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viernes, mayo 17, 2024

Oriana Fallaci: esto es una Cruzada al revés

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La famosa periodista italiana que entrevistó a la mayoría de los líderes mundiales de fin de siglo dejó obras (rescatadas ahora) que hablan del conflicto entre oriente y occidente como una guerra religiosa más que cultural.

La periodista Gabriela Esquivada rescató en estos días varios tramos de las profecías de Oriana Fallaci sobre el conflicto entre Oriente (medio) y Occidente. Y puso de relieve que no era un tema cultural sino religioso.

Van algunos de esos tramos citados en Infobae. Vale la pena ver esta mirada.

A continuación se citan algunos de los extractos más impactantes de La rabia y el orgullo y La fuerza de la razón, libros que casi destrozaron la carrera de Fallaci, pero que a la vez confirmaron su coraje por defender sus ideas a lo largo del arco diverso que trazó en su vida.

Oriana Fallaci, periodista y escritora

De “La rabia y el orgullo”

“Intimidados como están por el miedo de ir a contracorriente o parecer racistas (palabra inapropiada porque como resultará claro el discurso no es sobre una raza, es sobre una religión), no entienden o no quieren entender que aquí está ocurriendo una Cruzada al Revés. Acostumbrados como están al doble juego, cegados como están por la miopía, no entienden o no quieren entender que nos han declarado una guerra de religión. Promovida y fomentada por una facción de aquella religión, puede ser, (¿puede ser?), pero de religión. Una guerra que ellos llaman Yihad: Guerra Santa. Una guerra que puede ser (¿puede ser?) que no aspire a conquistar nuestro territorio, pero mira a la conquista de nuestras almas. A la desaparición de nuestra libertad, de nuestra sociedad, de nuestra civilización. Es decir, al aniquilamiento de nuestra manera de vivir o de morir, de nuestra manera de rezar o no rezar, de pensar o no pensar. De nuestra forma de comer y beber, de vestir, de divertirnos, de informarnos… No entiendes o no quieres entender que si no nos oponemos, si no nos defendemos, si no luchamos, la Yihad ganará”.

“han autorizado a matar a los occidentales porque beben vino o cerveza, porque van al teatro, escuchan a Mozart, porque llevan minifalda o porque tararean una canción”

“¿No comprenden que los Osama bin Laden se creen verdaderamente autorizados a matarlos a ustedes y a sus hijos porque beben vino o cerveza, porque no llevan barba larga o el chador o el burka, porque van al teatro y al cine, porque escuchan a Mozart y cantan una cancioncilla, porque bailan en las discotecas o en sus casas, porque ven la televisión, porque llevan minifalda o pantalones cortos, porque en el mar o en la piscina están desnudos o casi desnudos, porque follan cuando y donde y con quien quieren? ¿Ni siquiera les importa eso, tontos? Yo soy atea, gracias a Dios. Racionalmente, por tanto, irremediablemente ateo. Y no tengo ninguna intención de ver mi racionalismo, mi ateísmo, ofendido y perseguido y castigado por los nuevos Inquisidores de la Tierra”.

“Para empezar, me molesta hablar de ‘dos’ culturas. Es decir, ponerlas en el mismo plano como si fueran dos realidades paralelas: dos entidades de igual peso y de igual medida. Porque detrás de nuestra civilización está Homero, está Sócrates, está Platón, está Aristóteles, está Fidias. Está la antigua Grecia con su Partenón, su escultura, su poesía, su filosofía, su invención de la Democracia. Está la antigua Roma con su grandeza, su concepto de la Ley, su literatura, sus palacios, sus anfiteatros, sus acueductos, sus puentes, sus calles. Hay un revolucionario, aquel Jesús muerto crucificado que nos enseñó (y paciencia si no lo hemos aprendido) el concepto de amor y justicia. Hay también una Iglesia que nos puso la Inquisición, de acuerdo. Que nos torturó, nos quemó mil veces en la hoguera. Que durante siglos nos obligó a esculpir o pintar sólo Cristos y Santos y Vírgenes, que casi me mató a Galileo Galilei. Lo humilló, lo silenció. Pero ha dado también una gran contribución a la Historia del Pensamiento, esa Iglesia. Ni siquiera una atea como yo puede negarlo“.

