / en desentendimientos / Pilatos de escritorio los Cristos al combate, / mientras mi canto late / hay jóvenes cayendo / y yo lo voy sintiendo / por eso no termino / y escupo al asesino, y escupo al asesino”

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