“Tuvimos el arte. ¡Y la ciencia! En pocos siglos tuvimos a Copérnico, Galileo,Newton, Darwin, Pasteur, Einstein. El motor, telégrafo, electricidad radio,teléfono, televisión no se deben al ayatollah”

“Y después está el Renacimiento. Está Leonardo da Vinci, Michelangelo, Raffaello, Donatello, etcétera. Por ejemplo, El Greco y Rembrandt y Goya. Hay una arquitectura que va bien allende de los minaretes y de las tiendas en el desierto. Está la música de Bach y Mozart y Beethoven, hasta llegar a Rossini y Donizetti y Verdi and Company. (Esa música sin la cual no sabemos vivir y que en la cultura o supuesta cultura islámica está prohibida. Pobre de ti si silbas una cancioncilla o tarareas el coro de Nabucco. ‘Como máximo puedo concederle alguna marcha para los soldados?, me dijo Jomeini cuando afronté el asunto). Finalmente está la Ciencia y la tecnología que de ella se deriva. Una ciencia que en pocos siglos ha cambiado el mundo. Ha realizado sortilegios dignos del mago Merlín, milagros dignos de la resurrección de Lázaro. Y Copérnico, Galileo, Newton, Darwin, Pasteur, Einstein (digo los primeros nombres que se me ocurren) no eran precisamente secuaces de Mahoma. ¿O me equivoco? El motor, el telégrafo, la electricidad, el radio, la radio, el teléfono, la televisión no se deben precisamente a los mullah y a los ayatollah. ¿O me equivoco? El barco de vapor, el tren, el automóvil, el avión, las naves espaciales con las cuales hemos ido a la Luna o a Marte y en el futuro iremos Dios sabe dónde, lo mismo. ¿O me equivoco? Los trasplantes de corazón, de hígado, de pulmón, de ojos, los tratamientos para el cáncer, el descubrimiento del genoma, ídem. ¿O me equivoco? Y aunque todo eso fuese algo para tirar a la basura (cosa que no creo) dime: detrás de la otra cultura, la cultura de los barbudos con la sotana y el turbante, ¿qué hay?

Y en ese lugar, Fallaci apunta a algunas cuestiones muy dolorosas en el ámbito de esta religión.

Si este Corán es tan justo y fraternal y pacífico, ¿cómo se explica la historia del Ojo-por-Ojo-y-Diente-por-Diente? ¿Cómo se explica la historia del chador y del burkah, o sea la sábana que cubre el rostro de las musulmanas más desgraciadas, de manera que para echar un vistazo al prójimo las infelices deben mirar a través de una minúscula rejilla colocada cerca de los ojos? ¿Cómo se explica la poligamia y el principio de que las mujeres cuentan menos que los camellos, que no pueden ir a la escuela no pueden ir al médico, no pueden hacerse fotografías, etcétera, etcétera? ¿Cómo se explica el veto a las bebidas alcohólicas y la pena de muerte (¡de muerte!) para quien las consume? ¿Cómo se explica la historia de las adúlteras lapidadas o decapitadas? (Los adúlteros, no).”

“A través de nuestra tecnología, nuestras PC, nuestra internet, nuestros celulares se infiltran dentro de los ganglios de nuestra civilización”

En el final, no parece haber nada esperanzador.

La Cruzada al Revés dura desde hace demasiado tiempo, amigo mío. Y seducida por nuestro bienestar, nuestras comodidades, nuestras oportunidades, alentada por la flaqueza y la incapacidad de nuestros gobernantes, sostenida por los cálculos de la Iglesia católica y por oportunismos de la soi-disant izquierda, protegida por nuestras leyes complacientes, nuestro liberalismo, nuestro pietismo, nuestro (vuestro) miedo, avanza inexorablemente. Avanza sin cimitarras, esta vez. Sin picas, sin banderas, sin caballos árabes. Pero los soldados que la componen son belicosos como su antepasados, es decir, los moros que hasta el siglo XV dominaron España y Portugal. Como sus antepasados ocupan nuestras ciudades, nuestras calles, nuestras casas, nuestras escuelas. Y a través de nuestra tecnología, nuestros ordenadores, nuestra Internet, nuestros teléfonos móviles se infiltran dentro de los ganglios de nuestra civilizaciónPreparan las futuras oleadas.”

Y en otro análisis, María Durio agrega: El panorama que nos deja la Fallaci -bajita, pero fiera-, es desalentador, lo sabemos. Muchos de sus postulados pueden no ser ciertos o, al menos, exagerados. Pero nos parece oportuno recordarlos, además de porque se han cumplido algunos de los vaticinios de la periodista, por un segundo motivo, más alto: no escatima, ni en sus palabras ni en sus actos, en pasión por su patria. Y, estos días más que nunca, si algo hace falta en nuestra querida Europa, en Hispanoamérica y en Estados Unidos, es, pensamos, un apasionado amor por nuestra cultura, por nuestra Historia, por nosotros mismos. Sin leyendas rosas, pero tampoco negras. Un sano orgullo (bien frenado, en ambos extremos, por la virtud) que se vuelve urgente renacer para volver a vivir de ideales y no de placeres. Y, en esto, la Fallaci es una maestra. Si abren alguno de sus libros, asegúrense de tener algún tiempo por delante libre. No podrán parar de leer hasta terminarlos.

Extraído de Infobae y La Abeja

Oriana Fallaci nació en 1929 y falleció en 2006.

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